Años 90, un autor argentino de fama mundial -llamado A- vive recluido con una enfermedad terminal en su mansión en el lujoso barrio de Pedralbes, en Barcelona. Ha escrito un último libro que tiene en ascuas a su editora. La fama, el reconocimiento y el dinero no han sido suficientes para este autor que cree que nadie ha descubierto el sentido último de sus novelas. Cree que Merton un agudo y joven crítico literario, defenestrado por criticar a una poderosa editorial, puede ser quien sepa ver lo que nadie ha visto, el sentido último de su obra. 

Este es el argumento de La última vez (Destino), novela de Guillermo Martínez, ganador del Nadal en 2019. “La última vez es una novela alrededor de un problema que suele atormentar a los escritores que es hasta qué punto el verdadero sentido de la obra que uno desarrolla a lo largo quizá de varios libros y de toda una vida llega con la interpretación con la que uno quiso darle”, explica a El Independiente

“Sabemos que, en parte, una obra se completa con la lectura y que cada lector acude a la obra con su propia biblioteca, su sensibilidad y sus experiencias de vida. Pero de algún modo, también el escritor quisiera que, entre todas las interpretaciones posibles, alguien diera con la interpretación que él quiso darle a la obra”, continúa.

Guillermo Martínez.

A, el misterioso célebre escritor de su novela, tiene ese problema: “Cree que su fama se debe a un malentendido. Esa es un poco la ironía de la novela. Es decir, a pesar de que sus libros se traducen en todo el mundo y se leen y ha tenido dinero y vive en una casa hermosa en Pedralbes, siente que nadie ha dado con lo que él llama su marca de agua”.

Un problema que Martínez asegura no tener. “Quizá nosotros los escritores creemos haber dado lo mejor de nosotros en tal o cual novela y nadie advierte la clase de operación o de metáfora o de analogías que intentamos. Yo tengo grandes lectores y tengo lectores muy agudos. He tenido lectores que me han descubierto incluso recurrencias que yo no había advertido en mi obra. Es decir, yo no me puedo quejar de mis lectores”, afirma.

La última vez de Guillermo Martínez

“Traducción al cine”

Quizá esta intriga cargada de humor de Martínez termine en el cine o la televisión. “Podría ser, sí. La verdad es que tiene una gran cantidad de escenas visuales. Es muy breve y eso para una traducción al cine es una ventaja”, afirma. No sería la primera vez. Los crímenes de Oxford, novela con la que obtuvo el Premio Planeta de Argentina fue llevada al cine por Álex de la Iglesia. Este año Netflix ha estrenado una serie de intriga y crímenes- La ira de Dios- que es una adaptación de su novela La muerte lenta de Luciana B.

Martínez elige para ambientar esta intriga literaria el momento de los años 90, durante el boom de los autores latinoamericanos -si bien su autor ficticio no tiene nada que ver con aquellos autores-  y a una influyente editora inspirada en Carmen Balcells (1930-2015). “Yo la conocí justamente en estos años en que se describe la novela, cuando ya era una leyenda. Ya era, como se dice, adorada más que cualquier amante por los escritores y detestada, simétricamente, por los editores, que la habían llamado la tirana de las letras hispánicas. Leí antes de hacer esta novela un libro maravilloso de Xavi Ayén que se llama Aquellos años del boom, donde hace un catálogo de todos los insultos que le dedicaban los editores. Era una mujer exuberante, extraordinaria en derroches y en gestos. Quise retratar algunas de las anécdotas que yo viví personalmente con ella y otras que me han contado de sus colaboradores más cercanos para hacer un retrato de lo que fue el poderío de esa mujer en la escena literaria española”. Martínez la visitaba cada vez que viajaba a Barcelona. “Ella tenía una confianza absoluta en la renovación que traían las letras latinoamericanas y apostó toda su vida a eso”, añade.

Para desvelar la marca de agua de su obra incomprendida, el autor reclama que un crítico audaz y joven lea su última novela. “Merton responde a una figura del crítico literario que ha desaparecido y por eso también la novela está ambientada en esta época. En la época en que todavía un crítico podía decidir la suerte o el fracaso de un libro con una reseña elogiosa podía elevar o hundir un libro”, explica.