Entre la montaña del Príncipe Pio y el río Manzanares, Francisco de Goya (1746, Fuendetodos – 1828, Burdeos) fue libre. Daba igual el grosor de las pincelada, el color o las manchas de luz y fuertes contrastes al modo de un preimpresionista, porque fuera como fuera, aquella seria la cumbre de su pintura mural. Y el lo sabía. Lástima que ahora, el milagro de San Antonio y la Adoración de la Trinidad sobre la cornisa que recorre los paramentos del templo querubines, que el pintor de La maja desnuda plasmó en la ermita madrileña de San Antonio de la Florida, podrían desaparecer.
Y es que desde que el pasado 29 de mayo, en horario de apertura al público, una pieza del tejado de la ermita se deslizará y amenazará con caer al vacío, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Rabasf) advierte de la necesidad de "arreglar la cubierta del templo para evitar posibles filtraciones" y la desaparición de los frescos del pintor. "Hay aprobado un plan de restauración desde hace tiempo e instamos a que se actúe lo antes posibles frente a la gravedad de la situación. Solicitamos la urgente reparación para evitar los riesgos para la seguridad de las personas y la integridad de las pinturas", señala la entidad en una carta dirigida a Patrimonio, institución que, junto al Ayuntamiento de Madrid, es dueña del inmueble.
Patrimonio Nacional, que se comprometió en 2018 a conservar todos los elementos de patrimonio histórico y artístico, además de a renovar las instalaciones y la pintura del templo por 40.000 euros, ha confirmado a este medio la existencia de ese plan de reparación. Sin embargo, las obras no están previstas hasta 2023. "Comenzarán en 2023. El coste será de 913.000 euros, y estimamos que duren 10 meses. Se financiaran con los fondos europeos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia". "Nos comprometemos a poner un paso por delante al arte, que esté mejor atendido, exhibido y más cerca de que todos lo podamos disfrutar porque el arte nos desarrolla la ética y la estética, que sirven para la felicidad colectiva".
La ermita fue edificada en el Real Sitio de la Florida por el arquitecto Filippo de la Fontana a instancia del Rey Carlos IV, y es considerada como la única superviviente de las tres dedicadas a San Antonio de Padua que hubo a las afueras de Madrid. Goya fue, junto al también pintor y grabador español, Asensio Julià Alvarrachi, el encargado de decorar la cúpula, bóvedas, pechinas y el ábside desde agosto a noviembre de 1798, y de consagrar la iglesia como una de las joyas secretas de la ciudad de Madrid y la cumbre de la fiesta del siglo XVIII, donde los invitados vestían seda y donde chisperos y caballeros embozados charlan apoyados en una barandilla como en una barra de un bar.
En 1905 el inmueble fue declarado Monumento Nacional y en 1928 su uso fue cedido a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que ya desde 1925 se ocupaba de la conservación de los frescos. Posteriormente, en febrero de 1987, el Consejo de Administración de Patrimonio Nacional acordó la cesión de uso del templo al Ayuntamiento de Madrid, conservando la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando las competencias de asesoramiento en materia de restauración.
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