Se convirtió en reina de Escocia sin haber cumplido la semana de vida. Su padre, en su lecho de muerte, le auguró el peor de los destinos a su trono en cuanto supo que su primer y único hijo era una mujer. "¡Vino de una muchacha y acabará en una muchacha!", aseguró sobre su dinastía, que había conseguido entrar a reinar gracias a Marjorie Bruce, al casarse con Eduardo VI.
María Estuardo (1542-1587) era hija de Jacobo V y de María Guisa, la bautizaron en el catolicismo y rápidamente se la llevaron a Francia, la tierra natal de su madre. El reino que acababa de coronarla vivía momentos convulsos y vieron en el país galo la mejor forma de mantenerla a salvo. Mientras, en Escocia, una serie de regentes se encargaban de manejar un país que empezaba a dividirse por la religión, entre ellos su propia madre, a la que no volvió a ver tras partir hacia su nuevo destino.
Allí la casaron pronto, con el Delfín Francisco. Juntos subieron al trono francés en 1559 y su felicidad apenas duró un año. A los pocos meses su marido moría y ella se quedaba viuda y sin reino.
Escocia e Inglaterra
Volvió rápidamente a Escocia, donde la esperaba su hermanastro, Jacobo, hijo ilegítimo del rey Jacobo V, y que estaba en el bando protestante. Su relación sufrió ciertos altibajos, iban del apoyo al odio y Jacobo siempre se pensó con más derecho al trono que su hermana. A los cuatro años de llegar, decidió acabar con el luto y se casó con Enrique Estuardo, su primo hermano, con el que en 1566 tuvo a su hijo, al que también llamó Jacobo y con él que salvó su futuro legado.
Pero el sino de María parecía que era la soledad. A los pocos meses la casa donde se encontraba su marido explotó y los cuerpos de él y el de uno de sus sirvientes se encontraron en el patio de atrás. Todo parecía un accidente, hasta que los médicos aseguraron que no habían muerto en el incendio, sino que habían sido asesinados momentos antes de que todo estallara. James Hepburn, conde de las islas Órcadas, fue el principal sospechoso. Le sometieron a juicio, pero no encontraron pruebas suficientes contra él y lo dejaron libre. Al mes anunció su compromiso con la reina.
El pueblo se sublevó y en 1557 María tuvo que abdicar en su hijo Jacobo y huir a Inglaterra, buscando en su prima Isabel I un ansiado asilo
Los rumores sobre que entre los dos habían orquestado la muerte del anterior marido de María se escucharon por todo el país. El pueblo se sublevó y en 1557 María tuvo que abdicar en su hijo Jacobo y huir a Inglaterra, buscando en su prima Isabel I un ansiado asilo. Quizá esta es la época más interesante de la vida de María Estuardo y por eso es la que este viernes 8 de febrero ha llegado a los cines con María reina de Escocia, con Saoirse Ronan en el papel protagonista, y en la que Margot Robbie es Isabel Tudor.
Eran primas y eran dos mujeres en un mundo dirigido por hombres, por lo que se les intuía cierta complicidad. Pero María era muy querida por el ala católica de Inglaterra y había muchos que la consideraban la reina legítima. Además, ella ya había reclamado derechos sobre el trono inglés por lo que la cordialidad de su prima había desaparecido. En cuanto llegó la confinó de castillo en castillo en el interior del país. Así la tuvo 18 años enteros hasta que Isabel consiguió acabar con ella.
En 1586 fue sometida a juicio por intentar asesinar a la reina de Inglaterra, había estado involucrada en la conspiración de Babington y detenida mientras intentaba huir cabalgando. En octubre la condenaron a muerte, y en febrero de 1587 anunciaron su ejecución. Cuentan que se pasó toda la noche anterior rezando, que escribió al rey de Francia y que justo antes de ser ejecutada dijo: "En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu".
Pero María no fue decapitada a la primera. El primer golpe fue desacertado y solo rozó parte de su cuello. El segundo, no consiguió cortar del todo la cabeza, quedaban unos tendones que unían rostro y cuerpo. Tuvieron que recurrir a un hacha para completar la ejecución.
Las malas lenguas cuentan que el verdugo levantó la cabeza, gritando: Dios salve a la reina. La estaba agarrando del pelo cuando la cabeza cayó. María llevaba una peluca y su cabeza comenzó a rodar por el suelo. Tenía el pelo corto y gris, ya no era esa reina pelirroja que había ostentado dos tronos a la vez. Isabel se horrorizó al oír aquello y tuvo miedo de sufrir el mismo destino por parte del hijo de María, en ese momento rey de Escocia.
Sería él, el que años más tarde, ante la negativa de Isabel I a tener marido y herederos se convertiría en Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia.
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