Fue el gran fracaso de Felipe II, la historia de la vencida Invencible que tantas veces se ha contado y en la que España pierde no contra los ingleses sino contra el clima y la desorganización. La derrota ha sido descrita en multitud de textos, de libros, de documentales y ha convocado a fervientes seguidores. Dos de ellos son Geoffrey Parker (Nottingham, 1943), uno de los mayores conocedores de la historia de España de los siglos XVI y XVII, y Colin Martin (Edimburgo, 1939), profesor de arqueología submarina y director de excavaciones de varios naufragios de la Armada Española en Escocia e Irlanda. A ambos les obsesiona "la historia de la mayor flota jamás vista desde la creación del mundo".

Tanto que tras años estudiando e investigando publicaron en 1988 La Gran Armada (Planeta), un libro que se convirtió en la mejor guía para conocer la misión de la Invencible: reunirse con el duque de Parma y embarcar a casi 30.000 soldados del Ejército de los Países Bajos para poder invadir Inglaterra. La mala gestión del monarca, la defensa inglesa y, sobre todo, los vendavales hicieron fracasar el proyecto. Parker y Martin no han dejado de actualizar esta guía histórica con nuevos documentos e investigaciones, publicando una reedición en 2011 casi con el doble de páginas que la primera, y otra más este año, con nueva información que han ido recopilando año tras año.

Uno de los capítulos más llamativos tiene más de ficción que de historia. Los autores, partiendo del ejercicio de historia contrafactual que el historiador de la Inglaterra Tudor Edward P. Cheyney realizó en un discurso ante la American Historical Association en diciembre de 1923, relatan qué pudo ocurrir si la Gran Armada hubiese tocado suelo inglés, si hubiese conseguido desembarcar.

"La mañana del 10 de agosto de 1588, el último y más intenso día de la continuada lucha de la flota inglesa con la Armada española, el viento sopló constantemente del suroeste. Si ese crucial día el viento hubiera soplado desde cualquier otra dirección, la Armada Invencible podría haber visto justificado su nombre y efectuado la invasión de Inglaterra", aseguró Cheyney.

A lo que añadió, "cambiando de rumbo", que "si comparamos los dos países, es dudoso que, incluso si las tropas españolas hubieran desembarcado en las costas de Inglaterra, esto hubiera ejercido de influencia importante en el curso general de la historia de los dos países. España estaba excesivamente tensionada por proyectos demasiado ambiciosos, era un gigante anémico que ejercía su primacía en Europa con mano blanda. En cambio, Inglaterra, con su vigor juvenil, contaba con unos poderes casi ilimitados, si bien indisciplinados, y era especialmente resistente frente a cualquier forma de control extranjero".

Parker y Martin asumen la primera idea, la de imaginar el éxito del desembarco, pero descartan todo lo demás. El discurso de Cheyney, aseguran, está lleno de errores. "Desde la fecha (fue el 8, no el 10) a la dirección del viento, y se olvida de que las tropas extranjeras desembarcaron en las cosas de Inglaterra exactamente un siglo más tarde (con Guillermo de Orange a la cabeza) y pusieron a todo el reino, así como a Escocia e Irlanda, bajo control extranjero", explican en La Gran Armada.

También le discuten la fuerza del pueblo inglés o por lo menos hacia qué lado la usarían. "Parece razonable conjeturar que si los 27.000 veteranos de Flandes hubieran desembarcado en Margate en agosto de 1588, apoyados por el tren del asedio, las municiones y los refuerzos que iban a bordo de la flota, y hubieran marchado hacia Londres tras un breve periodo de recuperación, se habrían encontrado con un número inferior de soldados, en su mayoría carentes de entrenamiento, sin unas órdenes claras de actuación, y el respaldo de sólo unas cuantas ciudades precariamente fortificadas. Por tanto, el éxito de la invasión habría dependido ante todo de la capacidad de resistencia de la gente corriente del sudoeste inglés", añaden, antes de prever que esta resistencia no hubiese sido feroz.

No sé si habrían luchado por una monarca de edad ya avanzada sin sucesor reconocido y de la 'nueva religión'"

GEOffREY PARKER

Así lo cuentan en el libro, asegurando que aunque muchos ingleses odiaban a los españoles e incluso les tenían pavor "por el recuerdo de los cientos de sus paisanos que habían sido quemados vivos durante el reinado de Felipe y María y por la evocadora propaganda sobre la crueldad española", dudan que sólo por ese odio hubieran luchado en las playas y en la calles por "una monarca de edad ya avanzada sin sucesor reconocido, y por el compromiso de esta con una Iglesia que la mayoría de la gente todavía denominaba la nueva religión".

Incluso aseguran que muchos londinenses ricos se negaron a pagar para avituallar la marina inglesa y otros tantos de Lyme House y Ratcliff a entregar anclas y otros utensilios solicitados por los constructores de navío de la reina, porque "dudaban que se las fueran a pagar". También que algunos ingleses aseguraban preferir a los españoles porque "eran mejores que la gente de esta tierra y los preferimos antes que a los ricos de este país".

Parker lo tiene claro, tal y como afirmó en una entrevista cuando le preguntaron cómo sería ahora el mundo si el viento hubiera soplado de otra manera. "Si Parma y Medina Sidonia hubieran conseguido desembarcar a su Ejército en Kent, no habrían encontrado excesiva resistencia en su avance hacia Londres. Acabar con la revuelta holandesa y pacificar los Países Bajos hubiese permitido a España intervenir de manera decisiva en Alemania y Francia. Eso llevaría aparejado la extensión de su autoridad y su lengua por todo el mundo. Por lo tanto, en internet ahora dominaría el español", sentenció.