Fue la obsesión de Agustín Ibarrola durante muchos años. El sueño que jamás vio cumplido. El artista vasco se obsesionó con la idea de que el 'Guernica' de Picasso algún día descansara en Euskadi, en la villa vizcaína bombardeada en 1937. No lo logró. En la espera, Ibarrola lideró al grupo de intelectuales que quiso abrir camino con su propia versión de la genial obra del artista malagueño. Lo hizo con un imponente mural de dos metros de alto por diez de ancho en el que algunos de los elementos que empleo Picasso aparecen en la obra que Ibarrola llamaría 'Gernika Gernikara' (El 'Guernica', a Gernika). La obra estaba llamada a acompañar al 'Guernica' cuando llegara a Euskadi.
La obra de Ibarrola, su 'Guernica', fue presentado por primera vez en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1977 y en otros tres eventos posteriores. Después, le llegó el olvido y desapareció sin haber logrado que sirviera de puerta de entrada al País Vasco para el mural más reconocido de Picasso. Los últimos casi cuarenta años el 'Guernica, Gernikara' ha permanecido olvidado, oculto en el caserío familiar de los Ibarrola, junto a otras obras del artista. El renacer de esta pieza de Ibarrola se ha producido a puertas de la feria ARCO de este año y gracias al empeño del galerista José de la Mano.
Preparando una exposición de Ibarrola, De la Mano descubrió un viejo catálogo del artista en la que aparecía la singular versión del 'Guernica'. Aquello debía ser rescatado del olvido y se puso en contacto con la familia. Había que localizar el 'Guernica Gernikara'. Fueron ellos quienes le relataron como Agustín Ibarrola (Basauri, Bizkaia, 1930) estuvo durante años obsesionado con traer el 'Guernica' a Euskadi. Cómo logró que el Gobierno Vasco incluso llegara a encargar un proyecto para que el Museo de Bellas Artes analizara la posibilidad de instalarlo provisionalmente antes de su emplazamiento final en la villa vizcaína de Gernika en un futuro museo.
40 años olvidado
El 10 de septiembre de 1981 la llegada del 'Guernica' a España certificó el final del sueño de Ibarrola y del grupo de intelectuales que le secundaban en su aspiración. La obra de Picasso procedente del MoMA de Nueva York -donde se había exhibido desde 1939- descansaría primero en el Casón del Buen Retiro del Museo del Prado, tal y como estableció el autor. Una década más tarde, en 1992, el mural que recuerda la masacre vivida en Gernika el 26 de abril de 1937 fue trasladado al Museo Reina Sofia de la capital, donde continúa. El 'Guernica Gernikara' de Ibarrola, concebido como un complemento que pudiera arropar al mural de Picasso en el museo de Gernika jamás llegó a coincidir con él.
Ibarrola tuvo que conformarse con haberlo intentado. Lo hizo con su presentación por primera vez en la Sala Gris del Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1979 y de nuevo, dos años más tarde, en 1979. Lo v0lvería a hacer un año después en la Sala Municipal del Ayuntamiento de Barakaldo. Ahora, transcurridas cuatro décadas de olvido será el 'Guernica Gernikara' el que viajará. Lo hará a Madrid, a varias manzanas del la obra de Picasso. Será lo más cerca que habrán estado ambos murales.
Saldrá del caserío donde reside Ibarrola, en pleno corazón de lo montes vizcaínos, a un par de laderas del 'Bosque de Oma', que su mal estado ha obligado a recomponer en otro espacio. La obra, compuesta por diez paneles, con figuración y geometría que homenajean la pieza de Picasso, se podrá contemplar en el stand de la galería de José de la Mano, acompañada de una decena de xilografías de finales de los setenta e inspiradas en motivos del 'Guernica' de Picasso. Lo hará además con el sello de un stand diseñado por el mismo estudio que hace cuarenta años diseñó el espacio que debía acoger la obra en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. El estudio García Ramos ha sido el encargado de diseñar el stand de esta galería madrileña.
Gernika espera
Es un capítulo más en la larga historia de viajes, reclamaciones y pulsos político-culturales que han acompañado al 'Guernica'. El último, hace apenas dos semanas cuando la recuperación de la aspiración de construir una segunda sede del Museo Guggenheim en el Urdaibai -reserva de la biosfera- en Gernika reavivó las voces partidarias de reclamar el traslado de la obra a la villa vizcaína.
Por el momento, el Gobierno vasco ya ha señalado que no lo ve factible y que por ahora, ni lo reclamará. Quizá el consuelo pueda ser evitar un segundo olvido para otro mural imponente, el 'Guernica Gernikara' que recuerda lo sucedido en la Villa y homenajea con ello a quien la puso en el mapa del arte, Picasso.
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