"Ya no hay músicos como Bach, pintores como Velázquez ni futbolistas como Di Stéfano"
El escritor Andrés Amorós presenta el libro "Álbum de cromos", en el que repasa 30 figuras del deporte cuando no había redes sociales, móviles y ni siquiera televisión: "Era todo más literario y heroico"
Drazen Petrovic, Alfredo di Stéfano y Jesse Owens, en unos dibujos de Javier Carbajo para el libro "Álbum de Cromos" de Andrés Amorós | Javier Carbajo
Cuenta Andrés Amorós en las páginas de Álbum de Cromos (El Paseo) que Juan Manuel Fangio, cinco veces campeón mundial de Fórmula 1 en la década de 1950, visitaba por la noche los circuitos urbanos en los que nunca había conducido para memorizar las curvas. Y que Campanal, delantero del Sevilla en los años 30, prestó 10.000 pesetas a su club cuando atravesaba por problemas económicos.
"¿Te imaginas ahora a Mbappé haciendo algo así? ¿O a Messi prestando dinero al Barcelona? Eso ahora es imposible", sentencia Andrés Amorós en una conversación con El Independiente. En su libro no aparecen ni Mbappé ni Messi, sino 30 figuras del deporte cuando los mitos y los héroes se creaban de una manera muy distinta. Sin redes sociales, sin móviles y en muchos casos sin televisión. La radio jugaba un papel primordial.
"Y los cromos", añade este escritor y filólogo de 80 años. "Los cromos eran una ventana al mundo que no conocíamos, eran la ilusión. Para mi generación, que no teníamos televisión y que nos llegaban las noticias por la radio, el mundo era algo muy limitado. Y los cromos te ayudaban a descubrir el mundo porque había de animales, de historia, geografía..."
De esa nostalgia viene el título de esta obra que está acompañada por 30 dibujos de Javier Carbajo. Hay futbolistas, atletas, boxeadores, tenistas... casi todos de la época en blanco y negro.
«El libro tiene mucho de nostalgia, de recuerdo. En mi época no había televisión y tardabas un tiempo en enterarte de las noticias. Y te enterabas por la radio», recuerda Amorós. Esa distancia respecto a las estrellas del deporte hacía que se generara una especie de aura mágica a su alrededor. «Ayudaba a crear el mito».
Sin duda, Alfredo di Stéfano tiene un espacio reservado en el libro. Para Amorós no ha habido nunca un futbolista como el argentino. «Los deportistas de ahora pueden ser mejores físicamente y tener mejor preparación, pero hay cosas con las que se nacen, como ser un genio. Ya no hay músicos como Bach, ni los pintores actuales son mejores que Velázquez y yo no he visto en mi vida a un futbolista más completo que Di Stéfano. Pelé puede ser más hábil, Maradona más brillante y Messi tendrá sus cosas. ¿Pero completo? Di Stéfano era el equipo entero. ¿Te imaginas a Messi jugando de central? En los cuartos de final de la primera Copa de Europa, el Real Madrid ganó 4-0 en la ida en el Bernabéu al Partizan de Belgrado y en la vuelta el Partizan se puso 3-0 en un partido con nieve y hielo. Di Stéfano soltó una blasfemia de las suyas, se puso de defensa central y ya no pasó nadie. Eso no lo hicieron ni Cruyff ni Kubala ni Messi ni nadie. Eso va unido al carácter, al genio».
«Ha cambiado tanto el mundo y el deporte… Son mundos incomparables», prosigue Amorós. «Eran héroes mucho menos mecanizados. Ahora está el dinero de por medio, pero es que además se fabrican deportistas desde niños. Y tienen entrenador personal, nutricionista, máquinas, jefes de prensa, el que le lleva la economía…» En su libro cuenta cómo, por ejemplo, el atleta Mariano Haro corría con el pantalón que le había cosido su madre. «Era todo más literario, más novelesco y heroico».
Amorós cree que la tecnología juega ahora un papel fundamental en el desarrollo de los deportistas. Y pone un símil acertado: «Imagínate que a un niño que quiere tocar el piano le ponen a estudiar el estudio revolucionario de Chopin. En su casa, con un ordenador, puede ver a los 12 más grandes pianistas de la hisotria hacer lo mismo que a él le piden. Eso es una ventaja, aunque tiene el peligro de que pierdas la personalidad, que te conviertas en una especie de autómata. En el deporte pasa más o menos lo mismo: un deportista que no sea tonto puede y debe ver a las grandes figuras y aprender mucho de ellas».
Y la charla acaba con una anécdota que refleja muy bien cómo ha cambiado la relación entre el deportista y el hincha. A medida que la distancia con los fans internacionales se estrechaba, la relación con el aficionado cercano, con el socio, se disipaba. «Antes ibas a un bar cerca de Chamartín después de un partido y veías a los jugadores del Real Madrid tomándose unas cervezas. Ahora viven en su burbuja, en un mundo extraño y alejado. Dicen que es mejor lo de ahora…»