No es extraño ver a una Julieta celebrando hoy sus 72 años si se trata de ella. La obra maestra del amor, la misma que ahora interpreta en el teatro, tiene cuatro siglos, y se podría decir que su amor con su verdadero Romeo, Víctor Manuel, duraría otros cuatro siglos más. Su Romeo en el escenario, José Luis Gómez, tiene ya 82 años. En Romeo y Julieta despiertan..., de E. L. Petschinka, los amantes de Verona reflexionan sobre el envejecimiento, el amor eterno, la pérdida de memoria y la inevitabilidad de la muerte. Todo un reto.

Los desafíos no son extraños para María del Pilar Cuesta, hija de la portera del número 11 de la calle del Oso de Madrid. Desde que ganó un concurso de radio a la edad de 10 años, ha sabido cómo hacerse camino durante décadas en una España que bailaba al ritmo que marcaban hombres como Luis Lucia, el director de su primera película, Zampo y yo (1965). Este le pidió que no sonriera y se tapara la boca.

¿Mandar callar a Ana Belén? Sin comentarios. Tras esa cinta, vinieron otras 40 películas. Nadie que la haya visto en La pasión turca, escrita por Antonio Gala, puede olvidar a su personaje, torturado y esclavo de la obsesión.

Supo ser Fortunata, nada menos, Adela en La casa de Bernarda Alba, Ofelia en Hamlet, o Antígona, Electra, Medea y Fedra. Estas mujeres no tuvieron secretos para ella y las interpretó sin pudor mientras continuaba cantando, llenando siempre sus recitales. En innumerables ocasiones junto a Víctor Manuel, quien le "contaminó" cierto día de verano de 1971 en un encuentro fortuito en la recepción del hotel Atlántico de La Coruña.

El asturiano iba a ser telonero de Julio Iglesias, nada menos. Ese poder magnético que tienen los músicos profesionales cautivó a la estrella naciente, que se quejaba de que "no le hacía mucho caso". Morbo fue su primera película juntos. No merece un Oscar. Presten atención al doblaje.

Durante décadas han sabido vivir juntos, según ella gracias a saber "adaptarse" el uno al otro. "Conociéndose" despacio, a cada paso, y con una cierta sensación de "provisionalidad". Sí, es la relación no estable más estable que conozco. El respeto hacia la individualidad de cada uno ha sido uno de los componentes indispensables de la fórmula del éxito de esa familia. Su boda en Gibraltar (inválida en España) no fue más que un trámite, con un punto sórdido que Ana no recuerda con especial romanticismo. Tanto es así, que no hubo fotógrafo y la prensa tuvo que usar (atención) imágenes de la película Morbo en la que (alerta, spoiler) se casan.

Ya llevaban siete años de matrimonio cuando ella sonaba a todas horas en la radio con aquel Agapimú, "mi amor" en griego.

Este tema, que parece suyo, es en realidad una adaptación de uno que se hizo popular en Italia en 1974, interpretado por Mia Martini. Durante el confinamiento, nos hizo reír (aunque no demasiado) la versión que hicieron Ojete Calor.

Y es que a Ana se le han dado de maravilla las versiones. Como con sus personajes, supo penetrar en la verdadera naturaleza de las canciones hasta hacerlas suyas. ¿Qué más podemos decir de cómo hizo aún más grande La puerta de Alcalá?

Unos chicos de Vallecas llamados Suburbano fueron los verdaderos autores de esa pieza que todos cantamos cuando atravesamos ese emblemático lugar de la capital. Permitieron que fueran Ana y Víctor quienes la interpretaran por primera vez en un disco de vinilo. Y así quedó para la Historia.

La claridad y tono con los que Ana Belén sabe expresarse hacen que entrevistarla sea siempre un bálsamo en medio de tanta crispación. Ella, que tanto ha abogado por la libertad de expresión, ha dicho en más de una ocasión que “las redes nos enredan”, y uno acaba teniendo que callar lo que piensa. No le falta razón.

Felices 72 a esa Julieta de la que todos, en mayor o menor medida, en algún momento nos hemos enamorado. Celebremos con un Sólo le pido a Dios, que cantó junto a alguien que nos dejó tal día como el próximo martes, hace 28 años. Antonio Flores.

Sólo le pido a Dios… que la conserve muchos años más.