La última en caer ha sido Lo que el viento se llevó. La película que consiguió por primera vez que una actriz negra levantase en alto el Oscar ha sido esta semana retirada de HBO y repudiada por algunos por hacer "apología de la esclavitud".
No es la única. Hace unos días la creadora de la serie Friends tuvo que pedir perdón por la falta de diversidad racial en la serie, justificándose en otra época, en otra mentalidad. Quizá con miedo a que la sociedad actual viese en aquellos seis amigos blancos una bandera a favor del racismo. Algo similar a lo que ha ocurrido con Little Britain, también retirada por la BBC y Netflix porque sus actores se pintaban la piel para interpretar a gente negra. Se trata de un programa de humor.
La cultura, el arte, ha vivido toda su historia bajo la mirada inquisidora de la sociedad. No somos ahora más tolerantes con las pinturas y las esculturas y hemos demostrado que tampoco lo somos con el cine o la televisión. Hablamos de libertad de expresión siempre que esta esté en línea con la nuestra.
Si antes los desnudos en los cuadros se llegaron a considerar pecado para quien los pintaba o incluso para quien los admiraba, ahora la corrección política nos lleva a descartar películas o series de otras décadas con la mentalidad equivocada: pensar que deben ser ejemplarizantes, reflejo de una sociedad perfecta, igualitaria. Una corrección que nos lleva a considerar al espectador una esponja que no sabe diferenciar entre la realidad y la ficción, entre el ayer y el ahora, un menor de edad expuesto ante actitudes incorrectas.
Rivas-Vaciamadrid censuró una ilustración de 'El origen del mundo' por las protestas de padres
Los mismos que hoy aplauden que Vivien Leigh deje de aparecer en las pantallas pusieron el grito en el cielo el año pasado cuando el alcalde de Rivas-Vaciamadrid decidió censurar una ilustración que copiaba El origen del mundo de Gustave Courbet. Muchos padres lo consideraron inapropiado puesto que estaba en una vaya publicitaria cerca de un parque infantil y los niños podían ver al desnudo las partes femeninas de una mujer.
Dos mentalidades opuestas que deciden qué es o no adecuado mostrar a un público mayoritario. Javier Portús, conservador de El Prado, explica muy bien cómo el arte lleva muchos siglos sometido a los limites morales de cada época: "En Europa, y muy concretamente en la España de los siglos de la Edad Moderna a partir del Renacimento, el desnudo en el arte era una especie de frontera donde confluían conceptos muy diferentes. Por una lado, la representación del cuerpo humano por excelencia, el sujeto como portador de las emociones, el tema que utilizaban los artistas para desarrollarse y, por otro, el desnudo, sobre todo el femenino, como algo peligroso", explica.
Se prohibía expresamente a los artistas la representación del desnudo femenino, exponer cuadros de desnudo de manera publica suponía un pecado
En aquella época tanto los reyes españoles como los nobles se convirtieron en grandes aficionados y coleccionistas de pintura. "No solo española sino también internacional y tenían muchos desnudos", matiza, mientras que estaba prohibida su exhibición pública. "En 1632 se publicó un escrito que recogía la opinión de varias decenas de teólogos y de hombres de la Iglesia y la conclusión fue que pintar un desnudo era caer en pecado mortal. Se prohibía expresamente a los artistas la representación del desnudo femenino, exponer cuadros de desnudo de manera publica suponía un pecado, pero si admitía la posesión de cuadros de desnudos mientras no se mostraran públicamente", explica, hablando de esa doble moral, del miedo a que el pueblo llano no supiera asumir el arte como tal y lo hiciera en su lugar como un dogma.
Según Portús, esta "censura" ha ocurrido en todas las épocas. "Lo que cambia son los limites de la moral, de lo que se considera admisible y no admisible y dentro de eso esta también la idea de lo publico y lo privado. De lo que se puede consentir de manera privada pero no en su exposición y en lo que ésta tiene de propaganda pública. Eso es algo inherente al a ser humano como animal social, siempre han existido una serie de limitaciones y lo que con el tiempo cambia es la definición".
Antes, sin series y sin películas, las que sufrían eran las obras de arte y las de teatro. Ahora, la televisión y el cine son las principales dianas de esa censura moral.
De 'Carmen' a 'El señor de los anillos'
El año pasado, en 2019, el director de escena Leo Muscato autocensuró la obra Carmen. En ella, una mujer es asesinada por un hombre por celos. Muscato decidió que aquel final no era el correcto para esta época y cambió el arma de mano, dándosela a ella. Una obra del siglo XIX, una de las más conocidas óperas de Bizet fue transformada para que el público no la intuyese machista y para que esta no influenciara en su comportamiento. Muchos lo tildaron de "ridículo buenista", otros aplaudieron efusivos aquel cambio.
Este año le ha llevado el turno a El señor de los anillos, no sólo a la película, también a la obra literaria publicada a mediados de los años 50. La tachan de machista por tener pocos personajes femeninos, de no representar a la sociedad como es. Hablamos de una obra con elfos, hobbits y orcos.
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