Vivimos inmersos en un tebeo. Al menos así lo perciben los entendidos del mundo del cómic, un género artístico que siempre ha ido ligado a la expresión de nuestro imaginario colectivo desde una libertad gráfica que le permite cierta mirada crítica e independiente del mundo que nos rodea.
Cuando hablamos de cómic es inevitable remontarnos a los antiguos egipcios que representaban sus vivencias sobre murales, papiros y vendajes, los dibujos de las ciudades precolombinas o las primeras pinturas rupestres. Sin embargo, es en la actualidad cuando esta particular forma de contar historias goza de su mejor momento en cuanto a producción de cómics y calidad de autoras, como Ana Galván y Carla Berrocal, y autores como Coll y Urda.
Es por ello que por estos días la Biblioteca Nacional de España (BNE) vuelve su mirada una vez más hacia el campo del cómic, que en España reivindicamos llamándole tebeo, de la mano de Enrique Bordes, comisario de la exposición ¡Beatos, Mecachis y Percebes! Miles de años de tebeos en la Biblioteca Nacional que se podrá ver desde este jueves 4 de octubre hasta el 13 de enero de 2019.
La muestra expone en tres fases -Beatos, Mecachis y Percebes- la larga historia del noveno arte: el cómic. Casi tan larga como la historia de la humanidad, mediante un recorrido lineal y a lo largo de diez vitrinas podemos ver la evolución de los tebeos desde sus orígenes hasta nuestros días.
Beatos, los antepasados lejanos que contaban historias sobre tiras de vendaje de momia
Al principio de la exposición se presentan los Beatos, los antepasados lejanos que contaban historias sobre tiras de vendaje de momia, con un componente arquitectónico y teatralizado muy importante. "Por ejemplo, en la antigua Roma después de una gran gesta se recorría en un desfile con una tira en la que estaba dibujada la victoria y luego esto se cristaliza enrollado en vertical en monumentos como la Columna Trajana", dicen desde la BNE.
De hecho, la primera pieza es un fragmento del vendaje de una momia acompañado por un fragmento del Libro de los muertos, que es en realidad una tira dibujada. Asimismo, además de un formato simplificado del Códice Maya de Madrid, se pueden ver dos beatos originales: el de Liébana y el de Tábara. Éste último dibuja una sección del Monasterio de San Salvador de Tábara (Zamora) donde se puede observar escenas de santos y monjes en el interior del edificio.
Fue gracias a las nuevas técnicas de impresión que se facilitó y popularizó el uso de las imágenes impresas lo que dio pie a nuevos temas que se empiezan a alejar del ámbito religioso. Es así como se pasa del rollo a libros como las Crónicas de Núremberg -uno de los incunables más preciados y difundidos de la historia-, El Sueño de Polifilo, Las Historias del Lanzarote y el Lago, así como un compendio de comedias. Son estructuras gráficas que siguen la idea de tira narrativa y que "mantienen algo de la libertad del iluminador medieval vinculado a las técnicas xilográficas de las que sobre una misma plancha se ubicaban imágenes y textos" explican.
Mecachis, primeros cómics que experimentaron el principio de cómo hoy entendemos el mundo
Después vienen los Mecachis, su nombre se lo debe al apodo del famoso dibujante Eduardo Sáenz Hermúa. Éstos fueron los primeros cómics que experimentaron el principio de cómo hoy entendemos el mundo ya que vivieron y se reinventaron en la revolución industrial que trajo consigo la incorporación de los medios de masas, la democratización de la imagen, la fotografía, el invento de Daguerre de 1839, etc.
Es el nacimiento de la historieta contemporánea, con Rodolphe Töpffer a la cabeza padre de la historieta industrial y se caracteriza por el uso de bocadillos de texto, la vinculación del cómic con la infantil y la proliferación de las tiras diarias en los periódicos. También están presentes en la muestra otros ilustradores como Doré, Robida o Busch, todos ellos representantes de los Mecachis y pioneros en países como Francia e Inglaterra.
Percebes, desde el manga hasta la llamada novela gráfica
La exposición acaba con una mirada a la familia del 13, Rue del Percebe, un homenaje directo a Francisco Ibáñez y al edificio que se convirtió en retrato de varias generaciones. Esta última parada abarca todo el siglo XX hasta la actualidad: desde el manga hasta la llamada novela gráfica.
En este punto se reivindica el Isotipo como género a medio camino entre la imagen, la palabra y la comprensión narrada del mundo. Quizá el ejemplo de isotipo más a mano -por cotidiano- que tenemos es el del letrero de la puerta del baño. Están presentes pioneros del siglo XIX como Chris Ware o Richard McGuire y finaliza con una selección de los últimos Premios Nacionales del Cómic (PNC). El primero de ellos el Bardín el Superrealista (2007) de Max (Francesc Capdevilla), Las Meninas (2015) de Santiago García y Javier Olivares y el último, hasta dentro de una semana que será cuando se nombre el próximo PNC, Lamia (2017) de Rayco Pulido.
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