“Dicen que no tiene valor artístico. No es el Palacio Real, ni es la Mezquita de Córdoba. Es un chalé grande con posibilidades de que sus espacios fueran muy bien aprovechados”, afirma Vicente Molina Foix. Habla de Velintonia, la casa de Vicente Aleixandre (1898-1984) en Madrid, que conoce muy bien. Durante dos décadas, el escritor alicantino fue visitante asiduo de la casa, en su libro El abrecartas recoge algunos episodios novelados de esa casa cuyas paredes conocieron los grandes nombres de la literatura española del siglo XX.
Velintonia, la casa del Nobel de Literatura de 1977 está a la venta, por 4,7 millones de euros y espera ser subastada. Su destino se aleja del deseo de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre de convertir sus tres plantas y 630 metros de vivienda en la Casa de la Poesía. “La mayor parte de la obra de Aleixandre está escrita en esa casa pero, sobre todo, están el valor rememorativo e histórico de esa casa y ese lugar en el que hubo un desfile de la gente más viva y más perdurable de nuestra cultura como Lorca, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Cernuda, Pablo Neruda, gente que venía de fuera y escritores franceses que ya empezaban a conocerle y que le querían. Y luego, a partir de un cierto momento, cuando la guerra manda al exilio a buena parte de su generación y Vicente se queda -por cuestiones de salud- Velintonia se convierte en un faro que ilumina los primeros tiempos tan oscuros de nuestro país”, explica Vicente Molina Foix. “Esta casa tiene unas resonancias que no hace falta subrayar la importancia que tienen”, añade el escritor.
Pero al parecer, sí que parece necesario, de hecho es lo que llevan haciendo, desde hace más de dos décadas, la Asociación Amigos de Vicente Aleixandre. El presidente de esta organización, Alejandro Sanz, denuncia el abandono de la casa del Nobel de la Generación del 27. “Una situación de absoluto abandono por parte de las instituciones, tanto por parte de la Comunidad de Madrid, como por parte del Ayuntamiento, como por parte del Ministerio de Cultura. Situación de abandono desde 1986, año en que falleció la hermana de Vicente Aleixandre. Es decir, que estas administraciones a lo largo de los años han podido hacer algo para protegerla, para salvarla, para evitar el estado de deterioro en el que se encuentra actualmente”, afirma.
Para este experto en la obra de Aleixandre es significativo que se ignore desde instituciones gobernadas por la derecha y la izquierda el poeta que abrió su casa a autores de todo signo político -”acogió a amigos de todas las ideas, gente más conservadora, como Gerardo Diego o como Leopoldo Panero y gente radicalmente opuesta ideológicamente hablando, como Rafael Alberti o Miguel Hernández”, afirma.
Esa es la razón que aduce Sanz para que esta gran vivienda ubicada en la calle Vicente Aleixandre, antiguamente Wellingtonia, que derivó en el nombre de Velintonia con el que bautizó a la casa el poeta se convierta en la Casa de la Poesía. “Esta casa es única en la historia de la literatura española del siglo XX y única también en la historia de la literatura europea. Por esta casa desfilaron cuatro generaciones de poetas desde el 27 hasta los novísimos. Es una casa en la que se han vivido momentos históricos memorables. Aquí se leyeron por primera vez los Sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca; Miguel Hernández acudía con regularidad, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, todos. ¿Quién no ha estado en vela? Han estado todos los grandes poetas de la literatura española del siglo XX. Pero aparte fue la casa de un premio Nobel y no tenemos tantos”, asegura el filólogo.
Esta casa tiene unas resonancias que no hace falta subrayar la importancia que tienen"
Vicente Molina foix, escritor
Aleixandre por su delicada salud tenía siempre abierta su casa a las visitas que le mantenía en conexión con el mundo intelectual y literario de su tiempo. Tanto Molina Foix como Sanz coinciden en destacar cómo en otros países una figura equivalente tendría su casa con la máxima protección. “No es por fetichismo, quieren honrar la memoria de artistas nacidos allí en cuyas casas han sido lugares de aprendizaje, de diálogo, de enseñanza. Y luego, además, con la posibilidad de llenarlas con objetos y libros y bibliotecas que sin duda, en este caso, esta casa podría tener”, afirma Molina Foix.
Sanz incluso no necesita salir de España, ni de grupo poético generacional: “Hay otras casas en España que no tienen absolutamente nada dentro y que han sido declaradas, sin el menor problema, bienes de interés cultural, como la casa natal de Luis Cernuda en Sevilla”, afirma.
Sin la protección de Bien de Interés Cultura sólo Bien de Interés Patrimonial, “cualquier inversor, cualquier persona física o jurídica podría comprarla y podría transformarla en cualquier cosa, respetando lo que la Comunidad diga que hay que respetar, como ciertos espacios de la finca. Podría convertirse en un restaurante al estilo francés, podría transformarse en la residencia de un particular, es decir, cosas que equivalen también a la destrucción de Velintonia. Por eso es tan importante resaltar que hay que declararla Bien de Interés Cultural”, asegura el presidente de la Asociación. A la espera de su venta, en el portal inmobiliario Idealista se destaca que “el arbolado existente, un cedro de gran valor, se encuentra protegido. La edificación no se encuentra protegida”.
El árbol al que hace referencia es un cedro libanés que fue plantado por Aleixandre, tenía en 1940 apenas 30 centímetros y hoy es un imponente gigante verde. De momento es lo único que está protegido de la casa y sus defensores temen que termine como la casa de otro premio Nobel, Santiago Ramón y Cajal, convertida en una promoción de viviendas de lujo.
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