Los historiadores y los analistas encuentran siempre razones que expliquen las causas de una guerra civil, pero lo cierto es que los testimonios de los ciudadanos que viven una guerra civil son universales en su incapacidad para poder explicar cómo un día están perfectamente bien con sus vecinos y, de pronto, están matándose unos a otros. Eso es lo que se necesita saber de Civil War, la nueva película escrita y dirigida por Alex Garland: hay una guerra civil en Estados Unidos y no hay explicación de cómo se ha llegado hasta ahí.
Protagonizada por Kirsten Dunst (El poder del Perro), Civil War llega a los cines este viernes 19 tras cosechar buenas críticas y las mejores cifras de taquilla del estudio A24 (Todo a la vez en todas partes, Midsommar): 25 millones de dólares en su debut. La industria del cine se adentra en uno de los temores que planea en la cada vez más polarizada sociedad americana, sacudiendo sus conciencias con una película que lleva la guerra contemporánea a su territorio. Campos de refugiados, destrucción y violencia extrema que los estadounidenses dejan de ver como algo lejano para vivirlo en su calles con varios bandos en guerra abierta en su territorio. Un escenario hoy distópico, pero que para un 43% de los americanos es posible en menos de una década, según una encuesta de 2022.
Para no hacer una película de acción bélica al uso, Garland se apoya en el lenguaje documental aprovechando que los protagonistas son periodistas de guerra. Kirsten Dunst es una curtida fotorreportera que junto con su compañero interpretado por Wagner Moura (Narcos) deciden perseguir la única historia buena que queda de la guerra: entrevistar al presidente asediado en Washington por una de los bandos enfrentados fuerzas rebeldes, las Western Forces.
“He usado el lenguaje visual de las imágenes que estamos acostumbrados a ver en las noticias, ese lenguaje no es tan cinematográfico, sino más documental, por lo que nos ha permitido retratar la violencia de una forma más desgarradora. No hay encanto en una fosa común. No tiene nada de romántico”, asegura el director que ha querido hacer una película antibélica, lo que no es fácil. “En las películas de guerra resulta muy fácil recurrir al sensacionalismo al retratar la violencia. La mayoría de las producciones antibélicas acaban no siéndolo. Se centran en la camaradería y la valentía. No se proponen romantizar el combate, pero acaban haciéndolo. Es como si no pudieran evitarlo, porque el valor es un concepto romántico, al igual que la tragedia”, afirma Garland.
Pese a su huida del cine bélico Garland ofrece algunas escenas que homenajean a Apocalypse Now y en la batalla de Washington no ha escatimado en recursos para dejar escenas espectaculares en el asedio al Capitolio y a la Casa Blanca. Para su realización se llegaron a levantar dos edificios de 120 metros y contaron con veteranos de guerra para dar verosimilitud a su manera de moverse en combate.
Esta película es como una fábula, una fábula con moraleja sobre lo que pasa cuando la gente no consigue comunicarse
Kirsten Dunst
Musa de Garland antes que de Sofia Coppola
Pese a que hemos conocido a Cailee Spaeny por su papel en Priscilla, lo cierto es que su descubrimiento es Garland. Gracias a su papel en Civil War la joven actriz llegó al rodaje de la mujer de Elvis por la mediación de Dunst que la recomendó a su amiga Sofia Coppola.
Civil war es una road movie que lleva al espectador por un conflicto civil en suelo estadounidense desde el hotel de Nueva York en el que conviven todos los corresponsales de guerra —como suele hacer la tribu de periodistas en los conflictos— hasta una capital convertida en frente de guerra.
Garland se aleja de posicionamientos maniqueos y es el horror propio de una guerra el protagonista del viaje a DC al que se suman una fotógrafa novata (Cailee Spaeny) y un periodista veterano de “lo que queda de The New York Times” (Stephen McKinley Henderson). En medio de un gran territorio comanche lleno de peligros en el que los afines al presidente odian a la prensa y disparan a matar, hay juicios sumarísimos y asesinatos masivos en los dos bandos, cuando no es violencia por violencia, sin filiación alguna.
Si bien no quedan claros los vínculos de los bandos de la película con la realidad sociopolítica de EEUU, Garland deja algunas pistas. Además de la persecución a los periodistas por parte del bando del presidente, sabemos que el ocupante de la Casa Blanca se encuentra en un tercer mandato —algo inconstitucional—, sabemos que ha desmantelado el FBI y encontramos un radical asesino interpretado por Jesse Plemons que mata fríamente en función de lo que él considera ser un americano de verdad.
Civil War evita, en la medida de lo posible, moverse entre los polos de derecha e izquierda, sino llevar al espectador a la certeza de que unos disparan y otros mueren; poco importa la motivación —como todas las guerras civiles— la mayoría se ve atrapada y participando de un fuego cruzado.
En las películas de guerra resulta muy fácil recurrir al sensacionalismo al retratar la violencia. La mayoría de las producciones antibélicas acaban no siéndolo
Alex Garland
El poder del periodismo
Con el país en ruinas, el periodismo que siempre ha hecho bandera de su aportación a la democracia americana, parece ser la única cosa con sentido en medio de la desolación de un EEUU inmerso en una guerra fratricida. Pero al personaje de Kirsten Dunst le acompañan años de experiencia en conflictos bélicos y le queda poca fe en su oficio: “Cuando cubría un conflicto, me lo tomaba como si estuviera mandando una advertencia: no caigáis en esto. Pero ya ves, aquí estamos”, afirma su personaje en una escena de la película.
“Piensa que ha arriesgado su vida para mostrar una advertencia que ha sido ignorada”, afirma Dunst. “Eso la está consumiendo. Lo que se ve en la película es, en cierto modo, cómo se va rompiendo bajo esa presión”, añade. “Para mí esta película es como una fábula, una fábula con moraleja sobre lo que pasa cuando la gente no consigue comunicarse. Esto es lo que ocurre cuando nadie se escucha, cuando se silencia a los periodistas, cuando desaparece esa verdad compartida”, concluye la actriz. Por buena acogida de la película en los cines la fábula funciona, falta ver si lo hace la moraleja.
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