Lápiz negro, óleo o una pluma, se fundían en las manos boloñesas de Annibale Carracci (Bolonia, 1560) para romper, a través de sus pinturas, con el manierismo predominante y atender a un naturalismo de fuerte carácter en diecinueve frescos clásicos, categorizados como renacentistas pero que anunciaban el pleno barroco, que serán evocados en el conjunto mural que el Museo del Prado (Madrid) abrirá al público el próximo 8 de marzo.
El pintor se consagró como figura capital en la historia del clasicismo seiscentista. Hermano de Agostino y primo de Ludovico, se educó primero como grabador y luego como pintor, emprendiendo su propio camino, hasta que llegó el banquero palentino Juan Enríquez de Herrera (Palencia, 1539), quien mandó a construir una capilla dedicada a san Diego de Alcalá -monje franciscano del siglo XV- que luego fue confiada a Carracci, después de que este decorara con éxito la galería del palacio Farnese.
Acusado de eclecticismo por la crítica decimonónica, es considerado en la actualidad como un verdadero creador que en sus obras romanas ha dejado modelos de soberana belleza.
Carracci aparece en el Museo del Prado para aportar unión, cultura y sobre todo sentido. Es la primera vez que un conjunto de pintura que estaba disperso se reúne en tres museos -Museu Nacional d'Art de Catalunya, El Palazzo Barberini y el Museo del Prado-. Una cooperación que Javier Solana, presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado, no ha dudado en destacar. De este modo, la exposición se mostrará hasta el 12 de junio para llegar a MNAC en julio y finalizar su recorrido, en noviembre, en el Palazzo Barberini.
La cultura siempre nos ayuda a hacernos las preguntas necesarias para la difícil realidad que podamos estar viviendo"
Andrea Levy
Por su parte, Andrea Levy, delegada de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid, hace un llamamiento a las instituciones culturales: "Es más necesario que nunca que salgamos a potenciar la necesidad cultural, la necesidad de contemplarla. A lo mejor no nos da las respuestas que buscamos, pero la cultura siempre nos ayuda a hacernos las preguntas necesarias para la difícil realidad que podamos estar viviendo. Ya lo vimos en el confinamiento, donde la necesidad de cultura se hizo más necesaria que nunca, casi indispensable". Ella ve la cultura como sinónimo de unión y cree que así debería ser.
El arranque de las pinturas de los muros de la capilla a causa del deterioro de la iglesia, provocó que de los 19 fragmentos que quedaron de Carracci, solo 16 llegarán a España (7 fragmentos se conservan en el Museo Nacional del Prado y 9 llegaron a la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi, desde donde fueron depositados en el MNAC) mientras que de los 3 restantes, depositados en la iglesia romana de Santa María de Montserrat, no se sabe su localización. "Lo normal es pensar que ya no existen o que no los vamos a recuperar", cuenta Andrés Úbeda, Director Adjunto de Conservación del museo. Pero no cabe duda que los que han llegado, serán un constante asombro para los visitantes.
La exposición contempla los siete frescos en sentido vertical, imitando la capilla romana, "para así verlos a la altura de los ojos". Los primeros son los cuatro trapecios que decoraban la bóveda de la capilla y que narran asuntos relativos a la vida del santo protagonista: San Diego recibe limosna, la Refacción milagrosa, San Diego salva al muchacho dormido en el horno y San Diego recibe el hábito franciscano. Además, de aprovechar los tres de los óvalos que se situaban en las pechinas para los fragmentos de San Lorenzo, San Francisco y Santiago el Mayor.
Las obras están dispuestas en dos salas. La primera presenta un vídeo con el proceso de restauración del museo en las obras de Carracci y Albani y la segunda, muestra los frescos estampados en una pared negra y una atenuante luz que cuelga del techo y les da realismo, consiguiendo lucir el color al que han logrado llegar con la restauración. Contiguo a los frescos, se encuentran vitrinas que refugian los dibujos o estampas que reproducen los fragmentos perdidos y los libros de exequias de los reyes de España donde se reproduce el interior de la iglesia.
El Museo del Prado se ha implicado en un extraordinario montaje que permite al visitante recorrer las diferentes alturas de la capilla Herrera y recrear su decoración.
Colaboración Carracci y Albani
Desde el principio Annibale Carracci había contado con la ayuda de uno de los pintores de su círculo, Francesco Albani (Bolonia, 1578), pero la colaboración se vio afectada por la grave depresión que sufrió, la cual le impedía pintar, aunque podía seguir supervisando sus trabajos. Y así lo hizo con Albani, que terminó encargándose de la dirección de la pintura, logrando llevar a cabo la Capilla Herrera.
Como recuerda el museo, en los primeros años del siglo XVII, Annibale Carracci se comprometió con Juan Enríquez de Herrera a pintar al fresco la capilla de su familia en la iglesia de Santiago de los Españoles de Roma. Carracci ideó todo el conjunto e incluso llegó a ejecutar algunos frescos antes de su enfermedad.
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