Igual que raza solo había sitio para un arte. Porque el régimen nazi declaró la guerra también a la cultura o, al menos, a toda manifestación cultural que pudiera ser tildada de judía, masona, marxista o antigermánica, las etiquetas empleadas con más furia que criterio artístico, político o antropológico, y que dieron nombre al «Raubkunst», la mayor expoliación de arte durante el periodo del nacionalsocialismo o persecución nazi.
Las víctimas del robo fueron principalmente judíos y aquellos perseguidos como judíos tanto dentro del Reich de 1933 a 1945, como en todas las áreas ocupadas por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Y entre un díptico del siglo XV atribuido al pintor flamenco, Dieric Bouts, o la pintura modernista de Klimt que calificaron de pornografía y exceso, estaba Composición con azul, el cuadro de Piet Mondrian (Países Bajos, 1872 - Estados Unidos, 1944) que, valorado en más de cien millones de dólares, fue comprado en 1939 por el famoso coleccionista A.E. Gallatin, que lo adquirió en la Buchholz Gallery de Nueva York, un punto de venta abastecido por los nazis.
Mondrian entregó la obra, que pertenece a un grupo de pinturas en formato romboidal llamadas lozenge y pintadas a mediados de la década de 1920, a la historiadora de arte y mecenas Sophie Küppers en 1927, que lo almacenó en el Provinzialmuseum en Hannover. Pero como sucedió en toda Alemania en 1937, las autoridades nazis retiraron aquellas obras consideradas «degeneradas», y el Mondrian fue entonces confiscado y entregado a Karl Buchholz, un comerciante y marchante alemán a quien el gobierno nazi asignó para vender las obras expoliadas. En 1939, el marchante Curt Valentin, un agente de Buchholz, vendió el cuadro en Nueva York al coleccionista A.E. Gallatin, y así, después de ser donada por el mismo coleccionista en 1952, la obra ha estado en la colección del Museo de Arte de Filadelfia durante casi 70 años. Pero nada queda ahí. Porque después de la muerte de Mondrian en 1944, su íntimo amigo, el pintor abstracto Harry Holtzman, fue nombrado albacea y único heredero de su patrimonio.
De este modo, ahora los representantes de los herederos del artista, tras calificar el cuadro como «arte saqueado por los nazis», cuestionan que pertenezca al museo, y van a litigar por su propiedad: «Presentamos una acción, en el Tribunal de Apelaciones Comunes, que básicamente establece que esta obra fue confiscada por los nazis, pertenecía a Mondrian y sus herederos tienen derecho a recuperarla», han dicho los abogados demandantes. Y añaden: «Los museos estadounidenses no deberían quedarse con el arte saqueado por los nazis. Estamos muy decepcionados de habernos visto obligados a emprender acciones legales para hacer cumplir nuestros derechos».
La denuncia pone hincapié en que Mondrian murió cuatro años después de llegar a Estados Unidos tras huir de Londres en 1938 temiendo el surgimiento del fascismo en Europa, y «sin saber que tenía algún recurso para recuperar su preciado cuadro. Del mismo modo, Harry Holtzman «también murió sin saber que Mondrian, y por lo tanto él, era el dueño de la pintura», sostienen.
Según el Museo en declaraciones a ARTnews «no tenemos ninguna razón ahora para cuestionar las decisiones de Mondrian o las de su buen amigo y heredero, quien durante 43 años después de la muerte del pintor fue plenamente consciente de que el Museo de Arte de Filadelfia poseía y exhibía la pintura y nunca hizo reclamación alguna. Nos defenderemos enérgicamente», señalan. Asimismo, un portavoz de la pinacoteca ha dicho que la institución «apoya plenamente la restauración de las obras de arte saqueadas por el régimen nazi a sus legítimos propietarios» y «lo ha hecho en el pasado. Pero este caso, sin embargo, «es diferente porque el fideicomiso privado que está demandando al museo no puede hacer una reclamación legítima sobre la obra. Vamos a defendernos vigorosamente contra esta afirmación sin mérito».
Vamos a defendernos vigorosamente contra esta afirmación sin mérito"
Philadelphia Museum of Art
Ya en setiembre de este mismo año, el Museo de Filadelfia, devolvió un escudo italiano del siglo XVI a la República Checa, que había sido saqueado por los nazis y pasó por las manos de Leopold Ruprecht, el especialista en armas y armaduras del Führermuseum planeado por Adolf Hitler en Linz, Austria. El escudo había sido propiedad del archiduque Francisco Fernando, heredero al trono austrohúngaro, cuyo asesinato en 1914 ayudó a desencadenar el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Y parecido fue el caso de el Kunstmuseen Krefeld, que se enfrentó a una demanda similar presentada por el patrimonio que buscaba la confiscación de cuatro de las pinturas de Mondrian prestadas a la institución alemana en 1929. La demanda también buscaba daños y perjuicios por cuatro obras adicionales que supuestamente se vendieron en la década de 1950 para financiar la adquisiciones de obras de Marc Chagall, Henri Matisse y Pablo Picasso. Según los herederos, las obras salieron a la superficie almacenadas en 1947, pero el museo ni notificó a la finca ni enumeró de inmediato las pinturas en su inventario.
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