Cuando en 1933 Sigmon Freud alegó en una conferencia ante cientos de personas que la mayor aportación de las mujeres a la Historia había sido la costura, faltaban solo 7 años para que lo que le permite a usted leer este artículo (WiFi) fuese creado por una mujer, la inteligentísima Hedy Lamarr. Cuando aseguró que los movimientos feministas que surgían (él consideraba que en contra de los hombres) eran por una enfermiza "envidia de pene", Marie Curie ya se había llevado a casa dos Premios Nobel. También, las sufragistas habían empapelado las calles y en España estaban a punto de meter sus votos en las urnas.
El concepto de las mujeres como observadoras de los acontecimientos y no participes de los mismos nos lleva acompañando desde la prehistoria e incluso hoy cuesta a veces contar cómo y porqué hemos llegado hasta aquí mencionando a las mujeres que lo hicieron posible. Narramos a la Humanidad con rostro de hombre y llevamos tanto tiempo haciéndolo que el imaginario descarta a las mujeres a la hora de visualizar los grandes acontecimientos pasados.
La profesora Cristina Oñoro lo vio claro en 2018, cuando una famosa revista de Historia comenzó a promocionar un coleccionable que recorría desde la prehistoria hasta nuestros días. En él no había una sola mujer. "Ni quiera con las ya típicas aportaciones de las mujeres como algo particular, como poco común", asegura Oñoro que acaba de publicar Las que faltaban. Una historia del mundo diferente.
Un libro en el que a través de nombres muy conocidos nos cuenta pequeñas anécdotas que acaban siendo esenciales para entender la importancia de cada una de estas mujeres. Así, desde las cavernas a nuestros días, pasa por Denny, Agnódice, Malinche, Mery Wollstonecraft, Jane Austen, Virgina Woolf o Rosa Parks.
"Todo esto me vino a la cabeza en la manifestación del 8M de 2018. Vi una pancarta de una chica muy joven que decía: 'No hay autoras en mi libro de literatura'. Y en ese momento me vino la frase de Gertrude Stein, que dice que si no desarrollamos una mirada crítica nos encontramos que estamos estudiando nuestra propia ausencia, ya sea en los libros de historia, en los museos, en los premios que se conceden...", reflexiona Oñoro que dedica el prólogo a explicar porque es bueno volver a Juana de Arco a Victoria Kent o a cualquiera que desmonte "las narraciones heredadas sobre la humanidad".
"Lo que intento en Las que faltaban no es solo reconocer y celebrar lo que han hecho las mujeres. Al poner esas contribuciones cambia la historia del mundo, intento que sea una historia del mundo donde no hay una única protagonista ni un único protagonista", añade. Por eso comienza por el principio. Empieza por Denny, o más bien por el hueso que encontraron de Denny y como resultó que era un híbrido entre un neandertal y un denisovano del 90.000 a.c., el primero que se encontró y que descartó la teoría existente de que las distintas especies no se podían reproducir y que resultó ser una mujer.
"Hemos estudiado al homo sapiens como hijo único y resultó ser incierto. También como el hombre cazador, el hombre artista, ese sesgo arqueológico que se ha estado aplicando descarta a las mujeres y claro que estuvieron allí, faltaría más", explica y añade que "al atender un poco pinturas de manos vemos que quizá muchas de ellas eran de mujeres".
De ahí pasa a Agnódice (siglo IV a.c.), como el mito de la primera mujer ginecóloga de la Historia, a Cleopatra y la imagen que ha llegado hasta nuestros días de mujer fatal o Malinche y la poca importancia que se le ha dado a su función como traductora. "El personaje de Malinche en la conquista de México es esencial. Sin sus palabras Hernán Cortés y Moctezuma no habrían podido hablar. Su contribución a la estrategia y a la propia conquista se dejó premeditadamente en el margen", asegura.
¿Por qué nos llega una Cleopatra como modelo de la mujer fatal? Fue Horacio el primero en llamarla monstruo y como estamos educados en las épicas masculinas
Al margen, porque tal y como señala Oñoro, al final la Historia la han contado ellos y lo han hecho como les ha parecido correcto. "¿Por qué nos llega una Cleopatra como modelo de la mujer fatal? Fue Horacio el primero en llamarla monstruo y como estamos educados en las épicas masculinas y no en las femeninas pues es lo que hemos aprendido. Por ejemplo, Platón consideraba a la mujer muy inferior al hombre, hasta se dijo que teníamos el cerebro más pequeño y por eso éramos menos inteligentes", explica.
O que no éramos capaces de llegar a la misma maestría que ellos. Para ejemplificar esto nos habla de Jane Austen y como se la consideró una autora rosa, de mujeres, de cosas de mujeres. Según Oñoro "no vieron más allá de la trama, no percibieron el fondo. Esa crítica social, esa crítica hacia la situación de la mujer y durante mucho tiempo se la ha catalogado mal".
El libro termina con Hermione, de Harry Potter. Termina hablando de la importancia de ese personaje en el imaginario de los adolescentes de entonces. En cómo Malala Yousafzai, la niña que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2014, aseguró que gracias a ella despertó su conciencia feminista, cómo gracias a ella había visto que sí que se podía. Como diría Emma Watson, la actriz que hace el papel de Hermione, ante las Naciones Unidas cuando la llamaron para hablar de las mujeres: "Se preguntarán que hace la niña de Harry Potter aquí". Dejen de preguntárselo.
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