Concha Velasco aseguraba cuando estrenaba La habitación de María que sería su última obra de teatro, pero quién sabe lo que puede pasar cuando, como dice, subirse a las tablas de un escenario es “lo único que me ha sacado del confinamiento”.
Lo explica a Efe al llegar a Andalucía, donde esta semana estará en el Cervantes de Málaga y el Lope de Vega de Sevilla poniéndose en la piel de la escritora Isabel Chacón, a la que, en la ficción, ni siquiera recoger el Premio Planeta le hizo vencer la agorafobia que la tiene recluida en la planta 47 del edificio en el que vive en Madrid.
“Siempre digo que va a ser la última representación, sobre todo por la edad”, asegura y lamenta, recordando la personalidad del personaje que representa, que la pandemia la ha confinado, aunque doblemente, “como a todas las personas mayores”, bromeando incluso: “si no fuera por el teatro, no me movería de casa”.
De hecho, nada más estrenar la obra en San Sebastián, llegó el confinamiento y se tuvo que suspender la cita de Valladolid. "Estuvimos dos meses encerrados, hasta tal punto que mis hijos no solo no me dejaban salir, sino que no dejaban entrar a nadie”, lamentando que “como a todas las personas mayores, que nos dejen en casa recluidas me ha afectado enormemente”.
“Casi podría decir que pagarían un sueldo para que no saliese de casa”, bromea, y se refiere enseguida a la sensación agridulce que le supone ahora acudir a escenarios como el del Teatro Cervantes de Málaga y estar solo una noche: “porque he estado antes, hasta una semana, y con el teatro lleno, pero hay que pensar que las cosas están así ahora y que un día es mejor que nada”.
Lo que no cambia la pandemia es su forma de afrontar su cita con los escenarios, ya que nada más comenzar la representación, como ha hecho siempre, se aísla totalmente de lo que le rodea, “y me doy cuenta del aplauso final, en el momento en que hablo un poco con el público, algo que a algunos directores no les gusta, pero es una forma de ser mía”.
Una relación con el público que, hasta eso, ha cambiado la pandemia, según asegura, pues se ha dado cuenta de que “en el patio de butacas hay gente más joven que personas mayores, que seguramente a los mayores no les dejan salir de casa ahora ni para salir al teatro”.
El aplauso final, en el momento en que hablo un poco con el público, algo que a algunos directores no les gusta, pero es una forma de ser mía
Con todos los problemas que la cultura está afrontando, Concha Velasco destaca la figura del productor de la obra, Jesús Cimarro, que ha apostado muy fuerte para que el montaje salga adelante, “y eso que es impresionante el montaje, con un tráiler para el decorado, cinco técnicos… Es una función muy costosa, muy bien escrita, y se ha apostado muy fuerte por ella”.
La actriz se mete en la piel de una escritora recluida en su casa los últimos 43 años, relatando las decisiones que tiene que tomar en los 75 minutos que el incendio que se ha iniciado en el edificio va a tardar en llegar a la vivienda, y le va a obligar a salir de ella.
“¿Sabes por qué las personas con agorafobia viven en los pisos más altos? -pregunta la actriz durante la entrevista- Porque no se quieren cruzar con nadie ni en el pasillo, quieren ver a la menor cantidad de personas posible”, explica metida de lleno en un personaje que la tiene de gira por España gracias al texto escrito por su hijo Manuel, y que el director, José Carlos Plaza, repasaba con ella durante el confinamiento para que su personaje siguiese vivo y fuerte.
Es una escritora interpretada por una actriz que lleva trabajando más de 70 años, y recuerda que fue gracias a que su madre, cuando su padre tenía que elegir ser trasladado desde Marruecos a Canarias o Madrid, optó por la capital de España, “porque la niña quería ser artista”, y tuvo más posibilidades de formarse allí.
Ahora falta saber si esa niña, que después fue chica, pero de la Cruz Roja, y acumula folios y folios de su vida laboral, se retira definitivamente tras salir de La habitación de María, aunque cuando en 2018 se subió a los escenarios para encabezar El funeral en el Teatro La Latina de Madrid, aseguraba que con esa obra se “cortaba la coleta”.
Pero quién sabe si en un cajón está el guión con el que Concha Velasco vuelva que decir que, quizás y solo quizás, es su despedida de las tablas.
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