«Porque estoy loca», responde Isabel Coixet a El Independiente cuando se le pregunta acerca de la elección de Benidorm como paraíso escénico de su nuevo largometraje, Nieva en Benidorm. «Es un lugar que inspira mucho», explica. «Esa cosa entre los jubilados, los imitadores de Elvis, las acrobacias vaginales, los rascacielos, la niebla, el sol, el contento permanente que tiene la gente», enumera, «es un buen caldo de cultivo para cualquier historia».
La suya, protagonizada por los británicos Sarita Choudhury y Timothy Spall, presenta a la ciudad alicantina como escaparate de «una aventura entretenida en un mundo extraño» donde los personajes principales, Alex (Choudhury) y Peter (Spall) van descubriendo sus peculiaridades y aquellas de los que conforman su círculo más personal.
Estoy harta de estar tanto tiempo en el sofá y del mundo series, Zoom y teletrabajo
«Las películas tienen que tener una vida en las salas», apunta la cineasta catalana, que ayer, mientras paseaba por la Gran Vía madrileña, «veía a la gente entrar en manadas a Primark» y pensó que «también podrían ir a las salas de cine», espeta. «Hay algo de hipócrita en toda la situación», explica tajante acerca de los diferentes criterios de aforo, apertura o cierre. «Sé que hay miedo e incertidumbre pero, ¿no tienen pavor de entrar aquí, donde está todo el mundo?», relata en referencia a la conocida tienda que atraviesa el corazón de la ciudad.
«Estos meses la gente se ha acostumbrado a verlo todo en la pantalla pequeña», admite Coixet. Ella, al contrario, necesita «un contexto en el que pueda tener la atención dedicada a algo, eso es el cine», cuenta emocionada. «¿Estará la gente dispuesta a volver a disfrutar de la gran pantalla? No lo sé», señala dubitativa acerca del futuro del gremio cinematográfico.
Admite que la población «está a medio gas» debido a una situación pandémica, «que se está alargando mucho», y reconoce estar «harta de estar en el sofá tanto tiempo», superada «por el mundo de las series, el Zoom y el teletrabajo», indica. «Ahora viene la Navidad y me importa tres narices. ¿Que no se puede reunir toda la familia? Pues mejor, así no discutirán. Igual este año la gente se lleva mejor», comenta irónica.
Hay mucha gente a la que no le debo caer bien, pero otros conectan con lo que hago, aquí y en todo el mundo
En Nieva en Benidorm, el cine más pausado se cuela entre las butacas y da lugar a «una atmósfera que propone que las piezas del puzle no se cuenten del todo», señala. «He querido dejar cabos sueltos, que el espectador sea activo y se quede intrigado pensando cómo es, cómo va a ser y qué es lo que pasa realmente» en la historia.
En en el largometraje que ha contado con la colaboración de El Deseo, la productora de Pedro y Agustín Almodóvar, la figura de la escritora Sylvia Plath hace su aparición en el mítico y siempre rebosante paseo marítimo de Benidorm. La poeta pasó su luna de miel con Ted Hughes en la ciudad alicantina en 1956, y muchos de los personajes que aparecen en Nieva en Benidorm son atravesados por la fuerza y dureza de su La campana de cristal. «No soy una fanática de la poesía, pero Plath es de las pocas autoras que me han llegado», admite Coixet, que se empapó de la obra culmen de la americana cuando tenía 15 años. «Cuando leí sus diarios y vi que había vivido en Benidorm, pensé que era el personaje más alejado que pudieras pensar que habría pasado por aquí», ríe.
«Cada segundo, la ciudad se hace más y más pequeña, pero realmente eres tú el que se hace más pequeño y solitario, alejándote de todas esas luces y esa emoción», dice Plath en La campana de cristal. Un sentimiento que comparten Choudhury y Spall en Nieva en Benidorm, y que, como bien enunció la poeta en una de sus frases más compartidas por usuarios de Instagram en un domingo gris y taciturno, les enseñará a no esperar nada de nadie para evitar la decepción.
Entre escenas rodadas en Pola Park, música de las Baccara, homenajes esporádicos de lo chabacano y rascacielos que recuerdan que somos más pequeños e insignificantes de lo que creemos, Isabel Coixet ha creado un universo cinematográfico que convierte lo trivial en poético.
Por equidad nos toca la mitad del poder, pero yo preferiría un poco más
«Soy una cineasta que ha podido hacer muchas películas, hay mucha gente a la que no le debo caer bien, pero otros conectan con lo que hago aquí y en todo el mundo, y gracias a eso puedo seguir trabajando», apunta la directora.
Trabaja, sigue y se exige. El vivir de primera mano la situación del gremio siendo mujer ha llevado a Coixet a reclamar mejoras para ella y sus compañeras, una de las más vocales, la de los Goya de 2018 en la que mostró con fuerza el abanico rojo que reclamaba que Más mujeres coparan los focos en el mundo del cine. Sin embargo, cree que la situación está cambiando y que cada vez son más las figuras femeninas las que adquieren notoriedad en la gran pantalla. «Hay necesidad de otras voces», señala. «Todavía hay gente que se queja de que somos demasiadas, pero oiga, es que somos la mitad del mundo, por equidad nos toca la mitad del poder», indica. «Yo preferiría un poco más, siempre es mejor», concluye.
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