La habitación de al lado, la nueva película de Pedro Almodóvar (y la primera rodada íntegramente en inglés) ya está aquí. Un firme manifiesto a favor de la eutanasia y del valor que implica dejar ir cuando se ha perdido todo. Y de cómo la vida, especialmente cuando está tan cerca su final, se resume en estar con aquellos que te han dado motivos para vivirla. El esperado filme se alzó con el León de Oro del festival de Venecia 2024.

Martha (Tilda Swinton) es una antigua corresponsal de guerra que padece un cáncer muy avanzado y que ha tomado la decisión de irse. Le acompañará su amiga Ingrid (una magnífica Julianne Moore), con quien se sincerará durante los últimos días de su vida. Retiradas durante esas últimas semanas en un casoplón en las montañas, ambas amigas hablan y se escuchan mientras ven películas antiguas con las que entretenerse y dar forma a sus pensamientos.

El cine como acompañamiento. El cine como vía para decir aquello que no nos atrevemos a verbalizar. El cine como arte. El arte como necesidad sustancial para seguir adelante. Y la cinefilia de Almodóvar como inspiración y recurso para su propia obra.

'Siete ocasiones' para el amor

Si ver Los muertos –la obra maestra de John Huston basada en Dublineses, de James Joyce– ayuda a Martha a asumir entre lágrimas la inminencia de su propia extinción, hay otra película que sirve a ambas amigas para olvidar por un rato la tragedia de la existencia. Se trata de Siete ocasiones (1925) una comedia muda en la que Buster Keaton encarna a Jimmy, un joven arruinado que se entera de que su recién fallecido abuelo le ha dejado en herencia siete millones de dólares. Ahora bien, semejante suma no se da a la ligera, por mucho vínculo familiar que haya: el muchacho habrá de casarse antes de las siete de la tarde del día de su veintisiete cumpleaños. Una broma pesada de un anciano que delata las convicciones sociales de la época: si no estás casado, ¿qué estás haciendo con tu vida?

El bueno de Jimmy ve esto como una oportunidad caída del cielo (nunca mejor dicho) para declararle su amor a Mary (Ruth Dwyer), una joven a la que ama desde el primer día que la vio. Pero su atípica Dulcinea es más íntegra que conformista, haciendo que, cuando nuestro acelerado Quijote se vaya de la lengua admitiendo que necesita casarse para obtener una importante suma de dinero, esta confunda amor con conformismo. Que Mary estaba, simplemente, en el lugar adecuado en el momento adecuado.

Es entonces cuando nuestro héroe deja las novelas de caballerías para transformarse en un Don Juan que busca desesperadamente el amor de una buena mujer (o, ahora sí, la primera que pase por ahí). Total, que este futuro rico en busca de esposa se vuelve la comidilla de la ciudad, haciendo que todas las jóvenes solteras (y algún que otro hombre travestido) quieran obtener su trocito del pastel.

A Jimmy no le queda otra que huir despavorido del enjambre de mujeres vestidas de novia que le persiguen por las calles de Los Ángeles, para terminar por llegar a donde todo empezó: a la casa de Mary. Ahora sí, el amor es correspondido, y nuestro protagonista no sólo se queda con la mujer a la que ama, sino también con el dinero prometido. Telón y final feliz, que estamos en los años veinte.

Buster Keaton huyendo de sus pretendientas en 'Siete ocasiones (1925).
Buster Keaton huyendo de sus pretendientas en 'Siete ocasiones (1925).

La habitación de Julianne Moore

Julianne Moore ríe ante ese Keaton que corre colina abajo perseguido por unas gigantescas rocas de papel maché (porque ser acorralado por un tropel de mujeres no es suficiente). La comedia le da una oportunidad, una ocasión con la que dejar de pensar en su amiga y, sin embargo, seguir a su lado.

Casi un siglo después, Almodóvar, al igual que Keaton, se encuentra obsesionado con el simbolismo de una historia que se puede contar con las imágenes. El paso del tiempo denunciado en una relojería o las rocas que persiguen nuevamente al recién acosado (que no casado): Keaton sabía hacer de una nimiedad una obra mayor.

Es por ello que no sorprende que esta comedia sea la elegida por el director manchego para su más reciente película. Una mujer que se enamora de su captor, un gazpacho inflado de somníferos, un reencuentro entre dos amigas... En su filmografía, todo es un gran porqué, y todo tiene su explicación, medida casi al milímetro, tratando de esclarecer cómo es que Almodóvar es Almodóvar.