Un 26 de junio de 1908 nacía Salvador Allende, no fue el primer hijo del matrimonio formado por Salvador Allende y Laura Gossens que recibía este nombre y no nació con el destino que años más tarde eligió vivir. De él, que venía de una familia acomodada, se esperaba que mantuviese la militancia al Partido Radical siguiendo la tradición familiar. Que ejerciera una profesión liberal y viviese una vida, quizás, más tranquila de lo que resultó ser.
Hoy se cumplen 50 años de su muerte, de aquel 11 de septiembre de 1973 en el se suicidó en el Palacio de la Moneda tras un golpe de Estado, de la mano de Augusto Pinochet, que acabó con la democracia. Lo hizo tras el bombardeo que recibió la casa presidencial y con el pueblo chileno atemorizado. Lo hizo para evitar lo que le podían hacer y para marcar para siempre a los golpistas. Y lo consiguió.
Tal y como cuenta Mario Amorós, periodista e historiador alicantino que desde hace más de una década dedica una parte de su actividad profesional "a la investigación y escritura de libros de historia de Chile", en Salvador Allende. Biografía política, semblanza humana (Capitán Swing), "la figura de Pinochet quedó marcada para siempre en la memoria de la humanidad como la de un traidor y un dictador despiadado".
También que su muerte no sólo marcó a la dictadura, también encumbró la figura de Allende que medio siglo después es alabada, odiada y sigue dividiendo a un país en el que muchos desconocen lo que realmente ocurrió entonces. Durante estos días, y con motivo del aniversario, el actual gobierno chileno ha lanzado una serie de medidas de derechos humanos, entre ellas varias que pretenden aclarar abusos durante la dictadura, ejecuciones y una larga lista de desaparecidos. Como explica Amoros, "su memoria inspira y convoca a muchas personas hoy dentro y fuera de Chile". Porque "Allende fue el presidente que encabezó la vía chilena al socialismo, una experiencia singular en la historia del siglo XX y una referencia siempre para cualquier proyecto político desde la izquierda", explica.
Lo hace en este libro que ya es la segunda biografía que escribe sobre el expresidente Chileno, la primera se publicó en 2013, y que presenta como una nueva versión "actualizada con la bibliografía más reciente y que incorpora nueva documentación de diferentes archivos para explicar de manera más precisa la vida política de Salvador Allende, así como la desestabilización de su Gobierno entre 1970 y 1973 por Estados Unidos, el papel de la Democracia Cristiana como partido opositor o el rol de Pinochet durante aquellos mil días".
También donde habla de la importancia que tuvieron en su vida su abuelo paterno y Juan Demarchi, anarquista que conoció en su juventud, y que son esenciales para entender su figura y el por qué de su pensamiento. "Desde muy joven, para Salvador Allende la figura de su abuelo paterno, Ramón Allende Padín, médico, militante del Partido Radical, miembro destacado de la masonería, quien llegó a ser diputado y senador, así como jefe de los servicios médicos del Ejército durante la guerra del Pacífico fue una fuente de inspiración. Sin su memoria no puede entenderse la filiación masónica de Allende, que se concretó en 1935", explica.
Y añade que sería Demarchi, un carpintero de origen italiano que conoció en Valparaíso cuando era estudiante de secundaria en el Liceo Eduardo de Barra, quien "primero le habló de las luchas de los trabajadores y le prestó algunas obras de pensamiento libertario". "Aunque reconoció que no era un hombre de 'lecturas profundas', aquellas ideas le dejaron un poso contra el dogmatismo", asegura.
Aunque, tal y como explica el autor, sería durante sus estudios de medicina en la Universidad de Chile donde recibió su verdadero "bautismo político al participar en 1931 en las movilizaciones que llevaron a la caída de la dictadura del coronel Carlos Ibáñez del Campo. Dos años después, participó en la fundación y organización del Partido Socialista".
"Allende tenía muy claro que sin la alianza política de los partidos Comunista y Socialista la izquierda sería una fuerza marginal"
MARIO AMORÓS
Donde permaneció con distintas funciones y cargos públicos hasta que en 1952 se convirtió en el candidato a la presidencia y se marcó la meta de conseguir unir a las partidos de izquierdas para poder llegar a La Moneda. "Desde aquel momento, Allende recorrió un camino muy largo hasta llegar a ser presidente el 3 de noviembre de 1970. Perdió tres elecciones presidenciales (1952, 1958 y 1964), pero en cada una de ellas la izquierda aumentó significativamente su votación y mejoró su programa político. Allende tenía muy claro que sin la alianza política de los partidos Comunista y Socialista la izquierda sería una fuerza marginal", explica Amorós.
También que cuando lo consiguió, Estados Unidos tembló. "Fue una sorpresa para Washington, porque confiaban en que Jorge Alessandri, candidato de la derecha, vencería. A partir de la visita a la Casa Blanca de Agustín Edwards, propietario del diario El Mercurio, el 15 de septiembre de 1970, sólo once días después del triunfo de Allende en las elecciones, Nixon ordenó una agresión encubierta contra Chile a fin de impedir que Allende iniciara su Gobierno", asegura y añade que "esa desestabilización se mantuvo y fue importante para crear las condiciones políticas y sociales que hicieron posible el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973".
Tras aquel golpe, la figura de Allende se convirtió en una leyenda y muchas de las cosas que se contaron tienen poca precisión histórica. Mario Amorós también dedicada esta biografía a diferenciar los rumores de los hechos, como la creencia popular de que era un estudiante modelo. "Sobre los grandes personajes históricos como Allende se tejen un amplio conjunto de leyendas y se forjan lugares comunes, como también que nació en Valparaíso… Lo que los historiadores podemos hacer es reconstruir el pasado a través de las fuentes históricas más sólidas a las que tengamos acceso. En el caso de sus calificaciones en la enseñanza secundaria, mi fuente son documentos de la masonería de 1935".
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hace 1 año
Un mujeriego compulsivo, con amantes en todas partes, hasta en el Palacio de la Moneda. Dejó al país al nivel de Haití (el más pobre del continente). En su mentalidad enferma «tenía que destruir la economía y mentalidad capitalista para levantar el socialismo». Sólo había harina para tres días. El congreso de Chile lo destituyó por haber violado la Constitución. Dijo que «sólo el pueblo lo echaría». Y así fue. El pueblo golpeó las puertas de los cuarteles, y salió Pinochet, quien reconstruyó el país y lo convirtió en la primera economía de Iberoamérica.