El pinchazo de la burbuja inmobiliaria cambió para siempre la arquitectura. No lo hizo de un día para otro, pero las ciudades que habían gastado millones de euros en edificios espectaculares que sirvieran de reclamo turístico dejaron atrás a los arquitectos de renombre y los sobrecostes.
“Se ha pasado la época de los grandes arquitectos icónicos como [Frank] Gehry, o [Norman] Foster, que venían y hacían los edificios a su gusto mientras el cliente bajaba la cabeza y se adaptaba a todo lo que querían. Eso, la crisis lo barrió”, asegura el arquitecto Joan Roig. “Los arquitectos estamos al servicio de los clientes y al servicio de la sociedad y del medio ambiente, y lo estamos gracias que ya hemos entendido que la autoría es una cosa finiquitada y que el valor del autor es rodearse de gente que le hace entender la calidad social que el edificio debe tener”, añade.
Estas declaraciones de Roig se produjeron la semana pasada en La Nucía durante CIRCULAR. I Jornadas de Arquitectura. En esta pequeña localidad alicantina de menos de 20.000 habitantes se ha convertido en una de las pocas poblaciones con dos premios Architizer otorgados a dos edificios municipales proyectados por el estudio alicantino Crystalzoo. El Lab_Nucía, un espacio de coworking municipal fue considerado uno de los mejores edificios de oficinas del mundo en 2020 y en 2016 fue galardonado con otro edificio municipal, la Extensión Administrativa Bello Horizonte. En 2021 ha sido el propio estudio, Crystalzoo, el que ha ganado el Premio a Mejor Estudio de Arquitectura de Obra Pública 2021.
La filosofía del estudio liderado por su fundador, José Luis Campos, pone al usuario en el centro de sus diseños y es paradigmático del nuevo camino de la arquitectura contemporánea. El pequeño estudio ha concentrado la mayoría de sus trabajos en la Comunidad Valenciana y su concepto de sostenibilidad en la arquitectura les incluye a ellos. “Un arquitecto no puede estar a dos horas en avión de su obra, eso no es sostenible”, explica el Campos, mientras nos enseña uno de los edificios de La Nucía. En el estudio trabajan hasta las tres de la tarde, "la mayoría tenemos niños muy pequeños. La conciliación es parte importante de la sostenibilidad”.
“Entendemos la arquitectura desde un punto de vista más real, menos normativo. Para nosotros los materiales son importantes, pero, sobre todo es importante que no haya apenas desplazamientos, trabajamos mucho con los materiales de la zona donde vivimos y conocemos y que son los materiales que se han usado desde siempre. Son esos materiales lo que la hacen sostenible”, afirma Campos.
El estudio hace mucho énfasis en la empatía con los usuarios finales durante el proceso de diseño de un edificio. “Trabajamos mucho a nivel cultural porque entendemos que la sostenibilidad no sólo es un aspecto normativo, sino que también hay una serie de elementos como la cultura de la gente, el cómo se vivía; intentar reinterpretar esos elementos nos parece muy importante”, señala Campos. Para elaborar sus proyectos estudian las necesidades de los que van a ser los usuarios finales del espacio.
Recuperar patrimonio arquitectónico y cultural
Algunos de los edificios que han recuperado en La Nucía no tienen tanto valor arquitectónico como cultural. La casilla, una edificación de la desaparecida figura de peón caminero, era el lugar al que de jóvenes los habitantes del pueblo iban a pasear. El proyecto de recuperación de este edificio, reconvertido y ampliado como centro de tercera edad de la localidad tiene una gran implicación sentimental en los usuarios del espacio actual que han diseñado desde Crystalzoo. Los ayuntamientos han entendido lo que este estudio ha hecho con su arquitectura pues se lo están reclamando en otros proyectos para poder recuperar su patrimonio; “no porque tenga un gran valor arquitectónico, sino porque forma parte de la memoria colectiva de la población”, afirma Campos.
La sede de la Universidad de Alicante en La Nucía es otro ejemplo de esta recuperación ya que se trata de una antigua escuela de la II República. “Lo que hicimos fue plantear la reutilización del edificio para darle un nuevo carácter. Esto es algo que en ciudades como Madrid es más habitual, pero en lugares limítrofes, como La Nucía, no era algo que se tuviera encuentra”. Se trata de un edificio en el que el estudio no ha dejado de incorporar elementos estéticos rompedores. “Nosotros tenemos siempre una parte icónica, no podemos evitarlo, tenemos esa vena de artistas que debemos tener controlada. Para nosotros lo más importante es que los edificios sean muy funcionales y que cuesten lo que tienen que costar”.
Este punto es importante, la sombra del arquitecto Santiago Calatrava sobrevuela todas las contrataciones públicas desde la última década. “No nos podemos pasar, porque estamos jugando con el dinero de los demás, sobre todo cuando estamos trabajando en obra pública. Esto es algo que hemos tenido muy en cuenta en La Nucía, tanto como la funcionalidad”.
Poner al usuario en el centro de la arquitectura civil termina revirtiendo en el propio arquitecto. “La mayor satisfacción es cuando terminas el edificio y el día de la inauguración la gente se acerca y te dice que está muy bien, pero sobre todo cuando los ves haciendo uso del espacio y te das cuenta de que has llegado a empatizar con ese futuro usuario cuando estabas diseñándolo y, realmente, lo están utilizando como tú lo habías pensado”, mantiene Campos.
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