"La intención es mirar a nuestro pasado sin prejuicios, mirarnos en nuestro espejo de una manera rigurosa y atractiva", ha asegurado en rueda de prensa Joan Molina Figueras, jefe de Departamento de Pintura Gótica Española y comisario de la exposición que acaba de abrir sus puertas en el Museo del Prado y que ha sido considerada como una de las 15 mejores de Europa para este otoño por la revista ARNET.
Se trata de El espejo perdido. Judíos y conversos en la España Medieval y que a través de 69 obras cuenta como "las imágenes fueron esenciales para construir identidades y alteridades", para mejorar el concepto del converso en un primer momento, para crear posteriormente el de hereje o para respaldar a la Inquisición a partir de 1480. "Estas obras hablan de nosotros y de los otros y aunque son del siglo XIII, XIV y XV ya sabemos, como dijo Benedetto Croce, que no hay Historia, sólo hay Historia contemporánea", asegura el comisario sobre la conducta social de aquellos siglos y nuestra manera de mirarla.
Son Los frontales de Vallbona, de Les Monges, La Fuente de la vida, del taller de Van Eyck, los retablos que realizó Pedro Berruguete para santo Tomás de Ávila, las Cantigas de Alfonso X el Sabio o la Golden Haggadah, entre otras muchas obras, las que nos llevan a esa época y nos cuentan como fue la convivencia entre judíos y cristianos al final de la Edad Media.
Una exposición "fascinante"
Para el presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado, Javier Solana, se trata de una "exposición fascinante". "A todos nos han contado muchas historias sobre ese periodo de tiempo pero ahora tenemos más. Tenemos cuadros, imágenes, libros de horas... Hay algunas piezas de esta muestra que jamás habían salido de sus países, con un libro que es la primera vez que no está en suelo inglés", ha añadido sobre cómo podemos encontrar obras procedentes de una treintena de iglesias, museos, bibliotecas, archivos y colecciones particulares nacionales e internacionales.
"La utilización de imágenes sirve para estimular la conversión de los judíos y para justificar la sincera decisión de los nuevos cristianos"
"El discurso visual ilustra como las imágenes estimularon los intercambios entre cristianos y judíos, pero también cómo contribuyeron decisivamente a difundir el creciente antijudaísmo que anidaba en la sociedad cristiana. También se observa su utilización para estimular la conversión de los judíos y para justificar la sincera decisión de los nuevos cristianos. Ya al final de la muestra se destaca la creación de imágenes y escenografías en los primeros tiempos de la Inquisición", explican desde la institución sobre esta exposición que se podrá visitar hasta el próximo 14 de enero y que abarca de 1285 a 1492.
Un proyecto que les ha llevado tres años y en el que han querido contar con imágenes muy variadas. "De conversión, satíricas, críticas. Hay obras de grandes maestros y también otras muy populares", ha explicado Miguel Falomir durante la rueda de prensa. También que la muestra se vertebra en cinco secciones claramente definidas espacialmente. Se inicia con una dedicada a como al principio la convivencia entre ambos era pacífica y como "las fronteras entre las comunidades eran inexistentes".
Pero que fue a partir de 1391 cuando "comienzan a arrasar muchas de las comunidades judías de toda la Península, por ejemplo, la de Barcelona se queda como algo residual. En ese momento se producen muchas conversiones, se puede decir que hay una conversión masiva y eso produce al cabo de pocas décadas una situación particular: las sospechas entre los cristianos viejos de que esos conversos eran herejes cristianos", ha explicado el comisario.
Y ha continuado contando que a mediados del siglo XV, cuando había todavía conversos en cargos de poder, todo se rompió. "La sentencia del Estatuto de Toledo de 1499, uno de los primeros estatutos de limpieza de sangre, establece que los conversos eran impuros por una cuestión de sangre. Ya no hablamos de antijudaísmo sino de antisemitismo, la cuestión ya no es la religión sino la sangre. Es en ese contexto, en 1478, cuando se instituye la Inquisición. Una institución que persigue la uniformidad religiosa y que entre sus objetivos tiene la persecución de los herejes cristianos, es decir de los nuevos conversos judaizantes", ha añadido.
Y ha afirmado que en cada momento se utilizaron las imágenes para apoyar cada una de las causas y cambios. "La Inquisición la usa de manera asertiva. Las pinturas que realizó Pedro de Berruguete para Santo Tomás de Ávila son una exaltación al modelo del inquisidor". Y ha acabado su intervención asegurando que es una manera dura de mirarnos al espejo pero lo han hecho "de una manera rigurosa y atractiva".
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