“Si las posibilidades de supervivencia en este mundo dependieran de quién fueras tú y de lo que hicieras ¿Quién serías? ¿Qué harías?” Esta reflexión que lanzaba en sus conferencias Buckminster Fuller (1895- 1983) está hoy más vigente que nunca. El genio visionario considerado el Leonardo Da Vinci del siglo XX abrió caminos nuevos en nuestro pensamiento por los que ahora campamos los mortales del siglo XXI.
“El punto de partida básico de Fuller sigue siendo correcto, la noción de una especie de corresponsabilización colectiva del impacto que cada uno de nosotros dejamos en el mundo, el que tenemos y lo que podemos hacer para cambiarlo”, explica a El Independiente, José Luis de Vicente comisario -junto con Rosa Pera- de Curiosidad radical. En la Órbita de Buckminster Fuller, que se puede ver en Fundación Telefónica hasta el 14 de marzo.
“Se trata de una exposición que recorre la desbordante trayectoria de una de las figuras más fascinantes del siglo XX, que en España no es muy conocido, pero que Estados Unidos es un icono que representa la experimentación radical, la invención, la imaginación y que si es importante por algo es por haber roto los límites entre diseño, arquitectura, ciencia ingeniería, arte y filosofía en una trayectoria de más de siete décadas que empezó en los años veinte y abarca hasta su muerte en 1983”, asegura el comisario.
En esos años el genio se atrevió con todo lo que suponía un reto para la humanidad en el futuro: “Fuller es de los primeros activistas que llama la atención, desde su trabajo, sobre el hecho de que todos somos habitantes de un único planeta que somos tripulantes de un vehículo de la nave espacial Tierra, que es un circuito cerrado y cuyos recursos son limitados y que no era posible seguir adelante ignorando el hecho básico de que los recursos que tenemos no son infinitos”, afirma De Vicente.
Con esta preocupación sobre su pensamiento reinventó la vivienda, repensó la movilidad y buscó nuevas maneras de relación con la naturaleza. “En los años 30 empieza a pensar ya en viviendas en términos de ligereza y movilidad, cómo dar soluciones habitacionales utilizando la menor cantidad de material posible, que sea ligero, rápido y asequible y que nos permita reducir nuestro impacto en el mundo. Es famosa la frase a uno de sus discípulos más conocidos, Norman Foster. ¿Cuánto pesa su edificio, señor Foster?, como una llamada a la responsabilidad en la relación que tenemos con los recursos”, explica el comisario.
La exposición recoge las aportaciones del genio a nuestro mundo que según De Vicente están muy presentes en nuestros discursos sobre el diseño, la arquitectura y el arte en el siglo XXI. “En otros momentos se consideró a Fuller un inventor desaforado que creó imágenes muy poéticas pero que fracasó, pero visto desde 2020, desde el mundo en estado de crisis constante de 2020 a través de la crisis planetaria, las crisis de los refugiados y la actual crisis [del Covid] en la que estamos, Fuller es un conjunto de recursos de preguntas constantes y de invitación a repensar en la manera que hacemos las cosas”, asegura.
Pionero del diseño biomimético
Buckminster Fuller fue un pionero en buscar en la naturaleza fuentes de inspiración, su famoso Dymaxion Car se inspira en cómo los peces usan las aletas para cambiar su dirección y reimaginar cómo un vehículo se mueve en el espacio. "Esto le lleva a ser uno de los pioneros en lo que hoy llamamos biomímesis o diseño biomimético, que es acudir a la naturaleza como fuente para diseñar sistemas", afirma De Vicente. Lo que tú harías por mejorar el planeta, ya lo pensó Buckminster Fuller hace décadas.
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