De mismas pinceladas y con la maestría en el tratamiento de la luz que caracterizó a Diego Velázquez (Sevilla, 1599 - Madrid, 1660), aunque en un extraño retrato a medio camino entre 'Felipe Próspero' y su hermano, Carlos II, a la edad de 5 años. La imagen se muestra en el libro póstumo de quien fuera directora del gabinete de documentación técnica del Museo del Prado entre 1980 y 2012, Carmen Garrido, Velázquez. El fluir expresivo de su pintura, que presenta las investigaciones sobre siete escritos ya conocidos de lienzos de Velázquez, y otros ocho, absolutamente inéditos.
Publicado por el Centro de Arte de Época Moderna (CAEM) de la Universitat de Lleida, institución de la que Carmen fue codirectora científica, el libro presenta el análisis de obras como La Inmaculada, Don Cristóbal Suárez de Ribera, Pichones de Paloma, Cabeza de muchacha, Conde-Duque de Olivares, Retrato de un clérigo, Retrato de Felipe IV, Don Manuel de Fonseca y Zúñiga, IV conde de Monterey, San Antonio Abad, o el Retrato del príncipe Carlos, la 'joya' que la pinacoteca ha "rescatado y devuelto la vida".
Y es que el retrato, que llegó al CAEM en mayo de 2021, fue examinado, entre otras técnicas, con medios oculares y técnicos de alta precisión analítica como la fotografía infrarroja y radiografías, que pusieron de manifiesto el repolicromado al que había sido sometido, presumiblemente por el yerno de Velázquez, Juan Bautista Martínez del Mazo, y "de un modo inmisericorde". El príncipe Carlos era en realidad el Príncipe Felipe Próspero (tercer hijo y primer varón del matrimonio formado por Felipe IV de España y Mariana de Austria, fallecido con apenas cuatro años), y debajo "de la posición absurda e inverosímil del brazo y mano izquierdos en jarra del errático Carlos II" vieron la luz "hasta los diminutos amuletos de azabache o la campanilla de oro que ahora podemos observar colgando de la fina indumentaria de nuestro tierno principito", el director del CAEM y catedrático de Historia del Arte de la UdL, Ximo Company, en un comunicado.
"Gracias al buen olfato de Garrido y a su singular percepción de la pintura, se ha rescatado un eslabón, hasta ahora desconocido, que contribuye a una mejor comprensión de un oculto, y por tanto inédito príncipe Felipe Próspero, una obra que a fecha de hoy enriquece el rico catálogo pictórico de Velázquez", asegura Company, que recuerda que fueron necesarios más de diez meses de trabajo de restauración.
"El gracioso príncipe Felipe permanecía incólume debajo del Carlos II y pedía a gritos volver a formar parte de la densa historia de la monarquía española del siglo XVII, y, sobre todo, de la apasionante historia de la pintura universal del siglo XXI. Tras una meticulosa restauración de diez meses a cargo de Ana Villalba y Salut Díez, se ha devuelto la vida a un precioso príncipe 'Felipe Próspero', pintado por Velázquez, el cual había permanecido incomprensiblemente semioculto durante más de 350 años".
El libro, bilingüe en español e inglés y disponible en versión rústica y de lujo, está prologado por la experta en arte español del siglo de Oro y encargada del Departamento de pinturas del Louvre hasta el 2007, Odile Delenda.
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