Introito. Parecía que el mundo acabara de golpe, que las palabras pronunciadas me condenarían para siempre, o me redimirían, que con su voz atrapaba mi voluntad, me harían sentirme culpable o me reconfortarían en una limpieza de estado anímico.
Fuego y espadas. No soy capaz de recordarlo todo. Me obnubilan sus palabras, me asfixian, las temo, me diluyen en los pensamientos, y actúo en consecuencia.
Lumbre de amor. Es tórrida la carga, no hice nada y me tienen atada de pies y manos, me torturan, me quieren hacer confesar algo que no ha sucedido, transpiro hedor de odio, me castigan, pero no soy culpable.
Teatro de la muerte. Alguien que da su vida por nosotros. Por los otros. ¿Tiene sentido? Solo quiero estar a su lado, sonreír, ¿es tan difícil en los tiempos que corren?
Hombres necios. Sor Juana Inés de la Cruz, me has llamado desde tus letras, versos y poemas, que te metiste a religiosa y te cortaste las coletas, para no tener que aguantar a ningún hombre, ni tener que pasar otras tristes pruebas de sumisión, pleitesía y obediencia. “Acusáis a la mujer, sin razón”, desasosiego, llantos, silencios, sin quejas. Libros, pensamientos, sueños, palabras, alma de mujer, que por eso la amenazan y tiene que callar la que mejor hablaba. Y aún hay que seguir en la pelea.
Lengua de perro. El pecado, Dios ofendido, represión, conducción de las mentes, la decadencia de los valores que aún pretenden enseñar que es lo que es bueno, malo, pecaminoso.
Política y religión deformadas en el espejo de las palabras, los sermones y sus máscaras. Mal llamados pensadores y filósofos, guardianes de no sé sabe qué moral, porque si no estás conmigo, estás contra mí.
Vuelan palomas. Pero las palomas, como cantó Rafael Alberti, se equivocan.
José Luis Gómez y Javier Huerta Calvo contorsionan los sermones, los discursos desde el barroco hasta nuestros aciagos días, tiempos forzados hacia la nada. Arengas, proclamas, discursos, peroratas, a veces sin argumentación coherente, insultando a la inteligencia humana, al derecho de decisión, a la libertad de pensamiento y, más concretamente, a la de expresión. Sigue pasando, por desgracia.
Epílogo. Volaron palomas. Con un elenco excepcional de áspera y profunda interpretación, con acompañamiento sonoro y musical de entrega y coordinación. Pareciera que el tiempo no pasa. Se envejece el olvido y se pierde la memoria, caemos en las mismas trampas de charlatanes y recitadores, ilusionistas de la palabra. Sabed que hay un epígrafe (016) del Impuesto sobre Actividades Económicas que mantiene estos términos.
Desde un púlpito tremendo, como es el teatro, nos topamos con este montaje cargado de denuncia, crítica, historia, actualidad, calidad y magníficas palabras.
VUELAN PALOMAS
Reparto: Clemente García, Roberto Mori, Lidia Otón, Marcos Toro, Alberto Granados (música)
Dramaturgia: José Luis Gómez y Javier Huerta Calvo
Dirección: José Luis Gómez
Una producción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Teatro de La Abadía
En el Teatro de la Abadía hasta el 12 de noviembre
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