Hace unos días los habitantes de la localidad de Sanxenxo, en Pontevedra, se encontraron con un cartel enorme que decía: "Bienvenidos a Sangenjo, villa que en gallego se llama Sanxenxo". Al poco tiempo ocurrió lo mismo en A Coruña y, después, en Ourense. Se trata de una acción promovida por una asociación, Hablamos Español, que intenta que los topónimos de las localidades vuelvan a escribirse oficialmente en castellano, aunque, tal y como aseguran, no quieren que pierdan su nombre en las lenguas cooficiales. En una comunidad autónoma aparentemente carente de conflicto lingüístico muchos han considerado este intento de castellanizar los nombres de sus pueblos y ciudades como una falta de respeto y se han organizado marchas a favor del gallego y de su uso en las nomenclaturas.
Desde la asociación, que se define como "apartidista sin ánimo de lucro, creada por personas de diferentes lugares de España para defender los derechos lingüísticos de los hispanohablantes", su presidenta Gloria Lago asegura a este periódico que esta campaña la han realizado "para que la gente supiera hasta qué punto nos han estado timando".
"Queremos desmontar esta mentira que hay alrededor de los topónimos en los lugares donde el español convive con otra lengua. Es algo que ha estado ocurriendo a lo largo de los años y nos han eliminado la oficialidad de nombres con larga tradición, incluso más que la de los gallegos, vascos o catalanes", añade. Y explica que los nombres que ellos están promoviendo "están documentados, pertenecen a nuestro léxico y están reconocidos por la RAE".
"En español es Sangenjo, adaptación grafofonológica del topónimo evolucionado a partir de la forma latina 'Sanctus Genesius', que en la Edad Media fue 'Sanctu Geneciu'", aseguran y añaden que hace un mes y medio publicaron El robo de los nombres de nuestros pueblos. La Sinrazón de la toponimia en España, de Andrés Freire, y que ya han vendido tres ediciones.
Desde A Mesa Pola Normalización Lingüística, plataforma ciudadana que protege el uso de esta lengua, han tachado las pancartas de irrespetuosas. "Vienen de fuera para decirnos cómo debemos hablar y cómo debemos llamar a nuestros lugares. Una provocación y un ataque a nuestra toponimia", han asegurado en su cuenta de Twitter.
Desde Hablamos Español proponen "una política lingüística homologable a las de los países con varias lenguas oficiales, es decir, basada en la libre elección de lengua; una política que tenga como eje los derechos de las personas, y que estas no se pongan al servicio de la conservación de las lenguas". E incluso enumeran sus principios: "elección de lengua vehicular en la enseñanza, administración en las dos lenguas, no primar el uso de una lengua a la competencia profesional, apertura de la cultura a los creadores en ambas lenguas, y que los topónimos prohibidos en español vuelvan a ser oficiales".
Y para realizar este cometido, después de ese primer cartel, llegaron dos más. Uno en A Coruña y otro en Ourense. Pero ¿por qué en Galicia cuando el idioma parece no suponer un conflicto? Según Lago, "eso es lo que la gente cree". "El gallego es la única lengua en la administración. Vamos, es más difícil encontrar un documento en español en Galicia que en Cataluña. El adoctrinamiento en las aulas es el peor de España con diferencia. La problemática en Galicia es la más acusada. Y en el tema de los topónimos, es la segunda, tras el País Vasco, que más originales ha omitido", añade.
Tras la aparición del segundo cartel, en A Coruña, la plataforma ciudadana decidió convocar una protesta. "Los ataques a la toponimia gallega continúan. La ciudad de A Coruña ha sido la segunda en la que aparece un cartel que ataca los derechos lingüísticos: Los topónimos tendrán la única forma oficial en gallego. La Junta acaba de convocar un mitin para este 30 de junio a las 12 horas en el Obelisco", escribieron en redes.
Al hablar de la polémica a Lago ella asegura que a raíz de esta campaña "la gente ha empezado a interesarse por el problema". También que han empezado por Galicia pero que continuarán por el País Vasco y Cataluña.
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hace 1 año
¿Seguro que estáis bien informados y habláis de Galicia? Porque yo nací y vivo en Galicia, y ni me han adoctrinado, ni el gallego es la lengua en la que me comunico habitualmente ni nada de lo que se dice aquí. Y fíjate tú que trabajo con la administración pública. Que ganas de empezar una guerra donde no la hay.
hace 1 año
Ya se sabe que la transliteración de nombres y apellidos es libre: ahí está el que detenta la presidencia del Icomem, ManuEl Martínez-Zelenski, que su apellido Sellés es Seljès, hebreo portugués, es el Selye del ‘Síndrome general de adaptación’, que ‘noveló’ Sapolski en ‘¿Por qué las cebras no tienen úlcera?’, el Selenski de un transportista europeo, igual a Zelenski, que los apellidos eslavos acaban en -nski si son de varón, -nska si son de mujer, como Fernández es diminutivo o genitivo de Fernando, del genitivo latino -ici, que da lugar al -ic yugoslavo, como el -en nórdico (Sorensen) o el -th inglés (Smith es: nacido de Smite)
Sanjengo o Sanxenxo, da igual, me es hidraulico, inverosímil, que dijo un futbolista.
Felicidades a la MazaMiau, que ha saltado otra vez al candelabro con su embarazo. (La iglesia que hay en la urbanización santo Domigo, N-I, tiene un fresco con el rostro de esa guapa Sofía Mazagatos, como en la parroquia ‘Reina de los Ángeles’ en Pozuelo hay un Cristo sin barba que es talmente Lettuzzia Ortiz)
A Coruna se escribe así, porque en galego no hay ‘ñ’.
Están el defunto Manolito Fraga Iribarne (Hiribarnea es ‘centro de la cidudad’ en euskera), el Urkullo de cierto okupa basko, con ponerse una txapela o una tilde sobre la letra ‘A’ no se vuelve uno euskaldún, el Aragonès que mangonea en Catalunya, desafío, invito a gambas plancha en ‘La mina’, calle AveMaría-28 (¡Viva la Virgen!) en Lavapiés, a quien encuentre un 3% de apellidos que no sean hebreos o marranos (así dice José Meir Estrugo (Scrooge) que los conversos prefieren que les llamen) en el parlanchinamiento, el desgobierno, la administración, la sanidad, la banca, la industria, las universidades,…
Se toleraría un apellido invasivo, guiri, sin posible acceso a la nacionalidad que se han auto-concedido, entre los cuatro primeros, no más.
Txakurrak kanpora!