Como un personaje de la Florencia más maquiavélica, la del Renacimiento, Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) describe a Pedro Sánchez, a quien reconoce "interesantísimo para un novelista": "Es malo, chulo, ambicioso, arrogante y cínico. Si mi hija se casara con él a lo mejor no estaría muy contento, pero es un tipo muy interesante".
El paso del Pérez-Reverte por El Hormiguero permitió conocer su radiografía a la clase política española, su desencanto por la sociedad occidental que pinta el mundo "como un lugar de pajaritos", su contrariedad a la imposición del lenguaje inclusivo y su percepción sobre el comportamiento filantrópico que "hace que de igual que uno sea analfabeto". Además, el autor despellejó de manera detallada su última obra, El Italiano, recientemente publicada y de la que se intuye ha quedado más que satisfecho, dado el entusiasmo de sus explicaciones a Pablo Motos.
Pese a su reticencia inicial al plató; "los directos son muy peligrosos", Pérez-Reverte eligió su mejor arma para la entrevista: la palabra. Con ella azotó al "buenismo" que domina el comportamiento general: " Hemos cambiado el humanismo por el humanitarismo. Es como una nueva religión en la que, como en todas, hay apóstoles e inquisidores. Las redes están llenas de esos inquisidores que te machacan por ser hereje sino eres ese tipo de filántropo, sobre todo en España que no basta con vencer al enemigo. Frente a eso sólo hay un recurso: la cultura", señalaba el escritor.
Pérez-Reverte apunta a esa línea de "contagio de buenismo filantrópico en el que la izquierda ha caído y quiere imponer" como uno de los responsables del ascenso de VOX. "En España la gente nunca vota a favor, vota en contra de. La izquierda le allana el camino a VOX".
"Soy antiinclusivo radical"
Una vez más, el académico ha negado su apoyo al lenguaje inclusivo. "Yo necesito que la lengua española, con la que trabajo, sea limpia, eficaz y práctica. Soy antiinclusivo radical en defensa propia (...) Cuando pretende el feminismo ultrarradical meterse en estas cosas, yo me burlo o me río, y eso es lo que hay sectores que no perdonan", explicaba Pérez-Reverte, que indicó a Irene Montero que no le dijera como tiene que escribir, igual que él no se mete en cómo tiene que hacer política.
Las páginas de Pérez-Reverte han llegado a millones de lectores en todo el mundo, pero también lo hacen sus intervenciones públicas, especialmente en Twitter, donde prácticamente cada golpe de tecla del cartagenero desata una polémica. "Me callo muchas cosas en Twitter (...) a veces cuando tengo que explicar algo se pienso: váyase al carajo". El tira y afloja tampoco disgusta al novelista: "Los enemigos te mantienen despierto, hacen que te cuides más, que vayas tan atento como un marino. Hay que esperar, al final todos pasan por el cañón de la escopeta".
Pérez-Reverte considera que uno de los problemas de raíz es que "hay que entender que el ser humano no es homogéneo". Su alocución se apoya en las características de los héroes, tanto masculinos como femeninos, que aparecen en sus personajes, donde el novelista ha destacado la condición de circunstancialidad que les define: "El héroe no tiene continuidad y es producto de una situación concreta. Cualquiera puede ser un héroe, hasta un nazi. He visto gente que por la mañana eran héroes y por la noche violadores".
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