Si alguien tiene autoridad para dar una predicción sobre cómo será el teatro del futuro es Jordi Galcerán. El dramaturgo catalán lleva más de dos décadas cosechando éxitos en los escenarios con la fórmula elemental de texto, acción y trabajo actoral. El método Grönholm, El Crédito o Burundanga son algunas de sus obras convertidas en taquillazos.
El Teatro Cofidís Alcázar de Madrid repone El método Grönholm bajo la dirección escénica de Tamzin Townsend y un elenco compuesto por Luis Merlo, Jorge Bosch, Marta Belenguer y Vicente Romero. Desde su estreno en 2003 la obra ha sido montada en cerca de 70 países donde ha corrido diferente suerte. El caso más espectacular es Moscú, donde lleva once años en cartel.
En estos años el texto apenas ha envejecido, “he repasado el texto en alguna cosita que después de 15 años ha cambiado un poco pero es exactamente el mismo texto son detalles. El texto trata de cuatro personas que están optando a un puesto de trabajo, esto es una cosa completamente atemporal funcionaba igual en aquel momento y funciona ahora. Se han quedado obsoletos detalles concretos, por ejemplo, la mujer decía cuando entraba en escena que ella era la única entre cuatro hombres, y que eso era el 25% considerado lo políticamente correcto. Eso era hace 15 años, ahora ya no es suficiente, lo políticamente correcto sería un 50%”, explica Galcerán a El Independiente.
Sobre la escena los cuatro personajes que compiten por el puesto de ejecutivo en una empresa sueca son capaces de todo por obtener el trabajo. Una idea sencilla que es la clave de su éxito. “Es una cosa que es universal y que ha sucedido siempre, hay gente que opta a un puesto de trabajo y hay gente que tiene que seleccionar entre uno y otro y esto no cambia”, asegura el autor.
Es mucho más fácil escribir guiones de una serie, pero una obra de teatro es muy difícil
Pero dar con una idea buena es el principal escollo del autor teatral. “Cada día me siento con la intención una obra de teatro, pero no es fácil. Es mucho más fácil escribir guiones de una serie, pero una obra de teatro es muy difícil y más una comedia que tiene ser una idea muy simple, muy clara. Para mí, eso es lo más complicado, encontrar una buena idea”, mantiene Galcerán.
Desde sus primeros éxitos teatrales el dramaturgo alterna su producción teatral con las series de televisión. “Yo tengo mucha suerte y mis obras han funcionado muy bien, pero ganarte la vida solamente con el teatro es muy difícil. Todos los autores de teatro, o un 98% viven de escribir ficción de series y películas, porque vivir del teatro es muy difícil”.
Mundo audiovisual frente a la escena
Galcerán asegura que con las series ha aprendido a escribir de otra manera y que ese conocimiento le ha servido para el mundo del teatro. Para el autor, la amplia oferta audiovisual actual favorece al teatro. “La idea de que el exceso de oferta audiovisual que tenemos ahora hace que la gente vaya menos al teatro es falsa, es lo contrario, la gente lo que pide es directo, yo entiendo que si acaso irán cada vez menos al cine, pero no al teatro. Irán más al teatro porque cuando la gente sale busca el directo, ya tiene una pantalla muy grande en casa. Está explosión audiovisual es positiva”, asegura.
Lo que sí observa Galcerán es que el espectador ha cambiado. “Está mucho más acostumbrado ahora a consumir ficción, mucho más y con un nivel de acción más alta. Hoy en día el espectador es un gran experto en consumir ficción. Hay momentos que tienes que ser rápido, porque el espectador está acostumbrado a ese ritmo, en el caso de El método Grönholm la acción es muy trepidante, están sucediendo cosas constantemente”, explica el dramaturgo.
El espectador va al teatro a ver lo que no puede ver en la pantalla: actores, palabra y verdad
Una ventaja del espectador en el teatro es, según Galcerán, que es más receptivo y no pone límites. “Yo creo que cada vez teatro será el espacio donde veamos las cosas más atrevidas, el espectador de teatro acepta mucho mejor la provocación, una cosa que tiene el mundo audiovisual es que es muy políticamente correcto. Es muy difícil hablar de temas complicados en una serie de televisión. Ya se está viendo un pequeño boom teatral que usa cosas reales, que las explican de una manera mucho más directa al espectador, y esto es muy difícil que suceda en la ficción audiovisual. Dentro de 20 años habrá más incorrección política, provocación y denuncia en el teatro”.
Según el escritor el teatro no puede competir con la espectacularidad del mundo audiovisual. No podemos hacer montajes sincopados, ni persecuciones de coches. ni nada de esto. La gente cuándo va al teatro lo que quiere son actores y palabra, no hay que intentar competir narrativamente con el cine. Si quieres hacer una obra con sesenta escenas como sesenta secuencias que tiene una película, te equivocas. El espectador va al teatro a ver lo que no puede ver en la pantalla: actores, palabra y verdad”, concluye.
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