El 12 de agosto de 1992 Christopher McCandles escribió las últimas palabras del diario en el que quedó registrada su particular peregrinación hacia lo salvaje: “He tenido una vida feliz y doy gracias al Señor. Adiós, bendiciones a todos”. Seis días más tarde murió y, varias semanas después, su cuerpo fue encontrado por unos cazadores de alces en pleno proceso de descomposición.
Tras abandonar cualquier rastro de civilización y lograr su ansiado objetivo de establecerse en los bosques de Alaska, McCandless falleció en un autobús abandonado cuando apenas contaba 24 años de edad y en la más absoluta soledad. Este joven ermitaño inspirado por el ejemplo de grandes aventureros y literatos como Henry Thoreau, Jack London, León Tolstoi o Mark Twain, decidió apartarse de la sociedad y buscar en la naturaleza la forma más pura de vivir.
Al terminar con honores sus estudios de Historia y Antropología en la Universidad de Emory (Atlanta) en 1990, donó los 24.000 dólares que le quedaban de su fondo universitario a la beneficiencia, huyó de todo resquicio que le remitiera a su anterior vida y se lanzó a viajar por los Estados Unidos usando el nombre de Alexander Supertramp ("supervagabundo").
McCandless realizó un viaje de casi dos años por todo el país, desde Dakota del Sur a Arizona, pasando por California e incluso cruzando la frontera en México, donde entró de forma clandestina con su canoa a través de la Presa de Morelos. Bajo el nombre de Alexander Supertramp, encadenó una serie de empleos precarios como jornalero o camarero para sobrevivir en la América rural. Alternó estos períodos de trabajo relativamente fijo y convivencia social con otros en los que prescindió del dinero y el contacto humano. Sobrevivió a la vida salvaje en momentos de verdadera dificultad como cuando perdió su automóvil durante un diluvio en el Desierto de Mojave y al bajar en canoa a lo largo del Río Colorado, en dirección al Golfo de California. McCandless se enorgullecía de subsistir con un mínimo de elementos y una preparación básica, lo justo para alcanzar un ascetismo puro y auténtico.
No eches raíces, no te establezcas. Cambia a menudo de lugar, lleva una vida nómada"
Christopher McCandless
Inspirado por las ideas de Thoreau, McCandless adoptó como evangelio sus ensayos Walden o Sobre el deber de la desobediencia civil, considerando la no sumisión a las leyes opresivas e injustas de la sociedad, una obligación moral.
Fui a los bosques porque quería vivir solo, deliberadamente, para afrontar los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que tenía que enseñar y no descubrir, a la hora de la muerte, que no había vivido (H. D. Thoreau, Walden). Estas líneas de Thoreau son algunas en las que el joven McCandless forjó su obsesión por encontrar su verdadera identidad en la libertad más absoluta y natural, desprovisto de cualquier convención social o limitación material.
En 1996, el periodista y escritor Jon Krakauer, tras quedar fascinado por su historia, publicó Into The Wild, el libro que contaría las aventuras de aquel joven que sacrificó su vida en un ejercicio exaltación de la naturaleza y el individuo, el autogobierno y la independencia radical de la sociedad.
El libro pronto se convirtió en un éxito que vio multiplicada su popularidad cuando en 2007, Sean Penn estrenó la película homónima que trasladó su historia a la gran pantalla. Muchos jóvenes encontraron en la historia de McCandless un ejemplo de liberación y rebeldía juvenil, romantizando la figura de Alexander Supertramp como una especie de übermensch emancipado.
Este éxito provocó que, tras el estreno de la película, muchos aventureros lo intentaran imitar adentrándose en los bosques de Alaska para alcanzar el icónico autobús en el que falleció, situado en una zona montañosa cercana al Parque Nacional de Denali.
Muchas de estas incursiones han acabado en tragedia. Según AFP, entre 2009 y 2017 se efectuaron 15 operaciones de búsqueda y rescate relacionadas con el afán por encontrar el bus. De hecho, una de las últimas víctimas fue una mujer murió que ahogada en las aguas del río Teklanika intentando alcanzar el vehículo, el mismo río que creció aislando a McCandless en sus últimos días. Las numerosas muertes que cargan a cuenta de este autobús, provocaron que el que Departamento de Recursos Naturales de Alaska decidiera, finalmente, retirarlo en 2020.
El halo de malditismo que rodea el legado de McCandless ha funcionado hasta ahora como un imán para muchos jóvenes que, en su peregrinación hacia este lugar, símbolo de empoderamiento individual y primitivo, han acabado encontrando idéntico final que su héroe. 30 años después de su muerte, el debate sobre su legado sigue rondando la misma incógnita, ¿fue realmente Christopher McCandless un idealista, catalizador de una promesa de liberación, modelo de una generación harta del conformismo material, o simplemente fue un necio imprudente cuyo ejemplo desvirtúa el valor de la sociedad civilizada y el montañerismo responsable?
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