Lo que iba a ser un documental sobre Eloy de la Iglesia —precursor del conocido como cine quinqui— terminó siendo uno sobre el destape cuando su directora, Eva Vizcarra (El arquitecto de Nueva York) se topó con Claudia Gravi, actriz belga nacionalizada española y estrella de películas como Las Ibéricas F. C.

El resultado es Mujeres sin censura y repasa el fenómeno del destape con los testimonios de sus protagonistas para ilustrar cómo lo que algunos entendieron como una expresión de libertad por darse en la Transición y por contraste con el Franquismo, desde 1975 y durante los ochenta; fue en realidad una época en la que los papeles hipersexualizados y bobalicones eran la única alternativa para las mujeres que querían dedicarse al cine. "El día que acepté que tenía que desnudarme", se me abrieron las puertas del cine", dice sobre esto la actriz Sandra Alberti en el documental.

Y fue a ellas a quienes Eva Vizcarra, feliz de encontrar "una sala llena para un documental", les dedicó la proyección de Mujeres sin censura el pasado (y gélido) 26 de febrero en el MK2 Cine Paz de Madrid, un pase que no se perdieron rostros como Ana Rosa Quintana y Xelo Montesinos de Unicorn, productora del documental; o actrices como Jenny Llada, Josele Román y Susana Estrada, la reina del destape que disgustaba a franquistas y a feministas.

El evento se enmarcó en la muestra Historias para contarnos de Begin Again Films, que se programa a nivel nacional en todas las comunidades autónomas. "Pretendemos dar visibilidad a películas dirigidas por mujeres o cuyas protagonistas mujeres rompen con los estereotipos femeninos en el cine", han contado a El Independiente desde la distribuidora.

La iniciativa incluye también La amiga de mi amiga, de Ziada Carmona; Secaderos, de Rocío Mesa; Tolyatti Adrift, de Laura Sisteró; Karen, de María Pérez Sanz; Negro púrpura, de Sabela Iglesias y Adriana P. Villanueva; Cabeza y corazón, de Ainhoa Andraka y Zuri Goikoetxea; Carajita, de Silvana Schnicer y Ulises Porra.

Volviendo a Mujeres sin censura, con guion de Carmen Allué, Abel Alfonso, el documental ilustra la evolución desde que, durante la dictadura franquista, la censura ejerció un control absoluto sobre las películas que se estrenaban en España para preservar la moral y la ideología del régimen.

A esto se dedicaba la Junta Superior de Censura Cinematográfica a través de la supervisión de los guiones de producción nacional y la edición de las películas extranjeras. También eran quienes calificaban las películas por edades, concedían los permisos de rodajes y, si el resultado no cumplía con los valores que las instituciones querían mantener, las películas podían ser modificadas o prohibidas.

Cartel de 'La Trastienda' | JF FILMS

El documental muestra cómo la censura no tenía piedad con el sexo, las muestras de cariño, la justificación de las infidelidades, los divorcios, los desnudos o la violencia. Pero, como dice el refrán, hecha la norma, hecha la trampa.

El veto a cierto tipo de largometrajes desembocó en una especie de migración cultural a Perpiñán, ciudad francesa fronteriza con España, para ver, por ejemplo, El último tango en París. En un guiño a los espectadores españoles, esta se proyectó hasta con subtítulos.

El panorama cambió con la muerte de Franco, en 1975. Y los desnudos no llegaron paulatinamente, sino todo lo contrario. El primero integral lo protagonizó María José Cantudo en La trastienda, una película dirigida por Jorge Grau y estrenada en 1976.

La de Andújar fue la primera destapada y abrió la veda de este género caracterizado por producciones baratas con infinidad de desnudos injustificados —de mujeres, por supuesto—, infidelidades y affaires donde ellas raramente pasaban los 20 y ellos raramente estaban por debajo de los 45.

Teresa Gimpera, la única española en hacer un casting para Hitchcock, aunque sin éxito; es una de las primeras en ofrecer su testimonio en el documental, asegurando que se "avergüenza" de ese tipo de películas que nada tenían que ver con la realidad, mientras que le encanta el cine que se hace ahora.

Esta rodó por primera vez con el guionista Gonzalo Suárez, que se fijó en ella para protagoniza Fata Morgana, de Vicente Aranda. Otro de los momentos más significativos del documental es el homenaje a Reservoir Dogs de Quentin Tarantino que se marca Eva Vizcarra para mostrar la perspectiva de los hombres del destape.

Alrededor de una mesa, actores como Máximo Valverde y Emilio Gutiérrez Caba reconocen lo cosificadas que se sentían las mujeres, cómo tuvieron que grabar infinidad de escenas con violaciones en las que no entendían por qué ellas se desnudaban y ellos no.

"¿Por qué ellas se desnudaban y nosotros no?"

También comentaron las prácticas de Ignacio Iquino, director de cine tras títulos como El oficio más viejo del mundo a los 15 o Los violadores del amanecer que se recreaba "representando" las escenas de sexo con las actrices y tocándolas antes de grabar, supuestamente, para enseñar a los actores.

Una muestra de cómo ha cambiado, a mejor, el panorama para los actores y las actrices a la hora de interpretar escenas de sexo. En esa línea, otra estrella del destape, Josele Román, recuerda cómo se tendían a pasar los abusos por alto por desconocimiento.

Esta protagoniza también uno de los momentos más divertidos del documental al recrear la escena del celtíbero español de Fernando Esteso, pero siendo ella la que pasea entre hombres mucho menores que le dan cartas de amor, para mostrar el absurdo de la situación:

Más dramático es el episodio que recuerda Mª José Goyanes, quien no puede evitar las lágrimas al entrar en el teatro en el que representó Equus por primera vez el 15 de octubre de 1975, en un acto valiente que la convirtió en la diana de las críticas.

"Parece que les molestaba que mostrase un cuerpo adolescente. Recibí cartas anónimas amenazándome de muerte. Me llamaban puta de todas las maneras que puede haber en el diccionario. Era todo tan terrible. Pero pensé que si me iba era una cobarde que les daba la razón", narra en Mujeres sin censura.

Esta fue una de las pocas actrices que sobrevivió al destape, habiendo participado en obras de teatro como Galdós enamorado y series como Hospital central o El comisario. Pero no es el caso de la mayoría de intérpretes, que se quedaron en el camino y fueron condenadas al ostracismo en el cine en un momento en el que la industria pasó a despreciar las producciones del destape y a encasillar a sus protagonistas.

Del destape al cine S y al X

Destacan casos como el de Rocío Dúrcal, apartada del cine desde la histórica Me siento extraña con Bárbara Rey. También merece mención especial el caso de Nadiuska, que cuenta con su propia docuserie en Atresplayer.

De 1978 a 1983, surgió durante el Gobierno de Suárez el género S (de sexo), a medio camino entre el destape y el porno incipiente. Esta categoría buscaba aglutinar todas las películas pudieran herir la sensibilidad de los espectadores e incluía tanto escenas de alto contenido sexual como gore, otorgándole la S a más de 400 películas en 5 años.

Esta clasificación existió solo en España y fue un puente hacia la X, con sexo explícito, que ya se había popularizado en muchos lugares del mundo y que en España se implantó a partir de 1983.