Esta es una historia de tres hermanas. De tres mujeres que viven en un entorno marcado por lo masculino. Es una historia en la que lo rural se transforma en un ente, en una criatura sobrehumana y omnipresente, casi celestial. Pero, cuando el desastre llega, este no entiende de género ni deidades. Cuando el volcán explota todo lo arrastra, dejando solo dolor, pena y cenizas.
Macu Machín (Las Palmas de Gran Canaria, 1975) abraza su tierra con La hojarasca, un filme en que la delgada línea que separa el documental de la ficción se difumina, al contar con tres personajes principales que son, a su vez, la propia madre y las tías de la directora. Y un rodaje que, en su aproximación antropológica y geológica a la madre tierra, se vio afectado por la erupción del volcán de la Palma en 2021.
La película se estrena este viernes en los cines españoles, tras presentarse en la Berlinale y alzarse con dos Biznagas de plata –a la Mejor Película Española y el Premio a la Mejor Dirección– en la Sección Zonazine del Festival de Málaga y el galardón a Mejor dirección en la sección iberoamericana de documentales del Festival de Guadalajara en México. Un éxito internacional que deja ver que esta historia familiar puede ser universal.
El horror de la naturaleza
La hojarasca es el bucólico solar en el que se reencuentran tres hermanas para poner en orden la herencia familiar. Es el territorio en el que Elsa y su hermana menor Maura, cuya enfermedad degenerativa no deja de avanzar, se reúnen con Carmen. Y es ahí, entre almendreros y brezales, donde las conversaciones pendientes salen de su letargo. Discusiones latentes que, como el magma de un volcán, bregan por salir.
Contar con su propia familia para dar vida a estas hermanas fue "un reto, pero también, una necesidad", explica Machín a El Independiente. "Quería contar algo universal. Algo en que pudiera verse reflejada cualquier persona del mundo e indagar en los vínculos familiares en toda su complejidad".
Y, en este recorrido por un territorio que desafía las normas del tiempo y del espacio, la Palma ruge. Y el rodaje se ve afectado.
Con el horror, la pena y la desgracia que protagonizan el verdadero desastre natural, Machín sintió la erupción como un regalo de los cielos. Como un impulso divino que, al tratar la naturaleza como un personaje más en su película, pudo empujar a las protagonistas a una catarsis final. "Ni en mis mejores sueños podría haber imaginado que un volcán formara parte de la película. La idea inicial era una lluvia torrencial o un fuerte vendaval y, de repente, el volcán erupcionó, dejándome en un estado de shock. Fue como si hubiésemos despertado una energía poderosa de la tierra", recuerda la directora.
En La hojarasca no hay estructura. Se deja espacio a la imaginación para tratar de sacar de dónde apenas hay, pues si bien es la historia de tres hermanas, es también la historia de todos nosotros. "Al final, como seres humanos, nos peleamos por cosas materiales y, cuando ocurre una desgracia, se nos recuerda lo valiosos que son los vínculos humanos".
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