El cineasta español Albert Serra llevó este jueves por la noche su documental sobre la tauromaquia ‘Tardes de soledad’ a Nueva York y reconoció haber dudado sobre su acogida en el extranjero, pero se felicitó porque "el problema solo fue en España".
Serra también reveló que al protagonista, el torero Andrés Roca Rey, a quien apenas conocía antes de grabar y con el que no tiene una relación, no le gustó el trabajo acabado, y tampoco a su mánager, algo que atribuyó a que "no juzgan el filme artísticamente, se juzgan a sí mismos".
Con la flamante Concha de Oro del Festival de Cine San Sebastián, Serra se presentó en el estreno del filme en Estados Unidos, en el Festival de Cine de Nueva York, y vio levantarse pocas manos entre el público al preguntar si estaban familiarizados con el mundo del toreo.
Tras bromear con que este es "el primer y probablemente el último documental" que hace, Serra señaló que lo hizo "para España" y por eso quiso estrenarlo allí, pero la polémica causada, ligada a la propia división que acompaña a la fiesta nacional, le generó un temor ya resuelto.
"Me daba miedo que la película no se proyectara en otros festivales de cine, que la gente se opusiera. Me equivoqué, porque pensé que ustedes nunca lo emitirían y muchos países lo verían violento, pero no hubo problema", dijo el artista a una responsable del certamen. Y apostilló: "El problema solo fue en España".
Serra, muy cómodo en inglés, se explayó una hora en la sesión de preguntas y respuestas posterior, hasta la medianoche, haciendo gala de su irreverencia y subrayando que no sigue la tauromaquia, que no intenta "decir nada" con esta obra y que la enfocó desde la "inocencia".
"El toreo es aburrido, el duende aparece de vez en cuando y la audiencia está esperando un minuto de magia, o medio minuto", comentó, provocando risas.
"No tengo nada que decir de esto (la tauromaquia), no sé nada sobre esto y no me gusta esto”, afirmó con sorna, revelando que acumuló unas 600 horas de grabación a lo largo de varios años que han pasado por las manos del "mejor editor del mundo", él mismo.
"No me gusta particularmente el tema (la tauromaquia) porque es violento, y no me gusta la violencia en el cine: las armas, los tiroteos, no son lo mío. Aquí me gusta porque es real, es ritualista, especialmente la muerte del toro", reflexionó, considerándola "poesía".
Destacó que, además de usar un enfoque antropológico que muestra la "barrera entre la vida y la muerte" en la que se mueven el torero y el toro, es la primera vez que una película muestra a este último como un sujeto, y por eso "es triste cuando el animal mira a la cámara".
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