Esto no es una historia de ficción. En 2018, el abuelo de Daniel Tornero (Alicante, 1989) fue detenido por abuso de menores e intento de secuestro. La noticia sacudió a un pueblo entero pero, sobre todo, sacudió a una familia que jamás habría imaginado que hubiera un monstruo entre ellos. Ahora, el que en su día fue el pequeño Dani afronta con notable valentía este hecho y la dificilísima realidad de ser nieto de un abusador.

Saturno es la película que nace de toda esta verdad. Tornero asume la responsabilidad de mostrar no sólo el horror y el crimen cometido por su abuelo, sino también de enseñar las consecuencias que esto tuvo en su familia. En su tía, en su padre, en su abuela. Todos habían vivido con el yayo.

"La película surge por la necesidad, por un lado, personal, de abordar estas vivencias, esta complejidad emocional a la que nos estábamos de alguna manera enfrentando. Y surge también por la necesidad de retratar estas relaciones paternofiliales, la ruptura con la figura del padre", explica Tornero en conversación con El Independiente.

La película se estrena este viernes, apenas una semana después de su paso por el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y tras conseguir el Premio del Público en la Sección Oficial de Documentales del Festival de Málaga. Un trabajo que se sitúa deliberadamente en un lugar sensible y complejo, que suscita la conversación, y que pone de manifiesto el potencial del séptimo arte para contar lo indecible.

De padres a hijos

Alejándose de todo morbo, ánimo de venganza o sospecha de traición, Tornero recoge el testimonio de su abuelo, pero sobre todo enfoca la lente en otros matices, en otros puntos de la historia aparte de los hechos ciertos objeto de condena. Se fija en su abuela, que ahora odia a quien en su día quiso tanto; en sus primos, quienes temen la posibilidad de que su abuelo podría haberles hecho algo a ellos mismos; en su padre, aterrado por convertirse en aquello que prometió no ser jamás.

"Para mí, algo muy bonito que sucede en la película es que se establece un diálogo, espero que muy horizontal, entre las personas y la película", explica el cineasta. "La película evidentemente se ve condicionada por el viaje emocional que hacen las personas de mi familia tras la detención de mi abuelo por abuso de menores pero, al mismo tiempo, la propia película tiene un poder transformador sobre las personas que la habitan". Y es ahí, en este diálogo entre el cine y la vida, donde se encuentra Saturno.

El abuelo de Daniel Tornero en un fotograma de la película
El abuelo de Daniel Tornero en un fotograma de la película | Jaibo Films

El abuelo de Tornero, ahora en prisión, cometió un crimen atroz. ¿Cómo se afronta eso? "Primero, hay un proceso de integración, de aceptación, de entender que esto está ocurriendo en tu familia. Hay emociones tan complejas que se suceden una tras otra: la vergüenza, el miedo, el dolor, los recuerdos del pasado... Hay tantas cosas que están entremezclándose que, cuando tienes tiempo para gestionarlas, eres más cuidadoso a la hora de relacionarte con ellas", explica. Después, nace el arte, la liberación, la película.

No es sencillo contar esta historia sin caer en el morbo, en el amarillismo. No es fácil, y menos cuando tu abuelo, el causante de todo, admite en tu propia obra que no se arrepiente de lo que ha hecho porque, en su imaginario, si no está detenido es porque no ha hecho nada malo.

Saturno devorando a su hijo

¿Quién eres cuando no quieres ser quien te han enseñado a ser? Tras la mirada atenta que todo lo graba de Tornero, asistimos al desaire, al remordimiento, al miedo de su propio padre de convertirse en alguien como el que le crio. "Pienso mucho en aquello que me decía mi padre, cuando me preguntaba ¿cómo lo hago?", explica el director. "Él me preguntaba ¿cómo se supone que tengo que hacerlo? ¿Cómo se deja de querer a alguien a quien has querido toda tu vida? Porque, claro, ha hecho algo terrible y le odio pero, a la vez, es mi padre".

El padre de Daniel Tornero en un fotograma de la película
El padre de Daniel Tornero en un fotograma de la película | Jaibo Films

Es un caso muy doloroso y muy concreto pero, entre todas esas capas en las que sientes que estás viendo algo demasiado personal, como un fisgón ante la desgracia ajena, te das cuenta de que, en su viaje, la película habla de una realidad que es casi una verdad universal: la falta de comunicación en las relaciones masculinas y paternofiliales. Padres e hijos apostándolo todo en un juego de tira y afloja por ver quien le recrimina más al otro. Es desgarrador. Es la cruda realidad. Y de ese gran conflicto emerge la necesidad de hacer una película.

El cuadro es Saturno devorando a su hijo, no en plural. El director, mientras hacía el documental, sentía estar, a su vez, en un proceso personal, pero, ahora, "estoy en otra etapa del proceso y, probablemente, el proceso sea vital. Quizás esto no se interrumpe en ningún momento". Hijo, ¿quién es Saturno para ti?