“Buscáis la fama, pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar. Con sudor”. Esta es la frase mítica de Debbie Allen en el papel de la profesora de danza Lydia Granta en Fama. Con esta frase arrancaba una de las series de televisión más longevas de los años 80 que durante seis temporadas sentaba a familias enteras a ver las historias de los estudiantes de la School of Arts de Nueva York.
Alan Parker (1944-2020) dirigió Fama en 1980, el éxito mundial de la película se tradujo en dos Oscar, uno de ellos para la canción original que no ha dejado de resonar en la cabeza de cuantos se dedican a las artes escénicas desde los 80. Si la película condujo a la serie, de 1982 a 1987, la serie condujo a un musical que desde 1988 ha llevado el espíritu de la escuela de artes a escenarios de 28 países.
“El musical no va paralelo ni a la película, ni a la serie, porque los equipos creativos son diferentes”, explica Coco Comín, directora del montaje de Fama que se acaba de estrenar en el Teatro EDP Gran Vía de Madrid. “Fama es un musical de hace más de 40 años que se está representando de la misma manera en todos los escenarios de todo el mundo. Es casi como una obra de museo, no ha sufrido ningún retoque, ni se ha trasladado a la actualidad, los chicos no van con móviles, ni tablets”, añade.
La obra vuelve a Madrid donde estuvo en 2006 y ahora lo hace con cerca de 160 funciones de recorrido en Barcelona. “Junto con Grease y West Side Story es uno de los clásicos que ha durado más en el tiempo. Lo que tiene mérito, porque hoy en día hay dos o tres estrenos mundiales al mes. Pero estos clásicos tienen la gracia de su sencillez, son asequible para todo el mundo, la estética gusta, parecen no pasar de moda y hablan de los problemas de la juventud, que eso siempre son los mismos desde que el mundo es mundo. Y esto hace que tenga un encanto especial, no hace falta ser muy letrado en musicales para poder seguirlo”, explica la directora.
Quienes siguieron la serie o han visto la película se darán cuenta que los nombres de los personajes no coinciden con los del musical, pero todos tienen su alter ego. “Por ejemplo quien era Leroy ahora es Tyron. Esto de los nombres es el mayor hándicap, - afirma Comín- pero sólo durante los primeros minutos de montaje, enseguida el público se ubica y encuentra los paralelismos”.
Lo que permanece invariable es la temática, el musical está compuesto por las “historias cortas cada uno de los personajes, cada uno con su personalidad; está el triunfador, el glotón, el que busca su sexualidad y la soberbia que se cree la mejor, cada uno de los personajes se va encontrando consigo mismo”. Un espejo de los problemas de la juventud que se canalizan en forma de música, interpretación y baile. “Fama crea cantidad de vocaciones en los chicos jóvenes. Dentro de 10 años te encontrarás con chicos y chicas por los escenarios que se dedican a las artes escénicas por ver Fama. Pasa mucho en los musicales, se debe el impacto de ver de algo en directo, es algo palpable que despierta vocaciones”, asegura Comín.
Música emblemática
Las canciones del musical tampoco son iguales que las de la película, excepto el hit Fame. Tema que ganó el Oscar a la mejor canción en los Oscar de 1981. Interpretada por Irene Cara en esa edición de los premios se produjo un hecho insólito y es que además de la canción que da nombre a la película estaba nominada Out here on my own. Las dos las cantaba el personaje Coco, Irene Cara en la película y Erica Gimpel en la serie. El personaje de Cara y Gimpel es, en escena, Carmen; “en el musical no hay más Coco que yo”, dice la directora.
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