Londres, 1971. El río Támesis vestía con flores de colores que rememoraban a quienes murieron en aquella barbarie. Allí se concentró el recuerdo, se habló del dolor, de las muertes innecesarias que el odio y el rencor señalaron como a ganado. Se habló del drama y el genocidio, el de los más de 3.000 gitanos que murieron víctimas del régimen de Hitler en los distintos campos de concentración; de las esterilizaciones, en 1933, la expropiación de sus bienes, los fusilamientos masivos y la aniquilación de lo que era para el Führer "la plaga gitana".
Aquel 8 de abril más de 100 personas gitanas tomaron el río y cantaron el Gelem Gelem en el que iba a ser el primer Día Internacional del pueblo gitano, fecha que conmemora el día en el que se instituyó la bandera y el himno, y que pretende, más de cincuenta años después, seguir reivindicando un trato digno de toda una comunidad. "El pueblo gitano representa toda una vasta y rica cultura que va más allá de los clichés y mitos que se le han atribuido con el tiempo, de ser personas bohemias y errantes que van por el mundo. Muy al contrario, los gitanos se han sabido ganar un espacio, gracias a su trabajo e importante aporte a la sociedad. Son ciudadanos de pleno derecho, con rasgos culturales que les son propios, que comparten una identidad común, lo cual no resta nada a su ciudadanía, sino más bien al contrario, supone una riqueza y un valor añadido para nuestra sociedad, de la que todos y todas formamos parte", explican desde la Fundación Secretariado Gitano en palabras para El Independiente.
Solo en España, la comunidad gitana está presente desde comienzos del siglo XV y se calcula que en la actualidad es de unas 750.000 personas aproximadamente, siendo Andalucía la región española con más números de gitanos, seguida de otras regiones como Cataluña (con 80.000), Madrid (con 60.000) o la Comunidad Valenciana (con una estimación de 52.000 personas gitanas). Sin embargo, y pese a lo que parece un contexto multicultural, la entidad reclama que se reconozca su identidad cultural y erradique "la segregación racial de esta etnia" que todavía se percibe en la industria cinematográfica o la literatura, entre otros: "Es necesario dar a conocer que la realidad gitana en España cuenta con casi seis siglos de historia y es muy diversa, que los gitanos han ido asimilando muchos de los elementos culturales que se han encontrado en este territorio y que la cultura actual está llena de las aportaciones realizadas por los gitanos tanto en el arte, como en la literatura, la lengua, el comercio, la música, etc. Y no se reconoce".
«El pueblo gitano representa toda una vasta y rica cultura que va más allá de los clichés y mitos que se le han atribuido con el tiempo»
Parecida es la opinión de Noelia Cortés (Almería, 1996), la poeta autora de Del mar y la muerte, su primer poemario, "un sello independiente y feminista formado por Lana Corujo e Irene Nicolás", con el que la gitana, nacida el mismo día que se cumplían cuatro años del fallecimiento de Camarón de la Isla, reflexiona de manera crítica y consciente sobre las ráices de un flamenco, dice, sacudido por el racismo antigitano: "El flamenco es el eco del dolor del Pueblo Gitano a lo largo del tiempo, y también del andaluz. En un vídeo de Paco de Lucía se dice que el flamenco es la música de un pueblo oprimido como el gitano y de un pueblo pobre como el andaluz, y estoy muy de acuerdo. Siempre se había visto al flamenco como un arte gitano, y como algo peyorativo, hasta que ha alcanzado cifras de récord, cuando se ha empezado a negar su identidad y aportación. La sensación frente a la cultura gitana siempre es de exterminio.
Pero Noelia también del Sherlock Holmes de 2010 para quien los gitanos son ladrones que no saben hablar y balbucean; de La danza Fatal o Gitana cañí, donde el pueblo gitano aparecen en escena "siempre con un punto de picaresca y maldad", y hasta de la factoría Disney, que muestra en El jorobado de Notre Dame, a un personaje como el juez Frollo, que quiere acabar con todos los gitanos porque dice, "todos son iguales, maleantes y vagos": "La historia del pueblo gitano es la historia de un viaje. Es la historia de un pueblo errante marcado por las persecuciones, por el desprecio, pero sobre todo, marcado por el desconocimiento. Cuando alguien va hablar de un gitano en una película, en un libro, en una obra de teatro nadie se para antes a escuchar o preguntar al propio si lo está haciendo bien, si su percepción es la correcta. Nunca se espera que un gitano sea culto, lea, disfrute del cine o de la música", añade.
Ambos argumentos ponen de manifiesto así la no celebración de un día como este que tildan de "algo simbólico": "Quien es activista y lucha en favor del Pueblo Gitano debe serlo 365 días al año, no uno".
La Estrategia Nacional para la Igualdad, Inclusión y Participación del Pueblo Gitano
El Gobierno aprobaba el pasado 2 de noviembre, en el Consejo de Ministros, la Estrategia Nacional para la Igualdad, Inclusión y Participación del Pueblo Gitano para su vigencia en el año 2030 que, según explicaba la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, era una decisión en la línea del "compromiso" del Ejecutivo con "la cohesión" y el "progreso social" de la sociedad, prestando "especial atención" a las "áreas sociales donde todavía hoy existe discriminación" en España.
Además, se hacía hincapié en que esta estrategia tendrá una "especial atención" a la figura de la igualdad de género dentro del Pueblo Gitano ya que, según explicaba, este aspecto "precisa de un esfuerzo todavía más especial" que en el resto del conjunto del país, algo que celebran desde la Fundación Secretariado, donde llevan " 40 años trabajando por los derechos de la comunidad e intentando erradicar los estereotipos, el miedo a la denuncia de muchos hombre y mujeres que han sufrido la discriminación", y los datos que sitúan al 86% de la población gitana bajo el umbral de la pobreza o al 31% de niños y niñas de etnia gitana en colegios segregados.
En este sentido Secretariado Gitano ha lanzado una campaña para denunciar la segregación escolar que sufren "miles de niñas y niños" de este colectivo en toda España que, "siguen viviendo una ciudadanía de segunda".
'No quiero una escuela segregada' es el lema de la iniciativa de la fundación, que hace hincapié en la necesidad de concienciar a la sociedad sobre esta segregación que, en su opinión, vulnera el derecho a la educación de los alumnos gitanos y perpetúa la discriminación y la desigualdad: "La campaña pretende sensibilizar al conjunto de la sociedad y especialmente a los poderes públicos sobre una situación "injusta" que tiene consecuencias "graves" sobre la calidad de la educación, reduce las oportunidades de aprendizaje de niñas y niños gitanos y afecta a la cohesión social y al conocimiento mutuo".
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