Fueron las cuatro patas de la mesa. Los pilares sobre los cuales la literatura latinoamericana explotó y alcanzó una fama internacional nunca vista hasta entonces. El mexicano Carlos Fuentes, el argentino Julio Cortázar, el peruano Mario Vargas Llosa y el colombiano Gabriel García Márquez no sólo fueron los escritores más conocidos del Boom latinoamericano, también fueron íntimos amigos.

"El único precedente de una amistad de ese calibre en la literatura hispana es el de la generación del 27", afirman los editores de Las cartas del Boom (Alfaguara) donde recogen por primera vez la correspondencia entre "cuatro amigos brillantes y exitosos que nos ofrece un acceso sin precedentes a sus relaciones personales y colectivas, con todos sus encuentros y desencuentros, y nos abre una ventana privilegiada a la literatura y la política latinoamericanas, especialmente durante un periodo crucial de su historia moderna, entre 1959 y 1975".

"Para encontrar un ejercicio paralelo habría que imaginar a Joyce, Proust, Kafka y Faulkner involucrados en una intensa correspondencia en la década de 1920 sobre literatura y política"

En su momento de fama absoluta se llegaron a enviar cientos de cartas, 205 de las cuales se pueden leer en este volumen. "El epistolario comienza en 1955, justo cuando se publican La región más transparente, Rayuela, La ciudad y los perros y cuando Cien años de soledad está en proceso", añaden Carlos Aguirre, Gerald Martin, Javier Munguía y Augusto Wong Campos. "Para encontrar un ejercicio paralelo, y exagerando solo un poco, habría que imaginar a Joyce, Proust, Kafka y Faulkner involucrados en una intensa correspondencia en la década de 1920 sobre literatura y política, incluyendo las reacciones a veces instantáneas a las obras de cada uno".

Porque estas cartas nacen de esa pasión literaria que compartían los cuatro y de una especie de necesidad de aprobación por parte de los demás. Se envían manuscritos, se pedían críticas, se escuchan con atención y se hacían mejores en los ojos de los otros.

Se aprecia a la perfección en la misiva que Vargas Llosa le envía a Fuentes el 17 de agosto de 1964:

Querido Carlos:

Estoy muy conmovido con tu conferencia y no sé cómo agradecerte todas esas consideraciones tan generosas que haces sobre mi novela. Te confieso que me ha abrumado que hablaras de ella al mismo tiempo que de 'Rayuela'. Cortázar decía hace unos días con razón que entre los vivos había que mencionar a Carlos Fuentes y que este olvido era lo único que reprochaba a tu ensayo. (...)

"Es verdad que los cuatro tenían amigos y corresponsales a veces más íntimos y en algunos casos más constantes que sus compañeros del Boom, pero, vistos con perspectiva histórica, ninguno fue tan significativo o relevante", aseguran los editores. Cómo dijo García Márquez, y tal y como recoge esta publicación, "los amigos se establecen por afinidades humanas. O sea que los escritores son mis amigos no por ser escritores o intelectuales, sino por esa conexión especial que uno siente respecto al otro". Una conexión en la que se preguntan hasta por los títulos de sus novelas. El 30 de octubre de 1965, con su obra maestra a la mitad, Gabo le dice a Fuentes:

Magíster:

No se me ocurre un modo mejor de celebrar la primera mitad terminada de mi novela que contestando a tu carta de Nueva York. Empiezo por decir que eres un malvado por encontrarte en Roma en este sábado sombrío, pero con un poco de egoísmo te lo agradezco, porque ya no tengo a quién visitar, y el té dominical lo dedico a escribir. Hasta encontré el título de la novela: 'Cien años de soledad'. ¿Cómo te suena?. (...)

Antes de abandonar los temas literarios, quiero pedirte un consejo: Sudamericana me escribió para pedirme los derechos exclusivos de mis libros (...) Ahora bien: las conversaciones con Seix Barral estaban ya adelantadas. Pregunto: ¿se perdería mucho si en vez de publicarlo con Barral se lo doy a Sudamericana?

A lo que casi 20 días más tarde, Fuentes le contesta y le advierte:

Querido máster:

Acknowledgement de tu carta, que en más de un sentido me dio gran alegría. Tu idea para la novela del tirano es SENSACIONAL: el huevo de Colón elevado a omelette metafísico ¡Qué maravilla!

(...) En cuanto a optar entre Sudamericana y Barral, mi impresión, muy personal, es que Sudamericana te localiza excesivamente, te pone a circular solo en el mundo latinoamericano, te resta la riqueza de proyección y contactos que Carlos Barral ofrece. (...) Pero en cualquier trato con Barral, lee la letra menuda del contrato, pues (muy entre nous) A Mario Vargas acaban de hacerle la chingadera de meterle una cláusula quitándole el 60% de los derechos en el extranjero que reciba a través de Barral –y Barral le maneja todos los derechos extranjeros.

En estos ejemplos se puede ver la amistad entre García Márquez y Carlos Fuentes, también del mexicano con Vargas Llosa pero la primera carta que aparece del colombiano al peruano tiene un tono distinto, más serio, con menos confianza. Data del 11 de enero de 1966, cuando La casa verde estaba a punto de ver la luz.

Estimado Mario Vargas Llosa:

A través de Luis Harss conseguí por fin tu dirección, que resultaba inencontrable en México (...). El productor de cine Antonio Matouk está entusiasmado con la idea de hacer en el Perú 'La ciudad y los perros', dirigida por Luis Alcoriza. Luis, como yo, es un gran admirador del libro. (...)

Esta carta tiene el propósito de averiguar si el plan es viable: si los derechos para el cine están disponibles, cuánto cuestan y por qué conducto se tramitan. Te ruego contestarme estos puntos. Por acá estamos impacientes por conocer 'La casa verde'.

Me alegro de todos modos, y aunque no cuaje el proyecto cinematográfico, de la oportunidad que me ofrece esta carta para establecer contacto.

Un tono que no tarda en cambiar. Aunque no aparecen las contestaciones de Vargas Llosa a García Márquez, si se puede ver como en octubre de ese mismo año de "Estimado" pasa a "Mi querido Mario" y el lenguaje deja de ser formal para incluir frases como "no te ases la mollera", "nadie comprende mejor que yo tu problema", "esta vez lloré de rabia" y "mi neurosis va más lejos"; donde se puede intuir una complicidad de la que antes carecían.

Son decenas y decenas de misivas donde se preguntan, se halagan, se quieren, se cuidan y se buscan. Están siempre pendientes de cómo encontrarse, de sus amigos comunes, de sus logros y sus pocos fracasos. También de sus frustraciones. El 15 de julio de 1969, García Márquez le comenta a Fuentes que está luchando con su última novela, con El otoño del patriarca; y tan sólo unos meses más tarde, le escribe: "La idea que ahora me acompaña es que nunca he sabido escribir, que es imposible hacerlo, que todo fue una invención de ustedes, pero pienso serenamente que esto se debe a la funesta influencia de Pepe Donoso tratando de demostrarle a todo el mundo que es el único escritor de la tierra a quien le cuesta trabajo escribir". A lo que añadía que "el bárbaro de Vargas Llosa mandó al fin a Barral su novela para cuatro tomos, y cuando ya estaban componiéndola mandó un agregado de casi 300 cuartillas. Esto me parece un abuso con los lectores y una deslealtad con sus pobres colegas estreñidos".

El más "hablador" de este libro es Fuentes y quizás él y Córtazar son los dos que más unen al grupo. También son ellos los que se muestran poco antes de morir. El 11 de octubre de 1973, unos meses antes de fallecer, el argentino le escribó a García Márquez.

Querido Gabo:

Un preso argentino me hace llegar una carta que contiene otra para ti. Ahí va.

No sé nada de ti desde hace rato, salvo que presumiblemente estás en México. Por mi parte ando bastante enfermo de algo gástrico que los médicos no alcanzan a localizar. En diciembre espero estar bien para ir a Cuba, Puerto Rico y Guatemala. Sin duda haré escalas en México y trataré de llamarte.

Hizo el viaje y volvió a París en diciembre. En febrero moría de leucemia en un hospital francés. También a Gabo le llegó una de las últimas cartas de Fuentes, el 14 de marzo de 2012, dos meses antes de fallecer y casi como despedida, le escribe:

Muy querido Gabriel:

¡Felicidades por tus 85!

¡Pensar que nos conocimos hace medio siglo!

Nuestras vidas son inseparables.

Te agradezco tus grandes libros.

Tu cuate,

Carlos Fuentes.

"La circulación de libros que fue el sustento del Boom de los sesenta fue interrumpida por la agresión de los gorilatos del Cono Sur contra todo lo que oliera a libro"

Al final quedaron los dos que mejor representaron el final del Boom. Vargas Llosa y García Márquez rompieron públicamente con un puñetazo a mediados de los setenta, el 12 de febrero de 1976, aunque habían roto antes, con el caso Padilla. Fue la política y sobre todo Cuba lo que les separó. El peruano, que en un primero momento se sintió cercano a Castro, lo abandonó con rapidez y no le perdonó a su amigo que tras el arresto del poeta Heberto Padilla continuara apoyando a un régimen que ya había demostrado con creces ser una dictadura.

"Solo tenemos dos cartas escritas en 1976, ambas posteriores a ese final 'humano'. No sabemos si existieron o existen otras cartas perdidas, archivadas o desaparecidas, pero lo que nos queda, de hecho, es un silencio abismal en lo personal, cuyo contexto político fue un panorama sombrío inédito en toda la América Latina", explican, y añaden la cita de Fuentes de 2012 sobre este periodo. "La circulación de libros que fue el sustento del llamado Boom de los sesenta fue interrumpida brutalmente por la agresión generalizada de los gorilatos del Cono Sur contra todo lo que oliera a libro, imaginación, ideas...".