Quedé con el maestro malagueño Zenet en un local al borde del Manzanares, en Madrid, en una fría tarde gris. Él me espera al calor de una buena conversación junto al propietario del local. Ya a punto de cerrar y sin más clientes que nosotros, el garito me recibe con una portada del mismísimo Ray Charles entre otras tantas joyas en vinilo, expuestas en la entrada. Las sillas, vueltas boca abajo sobre las mesas, daban al encuentro un punto de eterno cine en blanco y negro.
Le diviso en la semioscuridad, con su cabeza siempre cubierta, aunque sea en un interior. En esta ocasión lleva una elegante boina gris.
Recibe mi cálido abrazo, tras años de presentarle en eventos de la radio, o incluso en el inolvidable segundo aniversario de este querido periódico. Esta vez, el motivo de volver a hablar con él, es mi intención de publicar justo el día de Nochebuena una magnífica reinterpretación del villancico por excelencia: Jingle Bells. Aquí está:
Pregunta.- Querido Zenét, estoy abrumado por esta versión. ¿Cómo surge?
Respuesta.- Canal Sur me pidió un villancico, y este me parecía el más oportuno, pero había que darle la vuelta. Spin Gospel tenían preparada la versión de Diana Krall con The Clayton-Hamilton Jazz Orchestra, y fue precioso ponerlo todo en marcha con los veinticinco músicos de la AP Big Band. Todo fue muy rodado, parece cosa del destino.
P.- Suena absolutamente internacional. ¿Tuvisteis que ir al extranjero a grabar?
Son gente muy profesional que sabe poner los micrófonos para captar una Big Band, algo que no todo puede hacer
R.- ¡Qué va!, lo hicimos en Camaleón Music Studio, cerca del puente de Vallecas. Allí conseguimos grabar a los músicos, a las cantantes de Spin Gospel, y a mí. Además, si te fijas en el vídeo, los instrumentos que han de registrarse por separado, lo estaban. Son gente muy profesional que sabe poner los micrófonos para captar una Big Band, algo que no todo puede hacer. Son arquitecturas de sonido muy complejas, y que pertenecen a la Historia de la música. Ya no se graba así.
P.- Los arreglos vocales de los coros tienen un aire a los años 40 norteamericanos, y todo en perfecto inglés. ¿Fue un reto?
R.- Grande, pero todo el mundo que participó es muy profesional y llevan mucho tiempo haciendo lo que realmente les gusta. Spin Gospel lo clavan.
P.- Hacer un villancico con una orquesta es algo muy propio de los grandes “Crooners”. Eso es algo que te han llamado mucho. ¿Aplica?
R.- Relativamente. La definición viene del verbo inglés “to croon”, que habla de una forma de cantar suave, sin proyectar la voz. En ese sentido puede valer, pero me defino más como alguien raro. En el buen sentido. En este mundo, o eres tú mismo, o no sales adelante. Quizá contribuyó a esa denominación que me pusiera un sombrero borsalino blanco, que, por cierto, desapareció en un descuido.
P.- ¿Compartes con esos famosos “crooners” norteamericanos de la Historia el haber visto el lado menos bonito de la vida?
Te da una visión de la vida que ahora me pertenece y me enriquece a la hora de crear
R.- Las he visto de todos los colores. Desde el gran desarrollo de Málaga y mi barrio, Pedregalejo, a los bajos fondos de las drogas. Eso te da una visión de la vida que ahora me pertenece y me enriquece a la hora de crear. En esos momentos menos fáciles es donde aprendí a sobrevivir con mi propia personalidad. He tenido que defender el llevar mi sombrero, además de ponérmelo.
P.- Ya tengo titular. Ahora se ha convertido en tu señal de identidad, entre otras cosas. ¿Lo llevas también en tus papeles como actor?
R.- Claro. He participado en la segunda temporada de “Toy Boy”, como un auténtico traficante, y en Hache como cantante de boleros.
P.- La mala vida parece que te persigue, desde tu pasado hasta la ficción. Pero ya tenemos una edad y conviene ir recogiendo velas, ¿no?
R.- Yo ahora estoy en el Metaverso. He comprado unos espacios virtuales en los que exponer mis obras de arte, como las que ves aquí colgadas. También estoy con el tema de los NFT…
P.- Menudo contraste, yo que te llamaba para hablar, en un bar a media luz, de algo tan tradicional como tu versión a lo Big Band de un villancico, me encuentro con que estás en el futuro. No irás a hacer “techno” en tus próximos trabajos, ¿verdad?
R.- Al contrario. Vuelvo a algo de siempre que ocupa el lugar más importante en mi librería: la poesía. Vamos a ver cómo ponemos música a las frases más hermosas de poetas de tres naciones diferentes.
P.- ¿Son malos tiempos para la lírica?
R.- Sí, pero vamos a lo inmediato. El día 30 actuamos aquí mismo. ¿Vendrás?
P.- Cuenta conmigo.
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