Fueron los ejecutivos jóvenes de los ochenta que se graduaban en la Universidad, y empezaban a trabajar en el mundo de las finanzas consiguiendo ingresos más altos que la media. Perseguían la moda, vestían las últimas tendencias, especialmente trajes de chaqueta, y estaban atentos a todos los avances tecnológicos que surgían. El valor por las cosas materiales primaba por encima de todo para los yuppies como lo hace para los millenials o la generación Z. Porque nada ha cambiado desde entonces.
El movimiento yuppie legó un horizonte atravesado por la productividad, el afán de éxito, la estética y los autocuidados. La posición de bonanza económica de la que partía permitió celebrar la individualidad desde el refugio y el anonimato que proporcionaban los cubículos de oficina. Y la generación millenial ha acelerado esta tendencia, que oscila entre la individuación y el narcisismo, provocando que los muppies (millennial + yuppie) se vean abocados a un contexto hostil, en el que la salud mental y la física se resienten. A veces: «Tenemos un problema como sociedad al que no le hemos sabido encontrar la raíz. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué y cuáles son las enfermedades contemporáneas? En lugar de buscar las raíces tendemos a como individuos, buscar soluciones momentáneas. 'Me apunto a pilates o yoga'. ¿Soluciono así mi problema o va más allá? No nos lo preguntamos. Hemos desarrollado herramientas para paliar los problemas contemporáneos, no para solucionarlos».
En este escenario, «el capitalismo celebra el cansancio», pero no puede permitirse que acabemos exhaustos y producimos teniendo una falsa sensación de paz gracias a las prácticas surgidas de la cultura del wellness y el slow-living. Y de esta forma, en la búsqueda de paliativos, que no soluciones, hemos desarrollando un estilo de vida afectado «por los desajustes propios del neoliberalismo».
Y de esta idea nace precisamente Yupi, la exposición comisariada por Ignacio González Olmedo, Juanjo Aguilar Orellana y Laura Berros Pradas, que pretende reflexionar sobre la cuestión generacional y el actual contexto mutable del movimiento yuppie: «Yupi no nace como una oposición a estas prácticas ni se posiciona en una aceptación inconsciente, sino que abraza la contradicción y reflexiona sobre cómo lidiar con el malestar y los mecanismos tras la cultura del bienestar que se ha instado en nuestra sociedad», señala Aguilar en palabras para El Independiente.
La muestra, disponible en la Sala de Arte Joven hasta el próximo 2 de mayo, se materializa a través de obras instalativas, talleres, performances, la identidad visual y un manual impreso de la mano de artistas como María Alcaide y Ana Esteve Reig, Julia Varela, Maque Pereyra o Aida Salán Sierra y Antonio Ferreira, entre otros; y se enmarca dentro de uno de los proyectos ganadores de la XIII edición de la convocatoria Se busca comisario, una iniciativa de la Comunidad de Madrid que apuesta por nuevos modelos curatoriales, facilitando el acceso al mundo profesional de jóvenes comisarios.
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