En 1958 a un lord inglés, Colin Tennat, que era hijo del barón de Glenconner, los inviernos en su castillo en Peebles, en Escocia, se le hacían demasiado fríos y excesivamente largos. Llevaba años pasando esos meses en el Caribe y comprobando que le salía más barato largarse al otro lado del océano que calentar todas aquellas habitaciones.
Así que aquel invierno de finales de los cincuenta, en cuanto vio la isla de Mustique, decidió que tenía que hacerse con ella, con los 5,7 kilómetros cuadrados que estaban totalmente desiertos y por los que pedían 45.000 libras.
La compró y al poco tiempo ya la tenía acondicionada, para poner electricidad y agua vendió un par de Lucian Freud que tenía en Escocia, y comenzó a invitar a toda la nobleza inglesa.
Construyó casas para invitados para que vinieran a pasar los inviernos, y cuando supo que la princesa Margarita se iba a casar, decidió regalarles a ella y a su futuro marido un trozo de su isla caribeña para que se hicieran la suya.
La historia se quedaría aquí. En la opulencia de un lord inglés, sus caprichosos y desvaríos. En un regalo llamativo. Pero es que aquella isla, Mustique, que ahora recupera la serie The Crown, fue el escondite de Margarita, el lugar donde ella y muchos artistas del momento se refugiaban cuando ni los móviles ni internet podían encontrar a cualquiera.
En 1976, cuando su matrimonio hacía aguas, Margarita fue a Mustique con Rodd Llewellyn
Allí se alojaron, incluso le compraron a Tennat casas, Mick Jagger, David Bowie, el poeta Felix Dennis y otros tantos que querían vivir sin que nadie se entrometiese en sus excentricidades. Pero en 1976, cuando el matrimonio de Margarita hacía aguas, ella acudió a Mustique con un jardinero, Rodd Llewellyn, al que había conocido unos años atrás, y el escondite se destapó.
Su marido, el fotógrafo Tony Armstrong-Jones, llevaba tiempo con otra mujer y ella se desahogaba con un chico 17 años más joven que, según cuenta en la serie, fue uno de los pocos que la hizo casi feliz. No habría pasado nada, todos en la casa real inglesa sabían de la existencia de Llewellyn, pero un fotógrafo les tomó algunas imágenes en la isla y la prensa británica las devoró.
Portadas y portadas de periódicos. La princesa junto a un chico en una isla mientras su marido se encontraba en Londres. A los dos años no quedaba nada de aquel matrimonio. Armstrong no fue capaz de soportar lo que consideró la humillación pública de Margarita y la convirtió en la primera princesa separada de la monarquía británica.
Les Jolies Eaux y las fiestas de Tennat
Pero aquellas fotos no sólo provocaron aquel divorcio, sino que Mustique se puso en la boca de todos. A partir de ese momento la vida de la princesa Margarita en aquel lugar dejó de ser un secreto. Se sabía el nombre de su casa, Les Jolies Eaux, y años más tarde aparecieron fotos de ella en una fiesta acompañada de un nativo de la zona que solo llevaba un taparrabos.
Era Tennat el que las organizaba todas y eran los demás, como diría la prensa británica, los que dejaban la vergüenza fuera de la isla. No todos estaban invitados. Los turistas se medían a cuentagotas y la prensa estaba totalmente prohibida. Tal la era la tranquilidad de aquel lugar por el día que Bowie vendió su casa a los pocos años porque con aquel silencio no era capaz de componer y tal era el ruido por la noche que Jagger nunca dejó de acudir.
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