En 1984, Superdetective en Hollywood se convirtió en uno de los taquillazos del año, solamente superado por Indiana Jones y el templo maldito, y mejorando la recaudación de otra de las grandes producciones de entonces como fue Cazafantasmas. Cifras aparte, aquella película no solamente obtuvo el beneplácito del público en general, significó también el lanzamiento al estrellato mundial para su joven protagonista, Eddie Murphy.
Por aquel entonces, Michael Jackson ya se había coronado como Rey del pop y Prince acababa de lanzar Purple Rain, álbum convertido también en película de culto y que lo catapultó a la fama como uno de los artistas del momento. La cultura pop se estaba abriendo a encumbrar nuevos iconos negros, después de una tradición discriminatoria marcada por el racismo sistemático de la sociedad. Pero aún faltaba conquistar la industria por excelencia del entretenimiento, Hollywood.
Unos años antes Sidney Poitier había allanado el camino con la calidad de sus interpretaciones y el prestigio que le otorgaba haber ganado el Óscar por Los lirios del valle en 1964. Sin embargo, para entonces la industria había cambiado y ya no valía con ser solamente actor ni participar en buenas películas. El showbusiness exigía blockbusters y perfiles más versátiles y polifacéticos, capaces de destacar en una gran cantidad de aspectos. Es ahí donde entró en acción un todavía veinteañero Eddie Murphy y una prometedora carrera construida en base a sus aptitudes como cómico, presentador, cantante, actor y showman.
Un cómico marcado por la tragedia
Los orígenes de un maestro de la risa como Murphy están irremediablemente ligados a la tragedia. A los ocho años, su padre, que era policía de tráfico, murió asesinado y su madre enfermó. Tanto él como su hermano tuvieron que vivir en un hogar de acogida durante aquel trágico año. La comedia fue una escapatoria, tanto para él como para su hermano mayor Charlie.
Por aquel entonces, las referencias que manejaba Murphy se centraban en Richard Pryor, y la acidez de sus chistes en los que convertía las malas experiencias y el racismo en humor; y en la camaleónica capacidad expresiva del gran Peter Sellers.
Los inicios en la comedia de Eddie Murphy se caracterizaban por sus monólogos con tono blasfemo y una marcada ausencia de corrección política con sketches en los que ridiculizaba a blancos, negros, italianos, homosexuales... y un amplio abanico de grupos sociales de lo más variado.
'Saturday Night Live' y el primer salto a la fama de Eddie Murphy
Murphy se ganó la atención del gran público como miembro de Saturday Night Live (SNL), programa que se encontraba en un proceso de transición tras la salida de Lorne Michaels. La frescura de talentos como el de Murphy se encargaron de darle otro aire a principios de la década de 1980. Tras el éxito cosechado en la pequeña pantalla, dio el primer salto al cine en 1982, apareciendo en la película 48 horas, con Nick Nolte, en lo que fue su primer acercamiento al género buddy cop.
Al año siguiente, Murphy coprotagonizó Entre pillos anda el juego con Dan Aykroyd en la que fue la primera vez que se puso en manos del director John Landis (quien también dirigió a Murphy en El príncipe de Zamunda y Superdetective en Hollywood III), y que acabó siendo un éxito de taquilla aún mayor que 48 horas.
1984, el nacimiento de una superestrella
Y en 1984 llegó Superdetective en Hollywood, la película que lanzó a Eddie Murphy a un incontestable estrellato internacional. Un papel, el de Axel Foley, que llegó casi por casualidad, ya que en un principio había estado pensado para un Sylvester Stallone que abandonó el rodaje a las pocas semanas del inicio.
Era el primer papel protagonista de Murphy en solitario y por él rechazó interpretar a Winston Zeddemore en Cazafantasmas, personaje que terminó haciendo Ernie Hudson. Superdetective en Hollywood recaudó más de 230 millones de dólares en Estados Unidos convirtiéndose en una de las películas más taquilleras de 1984. A sus 23 años, Eddie Murphy había pasado de ser un actor y cómico conocido a convertirse en una superestrella mundial capaz de protagonizar con éxito grandes blockbusters.
El arranque de una carrera llena de altibajos
Ese mismo año, Murphy apareció en La mejor defensa... ¡El ataque!, un experimento de película comercial en el que las escenas en las que aparecía fueron agregadas en postproducción, con un decepcionante resultado de crítica y taquilla. Este doble filo define en gran parte una carrera con luces y sombras en la que es capaz de lo mejor y lo peor.
Con mayor o peor fortuna, la elección de sus películas durante los años 80 y los 90 tuvieron un recorrido marcado por altibajos, en los que hay títulos destacables como El príncipe de Zamunda (1989), otros no tanto como 48 horas más (1992) y Superdetective en Hollywood III (1994) o Un vampiro suelto en Brooklyn (1995).
El Oscar que se le escapó
Todo cambió cuando Murphy se recicló en un actor para películas familiares con una serie iniciada por El profesor chiflado (1996) y continuada por otros tantos títulos de éxito como Mulan (1998), Dr. Dolittle (1998) o la franquicia Shrek (2001). Con una reputación más que destacable, en 2006 protagonizó la versión cinematográfica del musical de Broadway Dreamgirls como el cantante de soul James "Thunder" Early.
Su actuación le hizo merecedor del Globo de Oro a Mejor Actor de Reparto, así como un Premio del Gremio de Actores de Pantalla y un Premio de la Asociación de Críticos de Cine de Difusión en esa categoría. Y cuando parecía que el máximo galardón iba a ser suyo, nominación mediante, perdió el Oscar ante Alan Arkin por su actuación en Little Miss Sunshine. Un acontecimiento que será siempre recordado por su espantada del Teatro Kodak al saberse perdedor. Las malas lenguas achacan que el Oscar pasara de largo a las duras críticas que recibió Norbit, película estrenada poco antes de la gala y por la que fue nombrado Peor Actor, Peor Actor Secundario y Peor Actriz Secundaria en los Razzie.
Retirada y redención
Se podría decir que Eddie Murphy murió de éxito, después de una trayectoria en la que su reputación se divide en películas capaces de destacar su talento innato para la risa y la actuación y otras no tan bien elegidas. Harto de sufrir este descrñedito causado por una espiral imparable de la que él mismo se había convertido en su propia víctima, decidió cortar por lo sano y retirarse un tiempo.
En 2011 estrenó Un golpe de altura y no volvió a aparecer hasta 2019 con Yo soy Dolemite. "Estaba haciendo películas de mierda. Pensaba: Esto no es divertido. Me están dando Razzies… Esos hijos de puta me dieron el Razzie a Peor actor", explicó Murphy en el podcast WTF. "Pensé: 'Quizá es el momento de tomarme un descanso'. Solo iba a tomarme un descanso de un año. Luego, de repente, pasan seis años y sigo sentado en el sofá y podría haberme quedado en el sofá y no levantarme, pero no quería que fuera la última mierda que me viesen hacer. El plan era hacer Yo soy Dolemite, Saturday Night Live, El rey de Zamunda y después hacer stand-up y ver cómo me sentía después. Demostrar que sigo siendo divertido”, afirmó entonces.
Ahora, Eddie Murphy ha vuelto a trabajar al mismo ritmo que cuando empezó, en lo que se ha convertido la enésima historia de redención hollywoodiense. Tras Yo soy Dolemite (2019), llegó la nueva entrega de El Rey de Zamunda en 2021, el año pasado estrenó La gente como vosotros y Navidad en Candy Cane Lane, y, aprovechando el 40 aniversario de su salto al estrellato, recupera a Axel F. para encarnar la última película de Superdetective en Hollywood: Axel F. producida por Netflix. Una demostración de que, por muchos altibajos que haya tenido a lo largo de su carrera, su imagen sigue vendiendo y facturando como siempre.
De Halle Berry a Chris Rock: las estrellas 'made in Murphy'
Y es que Eddie Murphy, por mucho que cueste creerlo hoy en día, fue un filón para la industria del cine que abrió una puerta por la que han podido desfilar otros tantos actores y comediantes negros que se han hecho con el reconocimiento del público mundial. No quiere esto decir que fuera el único, pero, de alguna forma, sí fue el primero.
Y eso que, durante aquellos años de estrellato fulgurante, también recibió críticas de otros iconos para la cultura afroamericana como Spike Lee, quien le recriminó su falta de compromiso a la hora de usar su éxito en el mundo del espectáculo para hacer hueco a otros actores negros. Nada más lejos de la realidad, si uno ve sus películas (especialmente las que produjo) los repartos estuvieron a menudo marcados por elencos predominantemente negros (el rey de Zamunda, Noches de Harlem, Boomerang, Un vampiro suelto en Brooklyn o Condenados a fugarse).
De hecho, muchos actores negros que luego obtendrían mayor reconocimiento hicieron algunas de sus primeras apariciones en películas de Murphy. Halle Berry (Boomerang), Samuel L. Jackson (El príncipe de Zamunda), Dave Chappelle (El profesor chiflado) o Chris Rock en (Superdetective en Hollywood II) son solo algunos de los nombres que figuran en la lista.
Por eso, por mucho o poco que se premie la calidad de sus películas, no hay duda de que Eddie Murphy terminará pasando a la historia como uno de los máximos responsables a la hora de que la comunidad negra luchara por tener su sitio en una industria tradicional y predominantemente blanca.
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