Fue la artista más joven contratada por Sony, la cantante de la década del 2010, ganadora de 10 premios Grammy, la mujer que ha sacado siete discos y que no ha fallado en ventas con ninguno.
A Taylor Swift la llamaron industria, como si ella fuese todo en la música. Compone sus propias canciones, mira al máximo cada detalle de sus videoclips, mide cada palabra, o medía.
Fue niña prodigio. Fue la guapa, sexy, novia de américa. La niña buena que no hablaba de política. Y dijo que basta. Se cansó de estar cansada en cada concierto porque no comía lo suficiente, también de decir que ella "no hablaba de política". Se cansó de todos y ahora algunos la llaman gorda y puta y a ella le sale una sonrisa de medio lado.
Su evolución, tanto artística como personal, aparece ahora en Miss Americana, un documental de Netflix que narra la historia de una de las cantantes más poderosas del mundo. También la de una generación de mujeres que tomó conciencia de su voz y de la fuerza de esta a medida que crecían.
"Una buena chica no hace opiniones políticas. Una buena chica saluda y da las gracias, me decían. Y así me convertí en la persona que todos querían que fuese", recuerda Swift en la primera parte del documental que va acompaña de imágenes que la muestran muy delgada, siempre perfecta, sonriendo y diciendo que ella no se metía en jaleos. La niña perfecta, la llamaban. El ejemplo para todos.
Pero en esas imágenes también se puede ver que tenía que soportar ciertas humillaciones y no mover un dedo para corregirlas. En 2009, en la gala de los premios MTV, la cantante que entonces tenía 20 años recogía un premio al mejor vídeo musical. Cuando estaba a punto de decir una palabras, Kanye West le quitó el micrófono y aseguró que Beyoncé merecía más ese galardón. Ella se quedó bloqueada, inmóvil, y tragó, porque no pensó que podía hacer otra cosa.
Durante cuatro años tuvo que aguantar que la llamasen mentirosa y aprovechada
También como unos años más tarde, en 2013, el presentador de radio David Mueller le metió la mano por debajo de la falda y le tocó el culo. Swift en ese momento no reaccionó, pero a los días le puso una demanda por acoso sexual que acabó ganando en 2017. Durante cuatro años tuvo que aguantar que la llamasen mentirosa y aprovechada, pero allí, ya con más fuerza y más consciente de la necesidad de alzar su voz, aseguró que iba a por todas porque no había estado "tan segura de nada" en su vida.
Además, en 2016 Kanye West volvió al ataque y la llamó «puta» en una de sus canciones asegurando que Swift le había dado permiso. Ella se quejó, dijo que eso no era así y la opinión pública fue a por ella. Se creó un hashtag en su contra, miles de comentarios por segundo, las televisiones haciendo sangre, su nombre en la portada de tabloides llamándola «falsa y aprovechada» y la cantante decidió desaparecer.
"Nadie me vio durante una años y creía que era lo que todos querían. Tuve que deconstruir un sistema de creencias. Tirarlo a la basura y rechazarlo", asegura sobre esa actitud de gustar a todo el mundo. "Me di cuenta de que siempre intentaba ganarme el respeto de la gente. Y de que la felicidad no dependía de los demás", añade.
Esos dos momentos marcan el cambio de Taylor Swift, cómo dejó de callarse y cómo en 2018, ante las elecciones para representar al estado de Tennessee en el Senado y las declaraciones de la candidata Marsha Blackburn sobre la homosexualidad y la mujer, estalló.
Me he mostrado reacia a expresar públicamente mis opiniones políticas"
"En el pasado, me he mostrado reacia a expresar públicamente mis opiniones políticas, pero debido a varios eventos en mi vida y en el mundo en los últimos dos años, me siento muy diferente al respecto. "Siempre he emitido y emitiré mi voto en función de qué candidato protegerá y luchará por los derechos humanos que creo que todos merecemos en este país. Creo en la lucha por los derechos LGTBI, y cualquier forma de discriminación basada en la orientación sexual o el género es INCORRECTA. Creo que el racismo sistémico que todavía vemos en este país hacia las personas de color es aterrador, repugnante y prevaleciente", comenzaba el comunicado que colgó en su cuenta de Instagram.
Y continúo aludiendo directamente a Blackburn: "Ella votó en contra de la reautorización de la Ley de Violencia contra la Mujer, que intenta proteger a las mujeres de la violencia doméstica, el acoso y la violación en citas. Ella cree que las empresas tienen derecho a rehusarse a atender a parejas homosexuales. Ella también cree que ellos [los homosexuales] no deberían tener derecho a casarse".
Las palabras de la cantante fueron bien vistas por aquellos que la habían imaginado del lado de Trump y muy mal llevadas por el presidente que aseguró que ahora su música le gustaba "un 25% menos". Pero Swift, que había acabado discutiendo con su equipo ya que no querían que se metería en política, solo le dijo a todos lo que estaban en contra que "a tomar por culo".
Si tengo el culo que les gusta, tengo tripa; sin tripa, se meten con mi culo"
También lo hizo con los que empezaron a llamarla gorda. "Si tengo el culo que les gusta, tengo tripa; sin tripa, se meten con mi culo. Tengo clara una cosa: yo ahora me encuentro mejor que nunca", asegura en el documental después de que una foto llenara portadas con titulares de embarazo.
En 2019, en la misma gala en la que Kanye West la había humillado apareció una Taylor Swift de casi 30 años, con un carrerón, sabiendo la fuerza que tenía su voz y coronándose como «la artista de la década». «Tendré éxito hasta que la sociedad decida que lo tenga, pero ya no hago caso a lo demás. Estoy orgullosa de haberme librado de ese bozal y haberlo hecho yo sola», sentencia en Miss Americana.
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