Hoy cumple sus 78 primaveras un ser dotado por la naturaleza de un don innato para hacerse notar, y bien. Los que vivimos su revolución en tiempos de Íñigo y Aplauso, no podemos olvidar el impacto de aquella portada tan sugerente con un vinilo dentro que contenía música diferente, moderna, valiente. Poseía, además, un ritmo prácticamente discotequero, que parecía seguir la estela de la gran Debbie Harry y su proyecto Blondie. El marketing se disparó con la pregunta que dio título a esa aventura musical: Do you think I’m sexy? (“¿Crees que soy sexy?”)
Los ritmos trepidantes junto a los toques de sintetizador, pero sobre todo la voz rasgada y única que todavía le acompaña, consiguieron colar a un jovencito Stewart en el número uno de las modernas listas de éxitos de finales de los 70, ávidas de ese atrevimiento para romper con los cánones en blanco y negro heredados y represores de una revolución también en lo sexual. Decir la palabra “sexy” era bastante más transgresor que titular a una balada “Je t’aime, Moi non plus”, por mucho que en el tema francés se jadeara. El don “marketiniano” de nuestro protagonista de hoy se transmitió, por supuesto, en su aspecto. Nunca tuvo miedo de ser andrógino en el look. Podía vestir, y lo hizo, con blusas de gasa y hasta con adornos de marabú. Enseñar abdomen y torso formaban parte habitual de su repertorio durante aquellos 70s de respuesta a lo anterior. Lo anecdótico lo pone, con la visión del tiempo, la industria de la música y derivados: cuenta Rod que, durante su primera reunión con una compañía discográfica, “no les gustaron ni mi ropa, ni mi nariz ni mi peinado”. ¿Y? Él, que reconoció usar agua y azúcar para conseguir su peinado “buffant”, llegó a decir en su autobiografía que “llevar encima 200 libras de terciopelo y satén por un escenario durante 90 minutos, sí que es un trabajo pesado”. En 1979, The New York Times escribió de él: “Stewart casi define la palabra vulgaridad. Se viste de una forma que solo puede llamarse ridícula, emperifollándose con purpurina andrógina”. Pues eso, precisamente, no es vulgar. Podrá gustarte más o menos, pero vulgar, lo que se dice vulgar, no es. Aquí le vemos, en su primera actuación en solitario en TV para cantar otro de sus grandes clásicos, Maggie May. No le hizo falta ir muy extremado. Se dejó acompañar por sorpresa para el público por Ron Wood, de los Stones.
Como buen londinense hijo de padre escocés, hizo del tartán una parte regular de su armario, y las bufandas eran su sello. Ya en los 80, como no, Stewart aumentó sus capas de maquillaje, mientras sus pantalones se encogían. Así le recordamos en las primeras actuaciones que pudimos ver en España. El "estilo Rod Stewart” acababa consistiendo en pieles de leopardo, top de lycra, botas de vaquero y pantalones de cuero.
Salvo el “heavy” más oscuro y la ópera (por decir algo), ha cantado de todo. Comenzó, claro, con el pop más evidente, aunque pronto fue ampliando el espectro musical
Estamos ante el que es para muchos (incluido James Brown) el mejor cantante blanco de música soul que jamás ha existido. Y es que su voz ronca, áspera y llena de emociones le hace diferente desde la primera vez que se escucha un tema suyo. Salvo el “heavy” más oscuro y la ópera (por decir algo), ha cantado de todo. Comenzó, claro, con el pop más evidente, aunque pronto fue ampliando el espectro musical hacia el rock, el soul y hasta el folk. Sí, la música tradicional se le ha dado bien hasta conseguir cinco éxitos del cancionero estadounidense más clásico con su disco de 2019 junto a la Royal Philharmonic Orchestra. Ahí es nada.
Su estrellato no es prefabricado. Es natural. De las leyendas que se cocieron a fuego lento cuando se le descubrió como músico callejero por Londres o París. Hasta fue expulsado de las calles de Barcelona en aplicación de la “Ley de vagos y maleantes” de la dictadura. Sí, siguiendo la otra de sus pasiones, acabó en los aledaños del Nou Camp en septiembre de 1962, por si necesitaban a alguien. Y la espinita la lleva clavada. Existe un video de 2015 en el que Stewart llora de alegría al ver a los de su Celtic querido ganar al Barça. Siempre se ha considerado un futbolista frustrado que no pudo pertenecer al equipo culé, y se quedó en cantante. Pues menos mal que no era su idea principal, que si lo llega a ser…
En diciembre de 1994, su concierto en Río de Janeiro atrajo a 3.5 millones de fans a la playa de Copacabana, consiguiendo el récord absoluto de público más numeroso de la historia en un concierto gratuito de rock
Para hacernos una idea de su enorme currículo, mencionaremos que en 2001 se convirtió en el primer artista en recibir el premio Chopard Diamond por haber vendido más de 100 millones de discos, y es que en total ha vendido más de 250 millones de unidades a nivel mundial, tuvo 31 éxitos entre los 10 primeros puestos en el Reino Unido y 16 sencillos entre los 10 primeros del American Top 40 en Estados Unidos. Ha sido incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll dos veces, como solista y como integrante del grupo Faces. Algún dato más: en diciembre de 1994, su concierto en Río de Janeiro atrajo a 3.5 millones de fans a la playa de Copacabana, consiguiendo el récord absoluto de público más numeroso de la historia en un concierto gratuito de rock. Por supuesto, ahí están sus 14 nominaciones a los Grammy, de las que ganó uno al mejor álbum de pop tradicional. Sin duda, lo que podríamos llamar una “superestrella”.
En 1999, los irreverentes South Park se pasaron de estúpidos cuando se equivocaron totalmente al pintarle en silla de ruedas y defecando en sus pantalones. El mal gusto se encontró con la tontería.
Vitalidad nunca le faltó. No sintamos excesiva vergüenza pasada por haberle expulsado de nuestras calles, porque en 1976, la cadena Holiday Inn le prohibió alojarse en sus hoteles de por vida, aunque se revirtió esa prohibición 40 años después. Hay que reconocer que la medida era proporcionada: Stewart más tarde reconoció que su banda y él enviaban muebles de la habitación al vestíbulo del hotel en los ascensores, como diversión. Una de sus facturas de una noche pasó de ocho mil dólares. Nunca se ha cortado demasiado. Ahora, lo último un pelín escandaloso que encontramos son sus declaraciones en 2018 sobre la gira de despedida de Elton John, que fue su amigo durante muchos años, al comentar que “apesta a treta para conseguir dinero”. Eso sí, luego hicieron las paces.
Entre sus buenas relaciones con grandes de la música no podía faltar una mujer explosiva y brillante que es “simply… the best”. Tina Turner. Así cantaban juntos sobre el escenario en 1981.
Además del fútbol y la música (en este orden), Rod ama los coches. Ha tenido Ferrari, Rolls-Royce, y mucho Lamborghini. Consiguió uno de los únicos 150 Miura SV cupés que fabricó Lamborghini en 1972. Se gastó casi un millón de dólares en un Countach LP 400 Periscopio de 1977. Eso sí, es una preciosidad que acabó vendiendo por el triple. Cuentan que en 1982, un ladrón encañonó a su hija y a él para que les diera las llaves de su Porsche 911 Turbo Carrera de 1977. Dicen que el ladrón no sabía arrancarlo y lo dejó por imposible.
Tiene ocho hijos de cinco madres, y con tres de ellas se casó. Su última pareja conocida, la fotógrafa y agente de policía Penny Lancaster
Los episodios relativos a su vida amorosa le han llevado siempre a buscar notoriedad. No porque la necesite él, sino porque le gusta presumir. Primero, porque el caballero las prefiere rubias (como ya dejó claro en su disco de 1978 Blondes Have More Fun) y más altas que él. Tiene ocho hijos de cinco madres, y con tres de ellas se casó. Su última pareja conocida, la fotógrafa y agente de policía Penny Lancaster (su esposa actual) mide 1.85m y es 26 años menor que él. Como gesta dudosa, cabría incluir haber engañado a una modelo de Playboy con otra modelo de Playboy. Por ejemplo.
Su lado más infantil lo desata con las maquetas de tren (tardó 23 años en terminar una de 37 metros de larga que tuvo que ser transportada en varios aviones y containers) Asegura que le gusta más la idea de salir en la portada de la revista “Railway Modeller” de Gran Bretaña que en la de Rolling Stone.
Y hablando de Rolling Stone(s), en este caso el grupo, es de los pocos que, como la banda de Mick Jagger, sigue en marcha y con marcha para rato. Se le espera en varias fechas españolas este verano. Sinceramente, no es como para perdérselo. Pero aún no me han contestado a la pregunta del titular: con 78 años… ¿sigue siendo sexy?
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