Eran las seis de la mañana del 24 de febrero de 2022 en Moscú cuando Vladimir Putin lanzaba un mensaje televisado donde anunciaba la «operación militar especial». Putin señalaba que la intención era «desmilitarizar» Ucrania, que se ceñiría a pacificar el Donbás sin intención alguna de ocupar el país. Pero al son de su voz se confirmaban bombardeos sobre las bases militares en las ciudades de Kyev, Járkiv, Mariúpol, Kramatorsk y Odesa. Sus palabras se convertían así en el mayor despliegue militar en Europa desde el final de la Guerra Fría, y en una declaración de guerra fuertemente condenada por Occidente, por el presidente estadounidense, Joe Biden, y por el arte. Porque los hechos han desencadenado pérdidas emocionales, físicas y económicas. Pero también culturales.
Las fuerzas invasoras incendiaron este lunes el Museo de Historia Local e Histórica de Ivankiv, al noroeste de Kiev, donde se alojaba parte del legado de una de las pintoras más importantes de Ucrania, María Prymachenko (Bolotnya, 1909 - Bolotnya, 1997), representante del arte naíf y folclórico ucraniano, y laureada con el Premio Nacional de Ucrania Taras Shevchenko: «Numerosos monumentos históricos y arquitectónicos y sitios arqueológicos están bajo la amenaza de bombardeos de artillería y movimiento descontrolado de camiones militares pesados», escribió Vlada Litovchenko, director de la Reserva Histórica y Cultural de Vyshhorod, en un comunicado en Facebook que confirmó la «pérdida irreparable»: «La destrucción del Museo Ivankiv por parte del agresor en estos días infernales para nuestro país es una pérdida irreparable de la autoridad cultural e histórica de Ucrania».
Numerosos monumentos históricos están bajo la amenaza de bombardeos de artillería"
Vlada Litovchenko
Tras la destrucción del museo, desde el Ministerio de Cultura y Política de Información de Ucrania se ha pedido a la UNESCO que revoque la membresía de Rusia: «La idea de crear un movimiento internacional para proteger los monumentos históricos en caso de conflicto armado se incorporó a los principios básicos de las actividades de la UNESCO», señala Litovchenko.
«Desde 2014, la Federación Rusa ha violado sistemáticamente el derecho internacional humanitario y el convenciones para la protección del patrimonio cultural, especialmente en la península de Crimea».
Pero la de Prymachenko no ha sido la única. Su obra ha desaparecido para siempre como la de tantos que están a punto de hacerlo bajo las cenizas de los bombardeos. Como la de Velázquez, la de Ruben o la de Goya. El cuadro de una de las últimas veces que la Infanta Margarita posó para el pintor de Las Meninas y una de las grandes joyas del Museo de Arte Khanenko de Kiev, está en peligro de ser una víctima más de la guerra junto a un bodegón de Zurbarán, un San Francisco de Luis de Morales, el retrato de un obispo por Claudio Coello u obras de otros grandes maestros como Pieter Brueghel, Van Eyck, Rubens, Frans Hals o el zaragozano Francisco Goya: «Ahora deberíamos estar preparándonos para el 11° Festival anual del Arsenal del Libro que se llevará a cabo en mayo, así como para importantes exhibiciones y proyectos interdisciplinarios, pero nuestro equipo debe concentrar los esfuerzos para garantizar la seguridad de nuestro personal y nuestras familias, así como custodiar nuestra colección y nuestros objetos de museo: pinturas, gráficos y bellas artes», asegura Olesia Ostrovska-Liuta, directora general del Complejo del Museo Nacional de Arte y Cultura del Arsenal Mystetskyi en Kiev, en un artículo en el portal Artnet.
No es la primera vez que la pinacoteca que fuera hogar de los Khanenko, sufre en primera persona un conflicto bélico europeo. Sin ir más lejos, durante la Segunda Guerra Mundial, la casa fue el Club de Oficiales Nazis.
Patrimonio y una invasión anunciada
Meses antes de que empezaran a caer las bombas y misiles, y Ucrania se vaciara entre el estruendoso ruido militar pero el inconcebible silencio humano, Hayden Bassett -arqueólogo y director del Laboratorio de Vigilancia del Patrimonio Cultural del Museo de Historia Natural de Virginia- vigiló vía satélite y cartografió todas las riquezas culturales de Ucrania. Entre ellas, las catedrales de Kiev, los edificios históricos de Lviv, los museos de todo el país y los antiguos cementerios que salpican sus estepas, para marcar los lugares que podrían ser devastados por la guerra. Una función similar a la que concibieron hace 79 años un grupo de mujeres y hombres denominados Monuments Officers.
La Segunda Guerra Mundial fue testigo de continuos robos culturales que fueron paralizados poco después por los Monuments Officers, historiadores de arte, museos, archivistas y bibliotecarios asociados a la Galería Nacional de Arte que estaban extremadamente involucrados en los esfuerzos para proteger el arte, los edificios históricos y los monumentos sumergidos en escenarios de la guerra creada por la Alemania nazi.
Fue el 24 de abril de 1943, cuando el juez de la Corte Suprema, Owen Josephus Roberts, aprobó la Segunda Comisión Roberts, creada para ayudar al ejército de EE.UU. a proteger las obras de valor cultural en áreas de Europa ocupadas por los aliados. El grupo recuperó millones de tesoros europeos saqueados por los nazis y espera hacer lo mismo con los tesoros ucranianos: "Mira, pienso cambiar el mundo con esta gente, y sí, me gustaría que se hiciera antes", decía el Coronel Scott DeJesse, director del programa de la rama Patrimonio y Preservación, que aunque no dirige el proceso de contratación, se concentra en la parte operativa de la nueva unidad de Monuments Officers que se formará en EE.UU.
Basset, en su búsqueda, encontró no sólo destrucción sino construcción. El monumento Savur-Mohyla, localizado en un túmulo funerario de la Edad de Bronce, es una estructura conmemorativa de la Segunda Guerra Mundial que hasta hace días, estaba siendo reconstruida por los soviéticos tras haberla destruido previamente en la Guerra del Donbás en 2014. El arqueólogo asegura que esta sería uno de entre los mil sitios que podrían verse perjudicados por el conflicto.
La protección del arte ucraniano depende de Rusia
La catástrofe cultural está en desarrollo. Los "oficiales" de monumentos en Europa se traducen en seis letras, UNESCO. Una Organización de las Naciones Unidas compuesta por 193 miembros y 11 asociados, con el objetivo de contribuir a la paz y a la seguridad en el mundo mediante la educación, la ciencia, las comunicaciones y la cultura. Ellos son quienes se encargan de la investigación, documentación, asistencia técnica, formación y sensibilización pública. Los protectores del arte internacional.
Cada país, tiene asociado un número de Bienes culturales, que entran en la burbuja intocable de la protección que la Organización lleva a cabo. En el caso de Ucrania, el país cuenta con siete sitios declarados Patrimonio Mundial Cultural y Natural, por su valor universal excepcional. Seis bienes culturales y uno natural, que en caso de conflicto armado, serían prevenidos de daños en todas sus formas. En su lista se encuentran la Catedral de Santa Sofía de Kiev, la Ciudad antigua del Quersoneso táurico y sus "chôra", Tserkvas de madera de la región de los Cárpatos, el Arco Geodésico de Struve, el Conjunto del centro histórico de L'viv y los Hayedos primarios de los Cárpatos y otras regiones de Europa.
Hasta aquí, bien. El problema radica en que el presidente del Comité del Patrimonio Mundial este año es Rusia. La UNESCO ha reclamado al país de Putin, que recuerden los compromisos asumidos en las convenciones culturales de su Organización, como la firmada en 1954 en La Haya. A ellos se ha sumado el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), que ha lanzado un comunicado donde, además de lamentar las vidas perdidas y amenazadas por la situación, también teme que los alcances bélicos pesen sobre el Patrimonio de Ucrania: "Tienen deber absoluto de hacer todo lo que esté a su alcance para preservar todo el patrimonio", añade dirigiéndose a Rusia. Y acaba ofreciéndose a sus compañeros y autoridades de Ucrania para apoyar o aconsejar en la salvaguardia del Patrimonio Cultural o en la elaboración de protocolos de medidas preventivas ante posibles riesgos.
En una conversación de El Independiente con la UNESCO, confirman que ahora se encuentran a la espera. Rusia es quien tiene la potestad en toda la protección cultural y por tanto, lo único que pueden hacer es exigir el amparo de aquellos monumentos u obras de arte. No tienen la autoridad para preservarlos y tampoco para declararlos en peligro.
Por el momento solo se ha visto afectado un único monumento. Se trata del complejo de Babi Yar, el mayor Memorial de Ucrania sobre las víctimas del Holocausto nazi en la Segunda Guerra Mundial, impactado la tarde de ayer tras el bombardeo que provocaron los rusos contra la torre de televisión de Kiev.
'Para siempre junto a Rusia' y su demolición
Aunque no solo los explosivos que despliegan los rusos destruyen el Patrimonio Cultural de Ucrania, también lo hacen los ideales. En 1961 se levantó un monumento en memoria de los 300 años desde la reunificación de Rusia y Ucrania, para conmemorar, por aquel entonces, una amistad entre fronteras que sería duradera. Pero esa unión solo les duraría hasta el conflicto de 2014, cuando Rusia invadió las regiones de Donetsk y Lugansk y ocupó Crimea. La respuesta cultural de Ucrania fue desmantelarlo. La discusión llegó hasta julio de 2021, donde los diputados locales discutieron alto y tendido sobre eliminarlo del Registro Estatal de Monumentos Inmuebles de Ucrania. Una opción a la que la filóloga Navalna Marina Ivánivna se opuso: "Si sacamos el monumento del Registro Estatal, quedará sin dueño, despertará el interés, no solo de las fuerzas patrióticas, sino también de quienes quieren hacerle daño". Su propuesta fue eliminar la inscripción. Y finalmente, el 21 de diciembre de 2021, actuaron con la eliminación de su prescripción, "Para siempre junto a Rusia".
El monumento, que constituye la unión entre ambos países, vuelve a ser tema de confrontación entre los historiadores ucranianos. En esta ocasión, ha sido Serhiy Shtepa, diputado del consejo del distrito de Boryspil, quien ha exigido su demolición, asegurando que cuenta con el 80% de votos a favor: "¡Ocurrió! Pereyaslavtsi destruye hoy el mito soviético de la amistad eterna con Rusia". "Lo principal es que los rusos en la región de Kiev no están felices, no creen en su amistad y no quieren estar juntos!¡Gloria a Ucrania!¡Gloria a la región de Pereyaslav!", comentaba el sociólogo en su página de Facebook.
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