"El otro día me encontré con una frase que decía: 'Tenemos que conseguir que al público lleguen exposiciones que no se entienden'. En cuanto la leí, pensé en Maquinaciones, porque el público puede venir y puede llegar a las piezas de esta exposición a través de los sensorial o lo afectivo. No hace falta entenderla con palabras", explica Teresa Velázquez, una de las comisarias junto a Pablo Allepuz, Iliana Fokianaki y Rafael García de la nueva muestra del Museo Reina Sofía en la que nos hablan de máquinas, pero no de las que usted imagina.

Se trata de una exposición, aunque no la última, que aún cuenta con la influencia del anterior director, Manuel Borja-Villel, y que habla de la maquinación, del concepto que Gilles Deleuze y Félix Guattari imaginaron en 1968 y que reflexiona sobre los enlaces humanos con lo material, con el saber o la tradición; con lo no humano. "La idea es explorar el concepto de máquina y el cambio de paradigma que ha surgido con las máquinas técnicas de la revolución industrial. La maquinación tiene un aspecto que permite que lo humano y lo no humano estén en contacto", dice Velázquez. "Esta máquina no tiene que ser perfecta para funcionar, e incluso cuando se rompe es más que antes y tiene la capacidad de expandirse, desaparecer, mutar o regenerarse".

Dice también Velázquez que hay que llegar con amplitud de miras porque es "conceptualmente densa", y ser consciente de que hay cosas que no tienen otra explicación o quizás ninguna si nos limitamos al lenguaje. Algo que ha corroborado el nuevo director de la institución, el gallego Manuel Segade, que ha sido uno de los puntos fuertes de la presentación y que ha alabado el montaje y el resultado.

El nuevo director del Reina Sofía, Manuel Segade, posa tras la inauguración de la exposición 'Maquinaciones'. / Europa Press.

Maquinaciones, que se puede visitar hasta el próximo 28 de agosto, es una de las apuestas veraniegas del Reina y reúne bajo este concepto desde pintura a teatro, pasando por escultura, vídeo, collage... Obras de casi medio centenar de artistas procedentes en su mayoría del área mediterránea y el continente africano que ocupando 17 salas abarcan tres espacios temáticos: Máquinas de guerra, Máquinas esquizo y Máquinas de cine y cuidados.

Durante su ingreso en el Frenopático de Barcelona, Albert Porta fundó un territorio real e imaginario para el que inventa una bandera, un himno...

"En la primera parte se relacionan las máquinas de guerra y las de teatro, ya que en sus orígenes el término se podía aplicar tanto a lo bélico como a lo escénico", explican desde la institución sobre este primer capítulo donde la estrella es la recreación de la instalación de Alexander Tuchaček que "presentó tras el mayo francés de 1968 en el Festival de Avignon, donde se podían apreciar las ocho revoluciones y cuyo octavo acto se iba a desarrollar en la calle pero fue censurado por la policía".

La segunda parte, la de las Máquinas esquizo, cambia por completo la temática. La maquinación ya no es tan material sino totalmente psiquiátrica. "Aquí se muestran obras que exploran la alteración de los estados de conciencia, rituales animistas minoritarios, modos de comunicación inéditos o especulaciones sobre futuros de ciencia-ficción". La obra que mejor lo expresa es la del catalán Albert Porta. "Durante su ingreso en el Hospital Frenopático de Barcelona fundó un territorio real e imaginario, Evrugo Mental State, para el que inventa una bandera, un himno, una moneda, un pasaporte o un mapa".

Una joven fotografía una de las obras de la exposición 'Maquinaciones', en el Museo Reina Sofía. / Europa Press
Una de las comisarias de la muestra, Teresa Velázquez, interviene durante la inauguración. / Europa Press
Vista de algunas de las obras de la exposición 'Maquinaciones', en el Museo Reina Sofía. / Europa Press | EUROPA PRESS
Ambiente durante la presentación de la exposición 'Maquinaciones'. / Europa Press

También tres vídeos del documental La mayoría marginada, de la artista española Dora García. "Mediante filmaciones de talleres y entrevistas a integrantes de diversas instituciones, García señala la potencialidad del arte para cuestionar ciertas convenciones sociales", afirman.

Y llegamos, sin entender de todo la maquinación pero intuyéndola, a la última parte de la muestra, a Máquinas de cine y cuidados. Aquí se reflexiona sobre "la violencia contemporánea sobre las formas de subjetividad". Como explica Velázquez, "aquí los artistas entienden la subjetividad de un modo abierto, modificable, que contiene dos elementos: el deseo de alteridad y la capacidad de estropearse, modificarse, curarse". Algo que se aprecia en la videoinstalación Polígono de sustentación en la que le cineasta François Pain, a través de distintas entrevistas, una de ellas a Guattari, habla del posicionamiento político de la psicoterapia institucional, la autogestión de los clubes sociales en las clínicas...

Al final, "la maquinación es que lo humano y no humano estén en contacto, es lo contrario a la estructura, máquinas que no funcionan y que necesitan de algo que venga de fuera para hacerlo". La necesidad de unir cosas distintas para poder funcionar.