El pasado 1 de mayo en el municipio lucense de Sarria se vivió una pequeña revolución. La calle Primo de Rivera, que llevaba ese nombre desde 1957, cambiaba el letrero. Poco tendría de especial si los vecinos no llevasen años discutiendo por quien debería ocupar el lugar del fundador de la Falange y que, tras décadas sin decidirse, la concordia llegase con nombre de poeta, una a la que hasta hace unos meses no conocían, siendo generosos, ni la mitad del pueblo.
Era Xela Arias (1962-2003). Un boom desde hace unos meses, nos dicen. Es la traductora, escritora, poeta y editora que es homenajeada hoy, en el Día das Letras Galegas 2021, y que llama la atención por tiempos y formas.
No se trata, como en ediciones anteriores, de una reivindicación del pasado sino del más puro presente. Arias, que nació con el nombre de María Ángeles y que consiguió que un juez se lo cambiase a Xela, murió con 41 años en el 2003. Había sido la experimentación, la rebeldía y el talento tanto en la poesía gallega como en la escritura, la edición o incluso la traducción. La que proclamó por la independencia de los cuerpos y la independencia de las ideas.
Porque a quien rinden homenaje hoy como baluarte de las letras gallegas, del idioma, de que este permanezca y lo haga también en la cultura; fue la que le dio la vuelta a la poesía gallega, en fondo y forma, la que no tuvo miedo a experimentar, a rebelarse contra lo establecido, la que habló de maternidad cuando hacerlo de esa manera era ser, quizás, peor madre, la que tradujo a los clásicos al gallego, la que puso letra a las canciones de Desertores, un grupo de rock and roll.
Xela se situó por voluntad propia en los márgenes y alguien que decide eso tiene por lo menos la admiración de esa valentía, de no comulgar con el poder"
Fue, en definitiva, algo inusual y más aún para este homenaje que lleva décadas, aunque se resarce año tras año, encorsetado en clásicos y tradiciones. Como aseguró en una entrevista a EP la escritora Yolanda Castaño: "Xela se situó por voluntad propia en los márgenes y alguien que decide eso tiene por lo menos la admiración de esa valentía, de no comulgar con el poder y colocarse en lugares que la podrían dejar incluso a la intemperie por momentos, pero dueña de sus propios deseos y en la búsqueda de la propia felicidad". En los márgenes y ahora como símbolo de su lengua.
Xela Arias nació en Lugo en 1962. Cuentan que fue su padre, escritor, traductor y durante años gerente de la editorial Galaxia, el que le inculcó esa pasión desaforada por la literatura. Pasó sus primeros años en la escuela Granja de Barreiros, un proyecto creado por Antonio Fernández López en la que la intención era educar en la naturaleza y la cultura gallega.
De ahí se fueron a Vigo, donde nada más acabar el colegio entró en la editorial Xerais, en 1979, el año que se fundó. Se trata de una de las dos editoriales más conocidas en Galicia y donde ella al principio hizo más de oficinista que de laborales literarias. Quiso estudiar Filología Hispánica y la terminó especializada en gallego y portugués en 1991, lo que le permitió ser profesora años más tarde.
Antes de acabarla ya había comenzado a publicar. En 1986 ve la luz Denuncia do equilibrio, que ahora se reedita de la mano de Edicións Xerais y con prologo de Olga Novo, autora reconocida con el Premio Nacional de Poesía del 2020. En 1990 Tigres coma cabalos, que contaría con imágenes de Xulio Gil, con el que se casaría dos años más tarde. Y con el que tendría a su hijo Darío a mediados de los 90.
Hace un acercamiento y cuestiona la sumisión dentro de la crianza, celebrando la autonomía del hijo a la que se le concede una importancia fundamental"
BERTA DÁVILA
De aquel niño, de esa maternidad, surgió Darío a diario, publicada en 1996. "Ella, desde una capacidad y una inteligencia lingüística poco común, hace un acercamiento y cuestiona, digamos, la sumisión dentro de la crianza, celebrando la autonomía del hijo a la que se le concede una importancia fundamental y estableciendo símbolos poco comunes en su momento alrededor del amor. Creo que es una manera de acercarse a la maternidad que estaba poco tratada", asegura en esa misma entrevista Berta Dávila, que prologa ahora esta obra en su reedición.
Su último libro fue Intempériome, que se publicó un año después de su muerte. También había participado en muchos recopilatorios y traducido más de dos decenas de libros al gallego.
Como asegura la Asociación de Escritores de Lingua Gelega: "Xela cuestionó y subvirtió las construcciones genéricas y lingüísticas, también los límites tradicionales impuestos al texto, mediante una labor creativa en la que la provocación siempre estuvo íntimamente ligada a la reflexión honda, lúcida e inteligente". Hoy, por fin, después de dos intentos (uno en 2014 y otro en 2015) es la mujer homenajeada en el día más importante de la literatura gallega.
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