A finales de los años 50 un jovencísimo José Luis Sanz fue al cine a ver dos películas que le cambiaron la vida. Una era El monstruo de los tiempos remotos y la otra la que hoy conocemos como Godzilla pero que se tituló: Japón bajo el terror del monstruo. En ambas la radiación de unas pruebas atómicas desencadenaba un monstruo parecido a un dinosaurio que congregó en el cine a miles de personas y que hizo que este niño de Soria decidiese con tan solo 10 años que iba a ser paleontólogo. 

Ahora, décadas después y siendo catedrático de paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid, publica el libro Dinosaurios y otros animales (Editorial Crítica) donde habla de la 'dinomanía' y cómo hemos llegado a querer saber más de esos animales que de cualquiera otro con el que compartimos época. Para él, hay tres hitos importantes que marcaron un antes y un después en nuestra obsesión por los velociraptores, los cuellilargos o los tiranosaurio rex y el primero data de 1851. 

Aquel año en Londres se organizó una de las exposiciones universales que más repercusión han tenido en la Historia. Fue la del Palacio de Cristal donde una parte se centró en lo que por entonces habían descubierto sobre estos animales. La idea fue de Benjamin Waterhouse, que pensó que representándolos provocaría más entusiasmo hacia la paleontología, y no se equivocó. Ayudado por el paleontólogo Richard Owen, el que llamó dinosaurios a los dinosaurios, crearon sin saberlo el principio de la 'dinomanía'. "La exposición fue apabullante, la gente no podía creer que semejantes animalotes hubieran existido, aquellas reconstrucciones eran sobrecogedoras -aunque hoy sabemos que no del todo verídicas- y los visitantes se preguntaban que cómo era posible que antes de Adam y Eva pudieran haber existido en la tierra semejantes bicharracos", explica Sanz en una entrevista con El Independiente

Los dos paleontólogos estadounidenses se hicieron famosos por su pelea por ver quién conseguía encontrar más fósiles de dinosaurios, con una rivalidad propia del oeste americano

Y añade que "se vendieron miles de souvenirs, réplicas de esos dinosaurios, algunas en metal pero yo he conocido una del departamento de paleontología donde trabajo de un  megalosaurio de yeso pintado. Las compraban como churros". Después llegó una pelea propia del cine, la que mantuvieron durante años Edward Drinker Cope y Othniel Charles Marsh y que se conoció como la Guerra de los huesos. Los dos paleontólogos estadounidenses se hicieron famosos por su pelea por ver quién conseguía encontrar más fósiles de dinosaurios o animales de nuestro pasado remoto, con una rivalidad propia del oeste americano.  

"Generaron tal expectación que su historia se transmitió por los periódicos norteamericanos, que eran la forma de comunicación de masas más importante de 1900. En ellos es donde he encontrado una de las joyas del libro: hablaban de dinosaurios como animales monstruosos, que era impensable poder coexistir con ellos… También se preguntaban de qué pasaría si un dinosaurio apareciese en una ciudad, en cómo acabar con ellos", explica Sanz sobre cómo se creó el mito. "Los primeros fueron los ingleses pero los americanos hicieron de estos animales algo universal y, claro, llegó el meteorito", añade. 

El catedrático en filosofía José Luis Sanz.

Porque cuando en 1980 se constató que había sido una piedra gigante que venía desde el espacio la causante de la extinción de los dinosaurios, todo el mundo prestó atención. "No creo que nadie no lo sepa", dice Sanz. Y si no lo sabían llegó la literatura y el cine. Michael Crichton publicó en 1990 el libro Parque Jurásico y en 1993 fue Steven Spielberg el que la llevó al cine generando un aumento considerable de las matriculas en paleontología. "Le pega un meneo absolutamente asombroso, nosotros notamos el aumento de estudiantes y la franquicia ha seguido manteniendo esa llama”, asegura el paleontólogo. 

Pero, ¿qué es lo que nos llama tanto la atención de los dinosaurios? José Luis Sanz dice que él cree que es su parecido a los dragones. "Estos son un mito universal, vienen de épocas muy antiguas. Digamos que tradicionalmente hay dos tipos, uno es el asiático el que más nos afecta a nosotros es el dragón de la tradición judeocristiana, el malvado al que mató San Jorge. Tiene una iconografía medieval y renacentista con un parecido muy notable con los dinosaurios, a lo mejor es que la humanidad lleva dentro una iconografía tradicional de los dragones que aplicamos cuando vemos un dinosaurio", explica aunque también cree que el tamaño importa.

"Hay un caso sorprendente con Jurassic Park. Cuando se estrenó, ya sabíamos que los velociraptores estaban cubiertos de plumas y no salen en en la peli"

JOSÉ LUIS SANZ

"Venimos de una generación de cuentos tradicionales en los que los gigantes, los ogros o los cíclopes han tenido siempre papeles importantes. Eran tan grandes que tenían poder de dominación sobre los seres humanos, seres enormes. Por eso creo que los dinosaurios generan esa conexión a los gigantes que nos intimidan y a esas tradiciones", añade. 

Aunque por mucho que los veamos, lo leamos o los compremos; no sabemos cómo eran en realidad. "Las películas en general no son muy fieles, hay un caso sorprendente con Jurassic Park. En el año 1993, cuando se estrenó, ya sabíamos que los velociraptores estaban cubiertos de plumas - aunque lo de la película no es exactamente un velociraptor-, súper cubiertos de plumas, muy parecidos a los de las aves, y el fandom general de los dinosaurios le pedía que les pusieron plumas y no hubo forma. Lo hizo en la tercera entrega, pero un par de plumitas en forma de pelo pero después se las volvió a quitar. Ahora, el año pasado se estrenó Dominion y ahí sí que hay alguno con plumas, pero han tardado décadas", afirma. 

También que en películas actuales como 65, que se ha estrenado este año, "cuenta como unos extraterrestres de aspecto humano se estrellan contra la tierra un momento antes de que cayera el gran pepino y todos los dinosaurios que salen son inventados, algo sorprendente". Pero dice que "no se le puede reprochar al cine absolutamente nada". "No tiene más límites que la imaginación, no es como la paleontología que tiene el límite de la ciencia, el cine hace lo que le da la gana y me parece muy bien. No puedes ir al cine pensando que vas a ver paleontología".