Tras ganar el premio Planeta en 1979 con Los mares del sur, Manuel Vázquez Montalbán envió a sus editores un manuscrito titulado El día en que los navarros conquistaron la luna. “Un desvarío onírico que fui incapaz de entender”, recuerda el entonces director literario de Planeta, Rafael Borràs, en sus Memorias de un editor. “De la mejor manera que supe”, prosigue Borràs, “le expliqué a Manolo que tal vez convendría que guardase de momento el original, lo dejase reposar y, más adelante lo releyese con calma; la sugerencia le sentó mal, y cuando le insinué que sería mejor que escribiese un Carvalho, me respondió airado que él no era un autor de novelas policíacas”. Un ataque de dignidad injusto con la calidad y las intenciones del ciclo protagonizado por su singular detective. Meses después, de pasada, el editor le preguntó qué había sido de aquel manuscrito. “Tenías razón, era muy malo y no pienso publicarlo”, le respondió, quitándole importancia.
Este lunes, el día después del Planeta que Borràs organizó durante tres décadas y que en su día propulsó definitivamente la carrera de Vázquez Montalbán, se presentaba en la Cárcel Modelo de Barcelona, hoy reconvertida en centro de interpretación y espacio cultural, Los papeles de Admunsen, obra inédita del escritor barcelonés hallada el año pasado entre las más de 70 cajas de papeles donadas en 2016 por la familia a la Biblioteca de Cataluña. El manuscrito, del que no se tenía constancia alguna, fue encontrado por el investigador José Colmeiro, profesor de Literatura en la Universidad de Auckland, mientras trabajaba en una edición crítica de Galindez que acaba de publicar Cátedra. Y hoy ve la luz de la mano de la editorial Navona, que tiene en marcha un proyecto global de recuperación de la obra del escritor "antes de saber que existía esta novela", aclaró el editor Ernest Folch.
La incierta voluntad del escritor
Es un caso recurrente: un libro que su autor no quiso dar a imprenta pero que se publica con alarde promocional tras su fallecimiento. Los papeles de Admunsen lo hace, además, coincidiendo con el veinte aniversario del paro cardíaco que terminó con la vida de Vázquez Montalbán en el aeropuerto de Bangkok, el 18 de octubre de 2003. ¿Se fuerza la voluntad del escritor? ¿Pensaba de Los papeles de Admunsen lo mismo que acabó pensando de aquellos cosmonautas navarros que le rechazó Borràs a comienzos de los 80?
No hay manera de saberlo a ciencia cierta, pero Colmeiro, que la mañana del lunes presentó la novela junto a Folch y el hijo de Vázquez Montalbán, Daniel Vázquez Sallés –y por la tarde con los escritores Eduardo Mendoza y Carlos Zanón y el actor Josep Maria Pou en la librería La Central del Raval–, está convencido de que no.
"Desde el primer momento me di cuenta de que era un texto de gran importancia", afirma el investigador. El manuscrito está firmado y revisado concienzudamente por el autor, a quien "le pareció una novela lo suficientemente buena para presentarla al Premio Biblioteca Breve", según figura en una anotación de la primera página, aunque no hay constancia de que finalmente lo hiciera. Después quizá pensara que había pasado el momento de publicarla, superada ya la etapa experimental a la que pertenece, la de sus escritos subnormales. Y "no la publica, pero tampoco la destruye". Como quizá sí hiciera con El día en que los navarros conquistaron la luna, que de momento no ha aparecido.
Arqueología textual
La publicación de Los papeles de Admunsen ha exigido un importante trabajo de arqueología textual, ya que algunas partes del manuscrito estaban deterioradas, o se escribieron cuando la tinta de la Olivetti de Vázquez Montalbán se agotaba pero el escritor no se resignaba a cesar de teclear. Algunos pasajes han exigido una reconstrucción letra por letra. También faltaban siete páginas que Colmeiro descubrió que se correspondían con un relato autónomo, "¿Cuánto tiempo estaré aquí?", que se publicó en 1969 acompañando a su primera novela, Recordando a Dardé y otros relatos.
Escrita entre 1962 y 1965, según cálculos de los archiveros de la Biblioteca de Cataluña, Los papeles de Admunsen tiene un interés indudable. Se trata de su primera novela documentada, y Admunsen, su protagonista, el primero de los muchos alter ego con los que filtrará la realidad para hacer ficción. A juicio de Colmeiro, el libro es una suerte de "caja negra" del escritor, que ya presenta "lo que va a ser el desarrollo futuro de su obra". Están las intrigas, la lucha política, la mezcla de alta y baja cultura, la sublimación de su experiencia como cronista mercenario en la Feria de Muestras, los recursos de la cultura popular, el collage o la intertextualidad.
La huella del paso por prisión
También sus circunstancias vitales. En mayo del 62, Vázquez Montalbán y su esposa, Anna Sallés, fueron detenidos por participar en las manifestaciones estudiantiles de apoyo a las huelgas mineras en Asturias. Ella fue condenada a seis meses de cárcel y Manuel a tres años, que finalmente quedaron reducidos a la mitad por el indulto especial que siguió a la muerte del papa Juan XXIII en junio de 1963. Una condena que comenzó aquí, en la Modelo, pero se desarrolló fundamentalmente en Lérida, donde vivió su estancia fue una suerte de extensión universitaria: allí aprendió italiano y escribió su primer libro, Informe sobre la información, así como sus dos primeros poemarios –Una educación sentimental y Movimientos sin éxito– y probablemente parte de Los papeles de Admunsen. El libro refleja vivamente las dificultades de la vida tras el paso por la cárcel, con Manuel inhabilitado para trabajar al carecer del correspondiente carnet oficial de periodista.
Para su hijo Daniel, ha sido emocionante "encontrar a mi padre de 24 años", "descubrir lecturas, canciones, lo que le interesaba" y el significado de la lucha clandestina en esta "luminosa novela sobre la derrota" y "fantástica" para conocer lo que fueron los años 60 en Barcelona.
Porque, aunque la acción discurre en una ciudad de un imaginario país nórdico, seguramente para burlar la censura en caso de publicación, el ambiente y las descripciones encajan perfectamente con la Barcelona del desarrollismo. El Admunsen protagonista, deformación del apellido del explorador polar noruego, evoca la fascinación del niño del Raval por las aventuras que le acompañarán durante toda la vida.
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