Existen pocos productores tan prolíficos y reincidentes como Andrés Vicente Gómez (Madrid, 1943). Algunos de los títulos más memorables del cine español están hilvanados a su propia biografía, desde Belle Époque a Jamón, jamón o ¡Ay, Carmela!. Desde hace unos años, perdida la fe en la industria nacional, Vicente Gómez ha cambiado de coordenadas cinematográficas. Aquel ascensorista del Hotel Zurbano de Madrid que llegó al celuloide a través de un huésped ha renunciado a hacer cine en España y ha buscado en Arabia Saudí una suerte de Arcadia. Su refugio tras el óbito de su esposa, la periodista Concha García Campoy. “Nunca estoy más de dos semanas al mes en Arabia Saudí. Mi ideal es pasarme veinte días en Madrid y diez aquí”, confiesa en una entrevista con El Independiente desde Yeda, la segunda ciudad del país árabe.
El productor más icónico del séptimo arte patrio, con más de 130 títulos en su hoja de servicios, saborea las mieles del éxito en tierras saudíes. Tras Nacido Rey, una coproducción hispanobritánica dirigida por Agustí Villaronga sobre el viaje iniciático del príncipe saudí Faisal, presenta estos días el remake saudí de Campeones, la cinta española de Javier Fesser que relata en clave de humor un equipo de baloncesto integrado por discapacitados. Vicente Gómez no elude las preguntas ni siquiera aquellas, las más incómodas, que le interrogan por su desembarco en la patria del “wahabismo”, una rigurosa corriente del islam suní que censura cualquier expresión artística, hoy sometida a un frenético proceso de cambios y reformas sociales que en diciembre protagonizó el hito del primer festival de cine de la historia del país.
El príncipe heredero Mohamed bin Salman se ha ganado el favor, la voluntad y la simpatía de su pueblo. Ha sabido cómo hacerlo"
Pregunta.- Llegó a Arabia Saudí por primera vez en 2008. ¿Cómo ha cambiado este país?
Respuesta.- Hace dos años no estaban autorizados los cines y, cuando hice el musical El último jinete, la música estaba prohibida. Era pecado. El cambio ha sido tremendo. Se produce mes a mes. En cada viaje que hago, y vengo muy a menudo, hay una novedad más. Está cambiando la actitud de la gente. Al principio, cuando Mohamed bin Salman empezó a abrir la mano autorizando los cines y que las mujeres pudieran conducir, había muchísimas reticencias. Yo diría que había más de un 60 por ciento de la población que no lo veía con buenos ojos. Hoy el 80 por ciento está muy a favor. El príncipe heredero se ha ganado el favor, la voluntad y la simpatía de su pueblo. Ha sabido cómo hacerlo.
P.- Conoce bien a la familia real. ¿También se ha producido esa transformación internamente?
R.- Lo que ha cambiado es el entorno. En este país hay 8.000 príncipes. El rey de Arabia Saudí controla el 40 por ciento de la facturación de Aramco [la petrolera estatal]. Es de libre disposición, lo cual no quiere decir que sea para él. Él maneja ese 40 por ciento y decide dónde se invierte y luego subvenciona a esos 8.000 príncipes en función del desempeño que realizan para el país. Lo que ha cambiado es que hace 15 años los príncipes lo eran todo. Y ahora están ahí los ciudadanos con una cierta formación, los 40.000 o 50.000 jóvenes que salen cada año de las universidades estadounidenses y que se han incorporado a la dirección del país. Hoy los tres ministro del Gobierno que manejan el presupuesto no son príncipes.
Los príncipes saudíes ya no presumen tanto de ser príncipes. Están evolucionando
P.- ¿Ha cambiado la mentalidad de la familia real?
R.- Sí. Los príncipes ya no presumen tanto de ser príncipes. Cuando el rey Faisal fue a Londres, era el primer saudí que había salido del país y hoy día viven y estudian en Inglaterra y algunos se casan con inglesas. Están evolucionando.
Comparo lo que sucede hoy en Arabia Saudí con la España de finales de los 60"
P.- ¿Identifica lo que se está produciendo en Arabia Saudí con algún período de la historia reciente de España?
R.- Con el período de 1960 y 1970. Los cambios que se produjeron en España a finales de los 60, con los planes de desarrollo, la llegada de las empresas extranjeras, el turismo o las suecas. Eso mismo se ha producido aquí desde hace cuatro años. Las transformaciones de España eran por quinquenios, la de Arabia Saudí es anual.
P.- ¿Y esto puede encaminarse hacia un horizonte democrático?
R.- Lo veo muy difícil, porque ellos no son demócratas ni dan crédito a la democracia. Nunca te van a decir: “oiga usted, que yo soy demócrata”. Te dirán: “el demócrata es usted. Nosotros no somos demócratas”. Están muy orgullosos de su tradición. Éste es el país de una familia, los Al Saud, y por lo tanto, lo que pretenden los ciudadanos que viven aquí es que los Al Saud sean unos buenos patronos. No creo que los ciudadanos saudíes quieran esa democracia imperfecta que nosotros queremos. A ellos les parece una democracia inútil.
P.- ¿Y cómo ve España desde Arabia Saudí?
R.- Estoy rabiosamente a favor de lo que tenemos en España. Pero en Arabia Saudí yo distingo la extracción, los valores o la religión. Aquí la Constitución es el Corán. Tú puedes negar que el islamismo sea perverso, pero lo que no puedes juzgar es que los islamistas se comporten como tales. Si tú mañana asumes el islam, tendrás que no beber alcohol ni comer cerdo.
Los saudíes no quieren nuestra democracia imperfecta. Les parece inútil
P.- Si uno habla con los jóvenes, presumen de que esto será el nuevo Dubái…
R.- No creo que se convierta en eso. Ellos se refieren a que va a haber libertades como en Dubai, ocio y cachondeo y que se va a poder follar más libremente. Que ya no van a tener que ir a un apartamento para follar clandestinamente. Dubái es una colonia extranjera. He hecho cientos de viajes allí y no he visto a un emiratí.
P.- ¿Cuáles son sus próximos proyectos?
R.- Estoy preparando una película que se llama Arabian Aroma. Quiero que la dirija Agustí Villaronga. Es una road movie sobre todo lo que era antiguamente la ruta del incienso, que va desde desde Omán y Yemen hasta la frontera con Jordania. Está basada en la historia de Barbara Toy, una australiana que hizo ese viaje el año 53, pero es la historia de hoy. Hay alguien que compra un jeep antiguo y repite el viaje ahora y ve los cambios que se han producido en el país desde 1953. Estoy también preparando una serie internacional con tema árabe que se llama The Shadow.
La sociedad saudí tiene la piel muy fina. Ellos se pueden meter con su madre, pero tú no"
P.- ¿Cuáles son las líneas rojas?
R.- El sexo y la política. Ni siquiera la censura. Nos censuramos nosotros mismos. Lo que no puedes hacer es sexo. Simplemente no está permitido. Quizás poco a poco se pueda ir abriendo.
P.- Y la política…
R.- También. Lo que nunca se va a poder es censurar al gobierno ni censurar al país. Esta sociedad se caracteriza por tener la piel muy fina. Ellos se pueden meter con su madre, pero tú no. [El rey y la familia real también son líneas rojas...] Claro. Ellos pueden criticar al Gobierno y decir que lo hace muy mal, pero como extranjero no. Es un tema de autodefensa, porque saben que el saudí es criticado y, en su opinión, muy injustamente.
P.- ¿Y qué opina Vicente Gómez de esta censura internacional?
R.- Que en parte tienen razón. Cuando oigo en la televisión a ciertos tertulianos hablar de Arabia Saudí, me echo las manos a la cabeza porque es que dicen estúpidamente unas mentiras. No sé si por ignorancia. Y la gente en general, amigos míos fantásticos, tiene una percepción de Arabia Saudí que es irreal, simplemente irreal.
P.- No sé si ha tenido que escuchar alguna vez en España que le acusaran de blanquear un país…
R.- Sí. Me dicen eso de sátrapa. Yo lo tomo como una broma. No defiendo lo indefendible. Me doy cuenta de lo que está pasando en este país. En España hay gente muy sensata y que conoce muy bien el mundo de Bruselas o de Estados Unidos. Y luego hay una diferencia terrible de quien no entiende nada. Están totalmente mediatizados por las historias que les cuentan o que leen. Hay una ignorancia terrible en relación a la política internacional y el mundo en general.
Me dicen eso de sátrapa. Yo lo tomo como una broma. No defiendo lo indefendible
P.- Francia y su presidente Emmanuel Macron han desembarcado en Arabia Saudí para hacer negocios. ¿Echa de menos una posición similar en España?
R.- Sí. La actitud del empresario español con respecto a Arabia Saudí es estúpida. El gobierno es brutalmente atacado por todo lo que hace. Hay 50.000 personas en un pueblo en Cádiz y hay unos astilleros a los que les encargan unas fragatas. Se ponen todos a trabajar y te salen los de Podemos, diciendo que hay que romper relaciones con Arabia Saudí, que no se pueden estar fabricando fragatas. Pero eso lo dicen los de Podemos y los medios y lo dice cualquier analfabeto, que es al que le ponen un micrófono delante, sin saber ni dónde está Arabia Saudí ni nada.
P.- ¿Algo tiene que ver el pasado de este país?
R.- Hemos estado muy cerrados. En la época del franquismo esas mismas personas que eran una defensoras de España a muerte, la manera que tenían de demostrarlo era atacar a los ingleses y los franceses. Las cosas que se han dicho de los franceses en España son tremendas. Era el país más culto, más acogedor, más solidario con el mundo, donde ser extranjero era tener asegurada la sanidad universal, la educación o la comida. Y sin embargo, para algunos en España eran unos guarros y unas golfas, por no citar a Napoleón.
P.- ¿A qué ha renunciado?
R.- He decidido profesionalmente desarrollar el tema audiovisual en Arabia Saudí por una sencilla y práctica razón, porque aquí tiene futuro. En España el cine se está acabando; se están cerrando las salas; las películas recaudan menos y se hacen películas más baratas. Y aquí está naciendo o renaciendo porque hubo un cine hace 50 años. Es un país de oportunidades que está a cinco horas de España. Es cómodo y no tengo que cruzar el Atlántico. En invierno hace calorcito como hoy y en verano te quedas en Ibiza. En España he decidido hacer cosas en teatro.
Los gobiernos de izquierdas nunca se han caracterizado por ser más activos con la cultura que los de derechas"
P.- A propósito del cine español, en 2021 su recaudación en taquilla no ha llegado a los 40 millones de euros, un mínimo histórico…
R.- Hay semanas en las que la recaudación es el 10 por ciento de lo que se hacía antes. Lo que veo con asombro es la actitud de los cineastas, directores y productores. Añoro muchísimos a productores como Elías Querejeta, Alfredo Matas, Emiliano Piedra o José Luis Dibildos. Ahora no hay productores. El Gobierno se ha desinteresado absolutamente del cine. Lo considera una cuestión tan menor que ya ni siquiera cambian a los directores generales.
P.- Un Gobierno de izquierdas…
R.- Los gobiernos de izquierdas nunca se han caracterizado por ser más activos con la cultura que los de derechas. No nos confundamos, han sido muy parecidos.
P.- ¿Está contento con Miquel Iceta como ministro de Cultura?
R.- No es lo peor que nos podría haber tocado, porque al menos es un hombre sensible. Cataluña es una sociedad muy activa en los temas culturales, al menos lo era hasta hace cinco años. He tenido dos charlas con Iceta y lo he visto activo políticamente. Eso sí, no se va a dejar la piel ni se va a jugar el cargo por nada, pero está interesado.
La gente del cine ha abandonado el cine"
P.- ¿Y por qué el cine español sufre esta sangría?
R.- Porque se hace mal cine. Se hace un cine de entretenimiento puro para niños y para los centros comerciales, y los niños no son unos locos del cine. Son locos de otros muchos entretenimientos. Y luego el mundo del cine tampoco ha sabido defenderse. Durante el covid la gente del teatro no paraba de aparecer en la prensa hablando de la seguridad de los teatros. Los teatros siguieron funcionando y las salas del cine se vaciaron. Y lo que hicieron los empresarios fue cerrarlas. Da la impresión de que ya no les interesa el cine. Es como si el único negocio fuera vender palomitas. Y si no se pueden vender, lo mejor es cerrarlas. La gente del cine ha abandonado el cine. Si ahora en Madrid hay 300 pantallas, quedarán unas 100 pantallas en un par de años.
P.- El cine español agoniza…
R.- Así es. Pero lo pienso yo y lo piensan los exhibidores. Y cuando un exhibidor piensa que está agonizando, poco va a hacer. No va a inyectar dinero ni va a modernizar las salas ni va a ser innovador.
P.- En esa debacle debe haber unas víctimas…
R.- Es que los creadores y los técnicos se han refugiado en la tele y las plataformas. Se hace más ficción que nunca. Hoy se hacen películas con un coste medio de 2 millones de dólares. En los 90 la media era de 3 millones. Pensar que 30 años después el presupuesto de una película es menor no pasa en ningún otro sector.
Son películas hechas con el dinero de un chico que tiene un tío rico o con un móvil. Se están haciendo películas con 300.000 y 400.000 euros. Eso no es cine industrial, es un capricho
P.- ¿Y eso se refleja en la calidad?
R.- Evidentemente. Hace dos décadas de las películas que se presentaban a los Goya, unos 120 o 130 títulos, yo conocía absolutamente a todos los actores y directores. Ahora, cuando me llega la relación y las fichas técnicas, conozco seis películas. La de Almodóvar o la de Amenábar. Las demás son todas primeras obras. Son películas hechas con el dinero de un chico que tiene un tío rico o con un móvil. Se están haciendo películas con 300.000 y 400.000 euros. Es que eso no es cine industrial. Ha dejado de ser una industria, es un capricho. Y esto no sucede en el resto de Europa. Es cierto que se ha degradado en todas partes pero no a este nivel.
P.- Los directores también han migrado…
R.- A la televisión. El propio Álex de la Iglesia, por ejemplo, que es un grandísimo director. También Amenábar. Es que se van acomodando. El problema es para las salas, que han sido siempre los ricos de la industria y ahora realmente son los parias.
P.- Usted trabajó con Almodóvar. Me pregunto si tiene la percepción de que su cine da siempre vueltas sobre lo mismo…
R.- ¿Y qué va a hacer? También les pasó a Howard Hawks y John Ford. Yo le produje a Almodóvar Matador, su última película antes de que constituyeran El Deseo. Es un fenómeno de la historia del cine español, incluso por encima de Buñuel. Habrá pocas personas a su altura, quizás Carlos Saura. Otra cosa es que me guste más o menos. Tiene de todo: buenas películas y regulares. Pero es un icono del cine español.
Mis expectativas biológicas son llegar a los 117 años si no hago ninguna tontería, como follar sin parar"
P.- A los 78 años, ¿cuáles son sus expectativas?
R.- Mis expectativas biológicas son llegar a los 117 años. Es lo que me han dicho los médicos porque me hice unas pruebas en Estados Unidos. Me han dicho que si no hago ninguna tontería moriré a los 117.
P.- ¿A qué se refiere con tonterías?
R.- La mala vida. Dedicarme, por ejemplo, a follar sin parar. Hay que follar, pero parando. Yo espero tener una vida muy activa hasta los 90 y seguir entre Arabia Saudí y España, hasta que pueda jubilar a mis hijos.
P.- No piensa en su propia jubilación…
R.- No, no. Los productores no se jubilan jamás. Somos como los toreros. Lo más glorioso es morir en la plaza. Para un productor también lo es arruinarse.
P.- Y usted se ha arruinado varias veces…
R.- Sí, pero ese es el gran mérito de los productores, poder reinventarse y resistir. Yo he tenido cogidas, no me ha matado el toro. En Arabia Saudí no podré arruinarme nunca. Podré dejar de ganar dinero, pero aquí no invierto o invierto muy poco. El productor tiene que generar proyectos concretos y desarrollarlos. Tienes que tener unos recursos para estar un año desarrollando proyectos a falta de dinero y viajando y pagando a escritores. Pero luego las películas tienen que autofinanciarse.
Si estuviera teniendo que luchar para que TVE me dijera algo o Telecinco me cogiera un guión, estaría bastante desesperado"
P.- Escuchándole tengo la percepción de que viene a Arabia Saudí a curarse cierta nostalgia por una época del cine español ya extraviada…
R.- Si no estuviera aquí, estaría bastante desesperado. Tendría que estar luchando como algunos compañeros míos para que Televisión Española me diga o para que Telecinco me coja un guion con una cantidad de becarios que hay allí leyendo los guiones y que te dicen lo que tienes que hacer. Son “pitufos”, como les llamaba mi mujer. Me cortaría las venas y aquí pues no. En esta sociedad, al igual que en la japonesa, se valora muchísimo la edad. O sea que cuanto más viejo eres, pues más te quieren, más te aprecian. Te ceden el lugar principal. En Japón me pasaba lo mismo traducido. Cinco o seis veces hice negocios en Japón y era la leche. Todos se ponían firmes. Y aquí pasa igual.
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