Entre campos de olivos se dibuja el trasunto español de la Capilla Sixtina. Una obra personalísima a la que Miguel Sevillano, un artista autodidacta, ha dedicado los últimos diez años de su vida y buena parte de sus ahorros. Su universo, repleto de referencias de cineastas, poetas y pintores, aguarda a los primeros peregrinos con una invitación a viajar en el tiempo y el espacio en busca de Miguel Ángel. “Yo soy un humilde pintor y a Miguel Ángel ya le llamaban en su época ‘el divino’. Él se bajaba del andamio con la sensación de terrible desencanto de quien es incapaz de llegar a tocar la gracia. Como yo”, relata su discípulo gaditano.
Sevillano nos hace de cicerone por las estancias de su Capilla del Arte, un edificio que asoma entre olivares en los términos municipales de Olvera y Torre Alháquime, en la célebre ruta de los Pueblos Blancos. “No diría yo que es una réplica de la Capilla Sixtina. En realidad, es una obra completamente original. Pero es cierto que quería experimentar lo que el maestro experimentó haciendo la Capilla Sixtina, aunque los estilos y la forma de componer sean completamente distintos. El juicio final de Miguel Ángel se encuentra en la pared central. Aquí lo he pintando en la bóveda”.
Su aventura, aclara, “bebe de la misma fuente, La Divina Comedia de Dante Alighieri”. “La afinidad que tengo con el maestro es que soy profundamente creyente y él también lo era. Ahí están los paralelismos, pero la obra es absolutamente personal. He utilizado algunos guiños, como por ejemplo el azul profundo de la bóveda”, desliza. En el proceso de construir el sueño, Sevillano reparó en que sería un error limitarse a seguir los pasos de Michelangelo Buonarroti. “Tenía que ser yo y coger como referencia al maestro para saber cuál es su experiencia”.
El resultado que asalta al visitante por muros y techos refleja, en opinión de su creador, “el barroco en la composición y el renacimiento en el color”. Un ejercicio de buscada improvisación. “Al principio lo planteé como habitualmente se preparan estos proyectos, con un boceto previo. Pero me llevó tanto tiempo en la primera sala, la pequeña, dedicada a la representación de los Paraísos Perdidos de Milton, que en el techo mayor desistí y lo acabé haciendo a la prima”, indica Sevillano. “La improvisación está en toda la bóveda, a partir de cuatro parámetros fundamentales”.
"Una misteriosa labor inconsciente"
En las paredes cuelgan, además, algunas de las obras que ha dibujado su ingenio desde que la pintura llegara como arrebato. “Una de las obras que me parecen más destacables es una que hice cuando era bastante joven. Se llama Hércules descansando de los famosos doce trabajos. Realicé una obra importante en el sentido de que es una simbiosis entre el arte clásico y el contemporáneo, pero era no consciente de lo que estaba haciendo en ese momento. Como dice Ortega, ‘el arte es una misteriosa labor inconsciente’”.
"Yo le llamo el sentimiento de desencanto, esa sensación de que te estás enfrentando o estás desafiando a Dios en el sentido de que quieres hacer algo tan grande"
Todo es susceptible de comparación en la Capilla del Arte y sus aledaños. Para Sevillano, el paisaje de su finca se asemeja con el de la Toscana. “Estamos rodeados de olivos centenarios, en silencio y naturaleza. Es un lugar fantástico. Es el Edén, el paraíso”, musita. En sus confines, el artista reconoce vivir en otro tiempo, con coordenadas opuestas a las hoy imperantes. “Es algo que está ahora muy poco de moda y que era condición sine qua non en la antigüedad: la disciplina, el oficio y la humildad para enfrentarse a una gran obra. Esta obra me ha enseñado a ser humilde en el oficio y, al mismo tiempo, ambicioso con un resultado que tiene la grandiosidad que debe tener un proyecto de esta envergadura”.
Diálogo con Miguel Ángel
- Entiendo que ha establecido cierto diálogo con el pasado…
- Sí. Yo le llamo el sentimiento de desencanto, esa sensación de que te estás enfrentando o estás desafiando a Dios en el sentido de que quieres hacer algo tan grande que luego descubres que eres incapaz y que el resultado es más fruto del misterio que del propio proceso creativo. A veces me sorprendo al mirar mi obra porque no soy capaz de entender cómo he llegado a hacerla. El arte es misterio.
Sevillano se considera “un instrumento” en manos ajenas. “Digamos que de Dios entre comillas”, esboza. “Miguel Ángel decía que la obra de arte no es más que la sombra de la perfección divina. Imagínate el grado de exigencia que él tenía sobre su arte”. El artista de Olvera se ha enfrentado a algunos de los retos que el italiano ya encontró hace siglos. “Tuvo unos problemas terribles para organizar el andamiaje y pintar las escenas de la Sixtina y es algo que yo también he sufrido. La contratación de un andamiaje europeo para este tipo de trabajo es impensable y yo no podía hacerlo. Compré una estructura de andamios de segunda mano y me ayudaron unos albañiles”.
Hablé con Miguel Ángel. Me dijo que siguiera mi camino, que escuchara mi propia voz
El gaditano contó como mecenas con su familia, “especialmente mi hermano que desgraciadamente ya no está entre nosotros”. “Miguel Ángel no tenía problemas económicos porque Julio II tenía lo que no estaba escrito para permitirse hacer lo que quisiera”, alega. Él, en cambio, rehúsa proporcionar una cifra a los gastos destinados a la construcción del inmueble y su vasta decoración. “Resulta desagradable hablar de eso. Como se dice en Pretty Woman, cuando la chica entra la tienda y su intención es ‘gastarse una cantidad indecente de dinero’”.
- Durante estos años asegura haber hablado con Miguel Ángel. ¿Qué le dijo?
- Al principio me dijo que siguiera mi camino, que escuchara mi propia voz y que si tenía que decir algo, que lo dijera con la honestidad y la humildad más grandes del mundo. Y la verdad es que yo he seguido sus palabras y he escuchado su mandato.
Su particular mundo aparece dibujado en el friso que rodea las estancias. Allí ha dejado grabados sus inspiraciones, desde Tiziano hasta García Lorca, Manolete o Ridley Scott. “Como todo el mundo, necesito referencias de las que ir nutriéndome. Para mí, las principales son Velázquez o Caravaggio y de los actuales Chillida”.
Síndrome de Stendhal, el objetivo
Con la obra finiquitada, Sevillano barrunta estos días las vías de abrirla al público. “Quiero compaginar la gestión del espacio con mi trabajo. Quiero desconectar y volver a lo mío porque mi obra la tengo abandonada. Me gustaría que la gente pudiera experimentar lo que yo llamo el síndrome de Stendhal en plena sierra de Cádiz, en un paraje tan emblemático y hermoso”.
- Dice que no es hombre de este siglo…
- Yo soy de otro tiempo en la mentalidad. No comparto este racionalismo, este movimiento que surge con René Descartes , en el que la razón va por un lado y la parte espiritual es de retrasados o va aparte. Eso ha convertido al hombre en un engranaje o una pieza de trabajo en cadena. La crisis vital en la que se vive ahora es increíble. Ahora hay más gente que se suicida y que está todo el día en el psiquiatra y en el psicólogo. En los tiempos antiguos era impensable.
"Me identifico con el barroco, con el siglo XVII, pero también con el Renacimiento. En ese sentido que tenían los artistas del Renacimiento, de estar en contacto directamente con la divinidad, de llegar a hacer algo trascendente"
- Y, si no es de este tiempo, ¿de cuál?
- Yo me identifico mucho con el barroco, con el siglo XVII, pero también con el Renacimiento. En ese sentido que tenían los artistas del Renacimiento, de estar en contacto directamente con la divinidad, de llegar a hacer algo trascendente. Ese concepto, el de la trascendencia, es algo que ahora no está en el lenguaje del mundo contemporáneo. Ahora todo es fugaz, todo es inmediato y no hay ese sentido. Para mí el arte es una de las cosas más nobles que Dios le da al mundo. Se ha llegado a vulgarizar. Marcel Duchamp lo hizo diciendo que un urinario es arte o Piero Manzoni poniendo una mierda en una lata y diciendo que eso era arte. Yo no estoy de acuerdo con eso.
Hablo de tiempo, amor, muerte, redención, pecado y virtud
Sevillano, en cualquier caso, espera de quienes peregrinen hasta su páramo alguna perturbación. “Lo importante es el diálogo interior entre lo que uno siente y lo que uno vive. Es confrontar tu vida con las metáforas que yo he pintado, que en realidad son metáforas que todos vivimos. Yo hablo de tiempo, amor, muerte, redención, pecado y virtud. En realidad estoy hablando de los sentimientos y las emociones de los demás”.
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