Es uno de los días más especiales del año para Barcelona, por no decir el que más. Las calles se llenan de libros y rosas, y los ciudadanos recorren cada rincón para empaparse de literatura y de flores. El sector del libro marca Sant Jordi cada año en su calendario, y no es para menos. Tener una parada en una buena zona puede hacer que las ventas aumenten.
En 2020, con la intención de tener un Sant Jordi más "organizado" debido a la pandemia y las restricciones que había por aquel entonces, el Ayuntamiento derivó la organización en el Gremio de Libreros, dependiente de la Cámara del Libro catalana, y no en el Instituto Municipal de Cultura, perteneciente al Consistorio, lo que ha levantado ciertas ampollas entre varias editoriales independientes, que acusan al ayuntamiento de "privatizar y dar ventajas a los agremiados".
Gestiono cualquier profesional, sea de Sevilla o Madrid, pero sería absurdo que el que venga de fuera ocupara los sitios de las librerías de esas zonas
Marià Marín, secretario técnico del Gremio de Libreros
"El ayuntamiento, con buen criterio, delegó durante la pandemia la organización al Gremio de Libreros, pero ya sin restricciones no tiene sentido. No estamos obligados a ser agremiados para tener una parada, pero nos enteramos tarde y mal. La comunicación les llega primero a los agremiados", cuenta Bernat Ruiz Domenech, editor de Apostroph Edicions.
El año pasado, debido a las trabas burocráticas que dicen haber sufrido, no supieron hasta dos días antes si tenían una parada o no. Por eso, decidieron organizar con otras editoriales un plan alternativo y, según cuenta Ruiz, "las ventas en la zona en la que estuvieron fueron menores". Aunque reconoce que este año "la comunicación y el plazo han mejorado", sigue considerando que "hay una privatización del espacio público" y que "el criterio no lo impone el ayuntamiento, sino el gremio".
Algo que desmienten desde el ayuntamiento, "los criterios los pactamos con el Gremio. No damos licencias para que se pongan a vender libros y si quieren más cosas". "Ser agremiado es un criterio, pero no es exclusivo. No hay zonas exclusivas para agremiados, tienen que poder acceder librerías que están fuera del gremio de libreros de Cataluña", cuentan.
No descartan que haya editoriales que hayan obtenido una parada en una zona que no querían, pero consideran que "la Cámara del Libro de Cataluña es el que más representa al conjunto del sector del libro y por lo tanto es la que puede hacer una fotografía de lo más ajustada posible a la realidad".
"Sant Jordi es una barbaridad de fiesta, quien lo ha vivido lo sabe. La ciudad se desborda por todos lados", cuentan desde el ayuntamiento. Por eso, "en 2020 tuvimos la idea de reorganizarlo con recorridos para controlar los flujos de gente. El profesional del libro tiene que tener un protagonismo, por eso nos dirigimos al Gremio y decidimos coorganizar parte de Sant Jordi".
Nadie se ha quedado sin parada. Un 15 o 20% no ha podido tener paradas donde quería y hemos ampliado espacios para no dejar a nadie sin lugar
gremio de libreros de cataluña
De esta manera, delimitan unas zonas centrales que ofrecen exclusivamente a los profesionales del libro que consideran que tienen que tener "ventajas por delante de una asociación o una entidad". Fuera de estas zonas hay permisos individuales que el ayuntamiento también otorga independientemente de que sean profesionales o entidades, incluso personas con NIF.
Así, tienen espacios en distritos diferentes, pero tienen prioridad las librerías o editoriales que tienen la librería o su sede en esa zona. "Gestiono cualquier profesional, sea de Sevilla o Madrid mientras sean profesionales, pero sería absurdo que el que venga de fuera ocupara los sitios de las librerías de esas zonas", expone Marià Marín, secretario técnico del Gremio de Libreros.
Además de la preferencia del distrito, el primer criterio para tener una parada es estar agremiado. Esto no es obligatorio, puedes tener una parada sin estar agremiado, pero sí que tienen ventajas aquellos que lo están. "Primero escogemos los profesionales agremiados en su propio distrito, luego los no agremiados en su distrito, y así vamos haciendo estos círculos concéntricos de prioridad", explica el secretario.
Además, cuando pides una parada puedes solicitar preferencia por tres espacios. "Si un espacio se llena intentamos respetar al máximo con estos criterios y poner a la gente en alguna de las tres ocupaciones que ha pedido", cuentan desde el Gremio. "Nadie se ha quedado sin parada. Un 15 o 20% no ha podido tener paradas donde quería y hemos ampliado espacios para no dejar a nadie sin lugar", añaden.
Ivai Sans, responsable de Editorial Descontrol, cuenta que, debido a las trabas burocráticas del año pasado, el año pasado no llegaron a participar. "En otras ediciones lo gestionaba el ayuntamiento mediante el portal, te daban un permiso de vía pública y te lo resolvían en días o semanas con antelación, pero el año pasado no fue así. Hasta dos o tres días antes no supimos nada. Este año lo han mejorado y hemos sabido la ubicación con semanas de antelación, pero siguen en manos del Gremio", explica. Denuncian que, de cierta manera, "se minusvalore a las pequeñas editoriales o a la gente que no está agremiada", ya que hay que pagar una cuota para pertenecer al Gremio, y en su caso, no forman parte.
El secretario técnico del Gremio de Libreros explica que llevan 97 años organizando el Día del Libro, y que el principal cambio es que actualmente existen unos espacios profesionales para la rosa y el libro. "Antes estaban mezclados con las entidades, se mezclaban y se perdían. Ahora nosotros realizamos la gestión, la trasladamos en bloque al ayuntamiento y ellos nos dan un permiso conjunto por cada espacio. Antes nos lo tenían que dar uno a uno porque cada profesional estaba en una punta, pero siempre hemos formado parte de la organización", explica.
Desde el Gremio niegan la privatización que les achacan algunas editoriales. "Aunque el Gremio organice el día del libro, lo que es vía pública es competencia por ley de cada ayuntamiento", exponen. "Se podría decir que es una cooperación público privada. Privatizar Sant Jordi querría decir que nosotros le damos a Ferrovial o a Cepsa la concesión de esta licencia y que ellos con sus criterios deciden quién puede vender libros el día de Sant Jordi. Eso es privatizar, concertar con el sector del libro una organización forma parte de una cooperación", defienden desde el ayuntamiento.
"La gente es libre de decidir. Una editorial puede decidir salir cerca de donde tiene la sede y ahí igual no hay ningún espacio profesional, entonces tiene la opción de pedirlo al ayuntamiento porque el Gremio solo gestiona los espacios comunes profesionales", concluye el Gremio.
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