Un estudio en el que han participado investigadores de la Universitat de Barcelona (UB) ha revelado el hallazgo de un hueso que hace 39.600 años servía de soporte para perforar el cuero y que esta técnica de perforación antes de acoplar las piezas de ropa se remonta, como mínimo, a principios del Paleolítico superior.
Se encontró en el yacimiento de Canyars de Gavà (Barcelona) y es el fragmento de un hueso coxal de mamífero, probablemente de un caballo o un gran bóvido, en cuya superficie se observan 28 perforaciones hechas con buriles líticos, ha informado este miércoles la UB en un comunicado.
La distribución de estas perforaciones sugiere que el objetivo era hacer una puntada lineal consistente en, como mínimo, 10 agujeros equidistantes con una media de 5 milímetros entre cada uno.
Asimismo, en la superficie ósea se observan cinco marcas más de perforación, de las que cada una produce dos o tres agujeros: su morfología, orientación y disposición descarta la posibilidad de que fuesen elementos decorativos o registros de información numérica, por lo que los arqueólogos argumentan que la explicación más plausible es que se produjesen durante la fabricación o reparación de artículos de cuero.
Los punzones de huesos ya estaban documentados en África del Sur -datados desde hace unos 73.000 años- y en yacimientos neandertales tardíos en Europa, pero no que se usasen para perforar el cuero.
"Lo que se ha encontrado ahora por primera vez es la evidencia de la utilización de los buriles para perforar la piel; es decir, en el hueso de Canyars ha quedado la huella de esta actividad", ha explicado la investigadora Montserrat Sanz.
Agujas de coser
La manufactura de ropa ajustada fue fundamental para la supervivencia de las poblaciones del paleolítico que vivían en ambientes de clima frío, pero se dispone de poca información sobre las herramientas y técnicas usadas para hacer ropa ajustada antes de la invención de las agujas de coser hechas de hueso.
Estas agujas, que tradicionalmente los arqueólogos equiparan a la aparición de ropa ajustada, no son suficientemente resistentes para perforar repetidamente el cuero grueso, de forma que debían usarse para coser ropa fina, y las primeras aparecieron en Siberia y el norte de China hace entre 45.000 y 35.000 años, mientras que en Europa lo hicieron hace unos 26.000 años.
Los restos arqueológicos encontrados en el yacimiento, atribuidas al periodo auriñaciense, y las dataciones por radiocarbono obtenidas indican que la técnica de perforación observada la usaban hace 39.600 años los humanos modernos que vivían en la costa este de la península ibérica.
El estudio revela que unos 14.000 años antes de la introducción de las agujas de coses en Europa, los cazadores recolectores paleolíticos podían fabricar artículos de cuero ajustados y usarlos durante los episodios climáticos rigurosos.
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