Hace exactamente un año el único show al que se podía acudir era al de los vecinos siguiendo los vídeos de gimnasia Patry Jordan en YouTube. Algunos abrían las ventanas y dejaban que su ejercicio se convirtiera en bien público mientras las calles presentaban un aspecto lánguido y hueco. Hace exactamente un año el mundo cerró hasta nuevo aviso y las únicas terrazas que se disfrutaban eras las improvisadas en apartamentos con ventanas de medio metro.
El gremio cultural se reivindicó como nunca y se situó en el podio de un pedestal que, tras la reapertura, desvaneció. 'La cultura es segura' se ha convertido en un híbrido de eslogan político y social, pero cines, teatros y salas han tenido que justificar su renacimiento como ningún otro.
Algunos han caído, como el Teatro Pavón Kamikaze, otros han resistido como han podido: con aforos a medias, con goteo de visitantes y con obras canceladas. Un año después del gran encierro, y con motivo del Día del Teatro, El Independiente habla con tres de los grandes recintos de Madrid tras sus 365 días más complejos.
"La mayor alegría que hemos tenido ha sido la respuesta del público, la contundencia y la implicación de los profesionales y el compromiso del equipo", afirma Natalia Menéndez, directora artística del Teatro Español. "Abrir con humor y oír las carcajadas el primer día fue emocionante, en las primeras funciones gritaron 'Viva el teatro' varias veces", explica Menéndez en referencia a la reapertura tras la desescalada. "La respuesta del público ha sido muy importante, ante cualquier impedimento ha habido mucha paciencia y tranquilidad".
El Teatro Real, "la tercera institución cultural de este país", se convirtió en el primer recinto en todo el mundo que abría sus puertas después del confinamiento. "Ahora somos de los pocos teatros que seguimos abiertos con una programación estable", indica Ignacio García-Belenguer, su director general. "La pandemia ha sido la mayor catástrofe que ha tenido España y el mundo, pero hemos intentado mantener la cultura viva y la ópera abierta", añade.
Oír las carcajadas el primer día fue emocionante, en las primeras funciones gritaron 'Viva el teatro'"
NATALIA MENÉNDEZ, DIRECTORA ARTÍSTICA DEL TEATRO ESPAÑOL
"El teatro es un arte en vivo que conmueve, que hace reír, emocionarse, pensar... y lo hace en directo creándose una comunión entre espectadores y artistas que pocas artes tienen", relata Antonio Fuentes, director del Teatro Lara de Madrid. "Si algo lo caracteriza es que es un arte en equipo, un viaje creativo que se realiza en compañía", añade.
Ayudas, escollos y polémicas
Una de las grandes reclamaciones del gremio cultural ha sido la lacra de apoyo y subvenciones durante la pandemia. La creación de Alerta Roja, movimiento de unificación del sector del espectáculo que reivindicó lo anterior en numerosas ciudades del país, pedía a gritos que aforos, salas o recintos fuesen acomodados a las necesidades sanitarias para que la industria no estuviera ni un mes más parada. Algunas capitales han tenido más fortuna que otras en lo que a cierres se refiere.
"El Ayuntamiento de Madrid nos ha respaldado, pero todavía hay que apoyar a muchos sectores de la cultura porque la situación es muy frágil tanto para artistas como para técnicos", admite Natalia Menéndez.
"Todos los sectores hemos tenido la necesidad de sentirnos más arropados aún", relata el director del Teatro Lara. "No nos gusta opinar sobre otros gremios, pero defendemos que el teatro es seguro", explica en referencia a la reticencia de ciertos sectores sociales a acudir espacios cerrados, mientras las terrazas de la capital rozan el lleno absoluto.
El camino ha sido duro y difícil, pero nos hemos encontrado con un público recurrente que vuelve al Lara"
Antonio Fuentes, director del Teatro Lara
"El camino en estos meses ha sido duro y difícil: primero abrir y animar al público a venir, después acostumbrarnos a las medidas de seguridad, aprender de una situación nueva y adaptar la programación a las restricciones horarias", enumera Fuentes. A pesar de las adversidades, "nos hemos encontrado con un público recurrente que vuelve al Lara", espeta el director del mítico teatro madrileño.
Para Ignacio García-Belenguer, el apoyo de los abonados al Teatro Real también ha sido fundamental para asegurar su supervivencia. "Han hecho una muestra de valentía y compromiso al seguir viniendo a la ópera, al seguir siendo fieles a una afición. Abrir las puertas y ver cómo se llena el patio de butacas es el motivo de ser de nuestra empresa".
Para García-Belenguer, suspender la obra que había preparada para el 14 de marzo, jornada que inauguró el confinamiento en 2020 en España, fue "una decisión dura": "nos quedamos con una ópera totalmente preparada y ensayada", suspira. "El hecho de haber podido reabrir con La Traviata fue una satisfacción, en estos meses hemos aprendido muchas cosas que nos han ayudado a sobrellevar la difícil situación. Hemos tenido el apoyo de los patrocinadores y el respaldo de la audiencia, que sigue llenando la sala y comprado entradas", comenta.
La institución cultural protagonizó una de las grandes polémicas tras su reapertura. El 20 de septiembre una de sus obras terminó por suspenderse después de las quejas de los asistentes en referencia a la distancia de seguridad entre butacas: presente en la platea e inexistente en el gallinero.
"Había una diferencia entre la parte de arriba y abajo, pero simplemente por el proceso de venta, la gente compró mas entradas arribas que abajo", afirma el director. "Había una disfucion entre la realidad jurídica y social: la realidad jurídica establecía un aforo del 75% y la realidad social demandaba cosas diferentes. La norma tiene que ser acorde con lo que la gente desea", puntualiza.
Sea como fuere, el gremio del espectáculo ha sabido reinventarse para sobrevivir, o sobrevivir para reinventarse. Pasó de llevar pintura de guerra a mascarillas, con una carrera de obstáculos de por medio que ha sabido sobrellevar gracias a la ilusión que la cultura despierta y que la crisis sanitaria privó durante días, semanas y meses.
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